Gran Angular: El tsunami llamado López Obrador


Andrés Manuel López Obrador

Raúl Rodríguez Cortés

Esta columna lo adelantó y la realidad lo confirmó el domingo pasado: la victoria electoral de Andrés Manuel López Obrador fue un maremoto que arrasó con el actual régimen de corrupción y privilegios, y con su sistema de partidos políticos.

El triunfo de AMLO y Morena es exactamente del tamaño de la mayor derrota del PRI, el PAN y el PRD en sus respectivas historias: Revolcó al blanquiazul y profundizó su fractura; arrastró al tricolor hasta la inopia política y económica; colocó al PRD, al Verde y a Movimiento Ciudadano al borde de la extinción, y a Encuentro Social y Nueva Alianza en posición de perder el registro.

Esa fue la voluntad de los 30.1 millones de mexicanos que, de acuerdo con el ya concluido conteo distrital del INE, votamos por AMLO en una elección que registró 63.4% de participación, una de las más altas de la historia reciente; o dicho de otra forma, un abstencionismo de solo 36.6%.

El tabasqueño superó por casi 31 puntos porcentuales a su más cercano contendiente, Ricardo Anaya (12.6 millones de votos equivalentes al 22.2% de los sufragios emitidos) y por casi 38 puntos al tercer lugar, José Antonio Meade (9.2 millones de votos, 16.4% del sufragio).

José Antonio Meade

Por partidos, Morena obtuvo 25.1 millones de votos, el PAN 9.9 millones y el PRI 7.6 millones. El PT, con 3.3 millones de votos, duplicó los del PRD que obtuvo 1.6 millones, apenas arriba del PES que obtuvo 1.5 millones,  mientras que el Verde logró 1.05 millones, Movimiento Ciudadano 1.01 millones y el Panal 561 mil.

Con estas cifras estarían perdiendo registro PRD, que apenas alcanzaría el 2.83% del total de la votación emitida, 17 décimas de punto menos que el 3% exigido por la ley para conservarlo; el PES con solo 2.70%, el Verde con 1.85%, Movimiento Ciudadano con 1.78% y Nueva Alianza con 0.88%.

López Obrador ganó en 30 estados y la Ciudad de México. Solamente perdió en Guanajuato, histórico bastión panista el único estado en que triunfó Anaya. AMLO incluso triunfó en Nuevo León, otro histórico baluarte del blanquiazul. Meade y el PRI no ganaron en ninguno.

Pero la ola del maremoto que apenas empieza a bajar a su nivel, también alcanzó al Congreso federal. Morena y AMLO, con sus aliados del PT y el PES, alcanzaron la mayoría absoluta en las dos cámaras (la mitad más uno) y están muy cerca de la mayoría calificada (dos terceras partes de los asientos) necesaria para modificar la Constitución.

Ricardo Anaya

Morena tendrá en el Senado 55 asientos que sumados a los de sus aliados PT con 7 y PES con ocho, suma 71 escaños, seis más de los 65 requeridos para la mayoría absoluta. Para alcanzar la calificada (dos terceras partes del total) le faltarían 14. El PAN tendrá 24 senadores, el PRI 13, el PRD 8, MC 6, el Verde 5 y el Panal 1.

En la cámara de diputados, Morena tendrá 192 asientos que, sumados a los de sus aliados PT con 61 y PES con 55, totalizan 308, 57 más que los 251 requeridos para la mayoría absoluta. Para alcanzar la calificada (dos terceras partes del total) le faltarían 57. El PAN tendrá 82 diputados, el PRI 45, MC 27, PRD 21, Verde 15 y Panal 2.

Por otra parte, y en la lógica de la posibilidad de hacer transitar reformas constitucionales, Morena obtiene mayoría en 17 congresos locales, los necesarios para darle validez a un cambio de esa naturaleza jurídica.

Morena, por otra parte, ganó 5 de los nueve gobiernos estatales en disputa: Chiapas, Morelos, Tabasco, Veracruz y la Ciudad de México. En esta última arrasó su candidata Claudia Sheinbaum con 47% de los votos emitidos con una altísima participación de casi 70% del listado nominal. Ganó once de las 16 alcaldías capitalinas y se perfila para tener la mayoría en el primer Congreso de la CDMX.

Morena, como se ve, quedó como primera fuerza política del país y desplazó a la que lo era, el PRI, hasta una tercera posición y el PAN quedó en el segundo puesto.

Aurelio Nuño

 REFUNDACIONES

Luego de la victoria del domingo pasado, López Obrador ha iniciado un proceso de acercamiento y reconciliación con grupos que le han sido hostiles durante su trayectoria política. Los ánimos, por supuesto, se apaciguaron desde que la tarde del primero de julio, primero Meade y luego Anaya, salieron a reconocer la victoria electoral del morenista. Luego la llamada telefónica del presidente Peña Nieto y el acuerdo de encontrarse dos días después, sumó tranquilidad al buen ánimo de quienes votaron por AMLO y a la irritación de quienes no.

El martes 3 de julio vino el encuentro esperado en Palacio Nacional y la foto del día: Peña Nieto y AMLO saludándose. Horas antes el virtual candidato triunfador había recibido al ingeniero Cuauhtémoc Cárdenas.

Al día siguiente el desayuno con los empresarios y el acuerdo de colaborar, y los mensajes del equipo económico encabezado por Calos Urzúa de que ese rumbo está trazado en el libre comercio y los equilibrios macroeconómicos.

Pero mientras las élites del poder económico y los que están por arribar al poder político toman acuerdos de cara a una transición tersa y fundada en la gobernabilidad, los partidos políticos están ante una disyuntiva inevitable: refundarse o morir.

Una semana después de la derrota, el presidente nacional del PRI, René Juárez salió a decir que el proceso de reflexión y de restauración del partido deberá hacerse sin precipitaciones y en unidad. Pero ¿Cuál unidad? Lo que se ve venir es la búsqueda de los responsables, la noche de cuchillos largos y afilados de la que no podrían salir bien librados ni el presidente Peña Nieto, ni su grupo Atlacomulco, ni el candidato Meade, ni Luis Videgaray, ni Aurelio Nuño, ni toda esa banda tecnocrática-itamita que pretendió mantener en Los Pinos al hoy tan devastado partido tricolor.

Ulises Ruiz Ortiz

Ya han asomado la cara quienes pretenden tomar su control. Entre ellos el impresentable represor, Ulises Ruiz, ex gobernador de Oaxaca, apoyado por otro personaje dinosáurico como César Augusto Santiago.

Por el lado del PAN, la guerra interna se ha desatado sin que nadie se ocupe de empezar por tratar su grave fractura. Para el blanquiazul

Sí estamos frente a una fenómeno social y político de un partido, Morena, que apenas tiene cuatro años de vida, pero que es la culminación de un largo proceso histórico de lucha social y política. No es exagerado pensar que estamos ante un inminente cambio de régimen y la fundación de una nueva república. ¡Que sea para bien!