Gran Angular Ulises y la conspiración contra el PRI de Oaxaca


Raúl Rodríguez Cortés

    El ex gobernador Ulises Ruiz es un traidor al partido en que milita y del que es delegado en Quintana Roo. Y es que, revelado por él mismo en una conversación con su publicista Hugo Scherer, grabada y difundida en diversos medios y redes sociales, es capaz de apoyar al candidato y al partido que sea, con tal de evitar, a cualquier costo (lo que de suyo es muy grave), que se alce con la candidatura tricolor y eventualmente con el gobierno de Oaxaca, el director del Infonavit Alejandro Murat, hijo de el también ex gobernador José Murat.

Ruiz, a no dudarlo, es quien más ha celebrado la decisión de la Suprema Corte de rechazar los cambios aprobados por el congreso local, que reducían de cinco a tres años los años de residencia necesarios para ser considerado ciudadano de la entidad y poder aspirar a la gubernatura del Estado.

Alejandro Murat no completa esos cinco años de residencia y, en efecto, nació en el Estado de México. No obstante, es hijo de padre y madre oaxaqueños, lo que en automático le da la ciudadanía de acuerdo con el artículo 23 de la constitución de Oaxaca.

Pero, en su irracionalidad, Ulises Ruiz insiste que Alejandro Murat  está impedido de aspirar a la gubernatura y, por sí algo faltara, recurre a otras maniobras para anular en definitiva esa posibilidad. Y es ahí donde entra la grabación de Ulises Scherer.

De ella se sabe que el ex gobernador Ruiz está apoyando al senador perredista Benjamín Robles Montoya (a quien en la grabación se refiere como El cara sucia) para que sea candidato pero del Movimiento Ciudadano.

¿Por qué de MC? Porque sabe que la eventual alianza PRD-PAN (misma que ganó el actual gobierno) apoyará a José Antonio Estefan Garfias, el favorito del ex gobernador Diódoro Carrasco y también de Gabino Cué ahora que la corrupción y los excesos acabaron por derrumbar las posibilidades de funcionarios cercanos al actual gobernador.

En sus sueños de opio, Ulises califica de “amigo” a Estefan Garfias, quien es el delfin de la dupla DiódoroGabino.

Ulises Ruiz opera en ese sentido en apoyo de su delfín, Eviel Pérez Magaña, al que en la grabación ya no considera delfín sino un tiburón. Además, sabe que fragmentar el voto favorece a su proyecto, además de que utiliza a Robles Montoya como plan B, sabedor que en las encuestas de intención del voto aún está por arriba de Pérez Magaña Garfias, no así del Director General del INFONAVIT, Alejandro Murat.

De esta manera, Ulises, quiere hacer una carámbola de tres bandas con Robles MontoyaEstefan Garfias o Pérez.

Esto es tan solo una muestra de las muchas maniobras sucias que veremos no solo en Oaxaca, sino en los otros once estados que también renuevan gobierno en julio próximo.

Benjamín Robles Montoya

PATRICIA Y LA PREVENCIÓN

Si se exageró o no la alerta por “Patricia” es francamente irrelevante ante el hecho de que el huracán no provocó muertes, no obstante haber sido –según los expertos de México y Estados Unidos- un meteoro jamás registrado desde que se mide la velocidad de sus vientos y su potencial destructivo.

Para que un huracán sea categoría 5 debe tener vientos superiores a los 250 kilómetros por hora y “Patricia” traía vientos sostenidos de 325 kilómetros por hora y ráfagas de hasta 400.

Las imágenes captadas desde el espacio lo mostraban monstruoso y el gobierno de Estados Unidos envió el clarísimo mensaje de que el golpe venía severo.

Acaso por eso, y sin demeritar el monitoreo hecho aquí con nuestros propios recursos, se encendieron los focos de alarma con oportunidad. El modelo de pronóstico sugería que el golpe iba contra la infraestructura turística de Puerto Vallarta, en Jalisco y Bahía de Banderas, en Nayarit.

La alerta, repetida incansablemente a través de los medios de comunicación, causaron gran alarma entre toda la población y hasta pánico entre las personas que viven en la zona del impacto del meteoro. Pero esa alarma sensibilizó a la población a atender las indicaciones de la Protección Civil desplegada, con toda la fuerza del Estado, 24 horas antes del previsto impacto que crecía en fuerza de una manera muy acelerada.

La prevención, sin duda, fue una de las razones por las que hoy no tenemos que lamentar pérdidas humanas arrancadas por el potente huracán. Otras, por supuesto, tienen que ver con la suerte y con las defensas que la naturaleza tiene contra los embates de ella misma. Porque “Patricia” finalmente se desvió hacia el sur de Jalisco y aunque impactó zonas pobladas, se trata de comunidades rurales de pocos habitantes que, también gracias a la prevención, fueron oportunamente evacuados. Además, el fenómeno no se estacionó, como en ocasiones suele ocurrir, perdió fuerza tan rápido como ha había adquirido y prácticamente se diluyó al chocar con el muro orográfico de la Sierra Madre Occidental. Dicen los malosos que “Patricia” apenas había entrado al país cuando le robaron cuatro categorías.

Tal es el contexto en medio del que el gobierno de Peña Nieto actuó con oportunidad y eficacia. Ese es, por supuesto, su trabajo, y hay que reconocerlo e insistir: no hubo muertos, aunque sí importantes afectaciones materiales en casas, caminos, carreteras e infraestructura eléctrica que también ya se atiende.

Del tamaño de “Patricia” y sus efectos destructivos no había duda. Si se exageró la nota y se obtuvieron buenos resultados, que bueno. Si se exageró para explotar el asunto en términos mediáticos, pues que bueno también.

Mal haría los que hacen política en no utilizar coyunturas de esa naturaleza para posicionarse frente a la población. No hubo muertos y eso es lo importante. Lo demás resulta irrelevante.

José Antonio Estefan Garfias

BARBARIE

Quizás porque ocurrió pocos días antes de que un súper huracán amenazaba con devastar las costas de Jalisco y Colima, pero más porque se ha vuelto algo demasiado cotidiano, muy poca atención se le dio al linchamiento en Puebla de dos jóvenes encuestadores a los que voces anónimas, ocultas entre la masa, acusaron de ser secuestradores.

La ejecución tumultuaria y sin proceso, que eso es un linchamiento, ocurrió el miércoles 21 de octubre pasado en Ajalpan, un depauperado pueblo enclavado en la Zongolica, una de las regiones más pobres del país. Hasta ahí habían llegado dos jóvenes hermanos a levantar una encuesta sobre el consumo de tortilla ordenada a la empresa Marketing Research & Service.

De algún lugar del pueblo surgió el rumor de que los dos fuereños eran secuestradores, lo que prendió el ánimo de la gente. Sobrecogedoras imágenes que registraron el hecho mostraron con crudeza como los encuestadores fueron golpeados y pateados por la turba hasta matarlos, para después prenderles fuego en el zocalito de la localidad.

Al ver las imágenes, la atención se centraba en el linchamiento mismo y acaso muy pocos se percataron del comportamiento de la turba: gritos de rabia, rostros furibundos, patadas frenéticas. Otros no actuaban pero incitaban. Exudaban morbo, complacencia, satisfacción.

El episodio fue incontrolable para una policía sin preparación ni respeto por su secular complicidad con delincuentes en ese lugar tan lejano a la mano de Dios. En suma: la barbarie.

¿Por qué hemos llegado a estos niveles de patología social que tienen expresión en hechos como los de Ajalpan? ¿Por qué la violencia contra los normalistas de Iguala, su desaparición y probable incineración, o el irracional desollamiento de uno de los jóvenes asesinados?

La naturaleza humana es violenta y por eso se ha dado formas de control y organización social que evitan que esa violencia del hombre devore al propio hombre. Cuando esas formas son rebasadas, todos quedamos al borde de la anarquía. En el caso nuestro, el de los mexicanos, sale a relucir esa entraña profunda, antiquísima, parte de nuestro ser y de una historia llena de episodios de explotación y violencia.

Es lo que algunos llaman el México profundo, el México bárbaro, donde la injusticia lleva a la gente a tratar de procurarla por propia mano, donde la desigualdad y la pobreza son la constante, donde el abandono es secular, donde los gobernantes hacen vacío ocupados como están en seguir proyectos personales y de negocios.

Y en medio de todo esto, lo que verdaderamente asusta es lo común que se han vuelto episodios como el de Puebla, la ilegalidad como forma de vida, la aceptación del delito como parte central de nuestra cotidianeidad. (rrodriguezangular@hotmail.com , @RaulRodriguezC , raulrodriguezcortes.com.mx )

Eviel Pérez Magaña