Por qué “Los Guerreros de Oaxaca”, no se van a otra ciudad del país, se preguntan los aficionados
Ocupan el lugar número 14 de asistencia en la Liga Mexicana; están “arriba” de “Los Broncos” y “Los Pericos”
Han transcurridos 17 largos años desde que “Los Guerreros” obtuvieron su único campeonato
Armando Velasco Enciso
En Oaxaca hace algunos años existía una relación estrecha y leal entre los Guerreros de Oaxaca y la afición.
Eran los tiempos en que después del campeonato, obtenido en 1998, con el «Almirante» Nelson Barrera en el timón de la nave «bélica» y -dicen muchos-, los movimientos que mandaba desde el palco de terreno Roberto Castellón Yuen, le dieron a Oaxaca su único campeonato en un deporte profesional, trofeo que auguraba éxitos consecuentes para el equipo «B» de la organización Diablos/Guerreros y que en ese entonces le importaba un poquito más a Alfredo Harp.
Pero desafortunadamente para los oaxaqueños, Castellón Yuen, saltó al equipo «grande» y dejó en la orfandad a un equipo que hasta hoy no ha encontrado la madurez ni la persona indicada en la dirección -ni en la oficina ni en el campo-, para volver a ser un equipo protagonista.
La era de Alfonso «Houston» Jiménez (2002-2004), fue productiva al mostrar un equipo ganador, que llevaba gente al estadio y que le sirvió como trampolín al ex-jugador de grandes ligas para dirigir a los Diablos Rojos en el 2005.
A pesar de la continuidad con los Guerreros y el apoyo del entonces gerente Vicente Pérez Avella, nunca pudieron dar el último paso y desde esos años se convirtieron en los «clientes» de los Tigres, que no importa de que ciudad sean ganan a los de Oaxaca.
La época de vacas flacas del equipo oaxaqueño está muy ligada a la llegada como gerente general de Guillermo Spíndola, quien desde su puesto como gerente del club no tiene la más mínima idea de lo que es el beisbol, y se le han ido las temporadas acrecentando sus ya visibles problemas con el Gerente Deportivo Guillermo “El Tiburón” Rodríguez, con los medios a los que dan trato de «enemigos» si no le aceptan sus playeras, chamarras y boletos, y algunos más que no toleran su inmadurez al no conseguir lo que quiere y como él lo quiere, además de ir mermando cada vez más el interés de los oaxaqueños en el rey de los deportes.
Entradas pobres al «Vasconcelos» demuestran que la identidad del equipo se ha perdido, incluso las empresas oaxaqueñas ya no quieren anunciarse en los espectaculares de la «casa» de los Guerreros por lo elevado de los costos y la bajísima afluencia de aficionados.
Un promedio de 2717 asistentes por juego ubicaron en este último año a los «bélicos» en el lugar 14 de asistencia en la Liga Mexicana, lo que para cualquier organización debería ser una vergüenza en estos tiempos, donde se tienen medios tan útiles como las redes sociales para conectarse y «jalar» a la afición.
Incluso, es de pensarse que los dos clubes que quedaron por debajo de los Guerreros (Broncos de Tamaulipas y Pericos de Puebla), analizan la posibilidad de mudarse de sede por la baja afluencia de aficionados.
Aquí cabe recordar que durante la etapa de Raúl Santa Anna en el equipo de los Guerreros no existía queja de las entradas. Santa Anna, era «Jefe de medios» (que aún con sus ocasionales desplantes era un verdadero jefe, no el improvisado actual), mercadólogo y encargado del estadio, además de tener llena la publicidad en el parque de pelota.
Con él se organizaban los viajes escolares al «Vasconcelos» para ver a los Guerreros, con viaje ida y vuelta en el autobús del equipo.
Se organizaban también visitas a ciudades cercanas como Puebla, DF y Tabasco cuando el equipo iba de visita para sacarle provecho al «Guerrerobus».
Y no era solamente el beneficio económico, sino la inteligencia de tener a la gente interesada en el equipo. Y sí, fue Spíndola Morales, quien le dió las gracias al «valioso» elemento.
¿POR QUÉ LOS GUERREROS NO SE VAN?
Los Guerreros de Oaxaca, no piensan en una mudanza real por la fuerte presencia que ostenta el «magnate» Alfredo Harp en la capital, quien con sus obras «filantrópicas» y la presencia del equipo de beisbol en la «Verde Antequera», tiene manera de justificar su arraigo con la sociedad oaxaqueña.
Muy notorio resulta observar la publicidad en el Eduardo Vasconcelos y que es solamente la relacionada a las empresas que el C.P. ha hecho «el favor» de traer a Oaxaca y hacerla un poquito más moderna, además de aquella relacionada con su «fundación».
Por allí está metido también un pasquín que, extrañamente, siendo una revista de moda y «vida social» obtuvo trato preferencial por parte del Gerente General, y las preguntas saltan:
¿Quien es el beneficiario del «convenio»? ¿Habrán creado esa revista desde adentro para darle un «pellizco» al dinero que entra a la organización? ¿Es un movimiento del dueño o alguien se está pasando de «vivo» sin que lo sepa el señor Harp? ¿Por que la terca postura de rodearse de gente incompetente en la oficina del club?
El manejo de los recursos en la «organización» es tan estricto que en esta temporada 2015 que recién terminó, se supo por la prensa que cubre Liga Mexicana el caso de Oaxaca, donde no querían cambiar la computadora del anotador oficial para realizar su labor, y prefirieron darle las gracias al que desempeñaba ese trabajo por atreverse a «exigir» equipo de cómputo nuevo.
Por cierto, pende una demanda laboral por esta situación que el gerente no pensó que sucedería.
Es claro el objetivo de la «Promotora de Espectáculos Deportivos de Oaxaca», quiere alejar el beisbol de la verdadera afición, buscan hacer del “Eduardo Vasconcelos” un lugar de reunión de la élite a la que piensan pertenecer los que manejan al club, olvidándose de aquellos que no pueden pagar un boleto para ver beisbol profesional ¿y entonces, donde queda el altruísmo del propietario Harp?
Con lo que realmente no contaban en la oficina de los Guerreros de Oaxaca, es, que para llevar a una nueva afición al parque de pelota, se tiene que contar con una verdadera estrategia, rodearse de personal con un poco de materia gris y no solamente con las ideas «maravillosas» de los que se conformaron con migajas.
Dicen bien por allí que «debe ser muy triste que te contraten por barato y no por bueno».
