Gran Angular: 500 semanas de ejercicio periodístico


Raúl Rodríguez Cortés

Han sido quinientas semanas, quinientos números en los que El Correo de Oaxaca ha dado puntual seguimiento, con ojo muy crítico, a la segunda mitad del gobierno de Ulises Ruiz, El Chacal de Chalcantongo; todo el de Gabino Cué, quien se asumió como el artífice de un cambio que nunca llegó; y los primeros meses de la administración de Alejandro Murat, quien ha tomado la estafeta para recuperar la confianza de los oaxaqueños.

Tras la revuelta social liderada por el CNTE y la APPO en 2005 y 2006, sofocada a sangre y fuego por la Policía Federal al servicio de los esbirros de Ruiz Ortiz, este semanario siguió de manera puntual la represión selectiva que desató Ruiz contra sus opositores y las organizaciones sociales, mediante las temidas caravanas de la muerte, responsables de muertes y desapariciones que siguen en la impunidad.

Salvado de caer en desgracia en medio de aquel enfurecido grito popular de “¡ya cayó, ya cayó, Ulises ya cayó”, las premuras políticas de Vicente Fox para garantizar la sucesión presidencial de otro panista, Felipe Calderón, lo mantuvieron en el poder como un mal necesario, y El Chacal de Chacaltongo cobró venganza mediante corruptelas y latrocinios sin par que lo enriquecieron hasta la obscenidad y El Correo de Oaxaca los advirtió de los desvíos de recursos operados desde la secretaría de Finanzas y de los millonarios gastos realizados en el sector salud para construir hospitales inexistentes, inconclusos o, en el mejor de los casos, ahora abandonados.

En estos quinientos números, el semanario dio cuenta también de la gran esperanza que abrió la candidatura aliancista (PRD-PAN) de Gabino Cué. Siguió sus intensos recorridos por todos los municipios del estado y el acercamiento, sin precedentes que logró con los votantes.

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Pero fue el primero en advertir que encaminaba a traicionar el votó que lo encontró. Registró su decepción desde los días en que Cué conformó un primer gabinete dominado por el pago de facturas políticas al perredismo y al panismo, lo que lo refugió en el grupo político del ex gobernador Diódoro Carrasco, del que formó partes desde que ambos estuvieron en la Secretaría de Gobernación, sin menoscabo de la relación que han mantenido siempre con los grandes caciques de Oaxaca como juniors a los que el enojo popular llamó los toficos, por aquel anuncio de “¿uy que ricos!” en relación con unos chiclosos, pero también para destacar su proclividad a enriquecerse.

Y a eso se dedicó Cué, a enriquecerse y a encabezar un gobierno que, por su frivolidad, fue incapaz de resolver los grandes problemas del estado y de alcanzar mínimos acuerdos con opositores como la Coordinadora, en menoscabo de la gobernabilidad.

Las páginas de El Correo de Oaxaca hicieron la crónica de los excesos y abusos de personajes como Jorge Castillo, un ministro sin cartera que operó los negocios sucios del gobernador, y otro amigo de la infancia que llegó a liderar al empresariado del país, Gerardo Gutiérrez Candiani.

La realidad da la razón al trabajo de este semanario: para Cué se pide hoy el juicio político y el Congreso Estatal está a punto de concederlo.

Peses a las constantes amenazas y recriminaciones de que ha sido objeto todo este trabajo periodístico que hoy llega a su número 500, El Correo de Oaxaca ha podido remontar esos dos gobiernos que tanto daño han hecho a los oaxaqueños, y hoy se presta a mantener su ojo vigilante frente a la esperanza que abre el nuevo gobierno hoy encabezado por Alejandro Murat.

Y desde esta trinchera seguiremos, viendo y diciendo las cosas. (rrodriguezangular@hotmail.com)

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