Gran Angular


Raúl Rodríguez Cortés

Este martes 23 de febrero en la Alameda de León de Oaxaca capital, Alejandro Murat Hinojosa rinde protesta como candidato del PRI al gobierno del estado. Se remonta así una aduana de este proceso electoral tricolor que igual fuego amigo que enemigo, trató de descarrilar hasta el último momento.

Alejandro Murat llega finalmente a la formalización de su candidatura con el respaldo del que manda en el PRI, Enrique Peña Nieto y del que lo opera, Manlio Fabio Beltrones; y con un regalo de cumpleaños adelantado: la guerra desatada al interior del PRD para definir a quien será su candidato, el del gobernador Gabino Cué y el de la mano que mece la cuna, Diódoro Carrasco, ex gobernador priísta, actual secretario de gobierno en Puebla y operador político del mandatario panista de ese estado, Rafael Moreno Valle.

Pero vamos por partes.

Con el total apoyo de Peña y Beltrones, Murat Hinojosa está llamado a concitar el respaldo de su partido. Por lo pronto ha sabido conjurar las maniobras venidas de los aspirantes derrotados en la búsqueda de la candidatura priista, dictadas todas por el ex gobernador Ulises Ruiz,  archi enemigo de su padre José Murat : el senador Eviel Pérez Magaña, el director de Liconsa, Héctor Pablo Ramírez Puga y el diputado local Adolfo Toledo Infanzón.

A estos dos últimos se les vio conspirar todavía la semana pasada en un restaurante de Reforma 222 de la ciudad de México, donde se reunieron nada más y nada menos que con el diputado federal José Antonio Estefan Garfias, delfín del gobernador Gabino Cué y de un grupo del perredismo, pues otro está dispuesto a jugársela hasta el final con el senador Benjamín Robles Montoya.

Fuentes confiables al interior del PRD aseguran que las encuestas favorecen al senador Robles, apodado en Oaxaca “cara sucia”, pero que Gabino Cué no lo quiere y ya “quemó naves” para imponer a Garfías, parte del proyecto transexenal con el PAN de Diódoro y el presidencial de Moreno Valle.

Murat cumple años el 4 de agosto, pero con la referida división perredista en torno a la candidatura por Oaxaca, recibe un gran regalo anticipado,  a unos cuantos días de formalizar su candidatura.

gran angular  eviel.

EL PAPA Y LOS 43  DE AYOTZINAPA

En el vuelo de regreso a Roma, Francisco explicó a la prensa que no se reunió con los padres de los 43 normalistas de Ayotzinapa desaparecidos en Iguala, por lo que llamó sus “luchas internas”.

En la ciudad de México, después de la reunión que tuvieron el jueves pasado con la procuradora Arely Gómez, los familiares de los desaparecidos en Iguala, su representante legal Vidulfo Rosales dijo que el argumento de la “división” fue una de las muchas maniobras del gobierno para evitar, a toda costa, el encuentro con el Papa.

Por supuesto que la versión divulgada, omitió o relegó las acotaciones que el Papa hace a su declaración y que, releídas cuidadosamente, se refieren a luchas internas que hay entre los diversos grupos que exigen la aparición de sus familiares. Y vaya que son muchos si nos atenemos a la cifra oficial que registra 27 mil desaparecidos desde la época de la llamada “guerra sucia”, es decir, desde finales de la década de los sesenta del siglo pasado.

Francisco dijo: “era prácticamente imposible recibir a todos esos grupos, que por otro lado, también estaban enfrentados entre ellos, una situación que es difícil de comprender para mí que soy extranjero, ¿verdad? Entonces yo preferí decir que los iba a ver a todos en la misa de Juárez o si preferían en alguna otra, pero que habría esa disponibilidad”, estableció”.

El Papa, entonces, se refirió a divisiones entre los distintos grupos de familiares de desaparecidos, no de luchas internas del grupo de padres de Ayotzinapa. Este matiz es tan importante, que igual se utiliza para sugerir que, por rijosos, ellos se perdieron la oportunidad o para confirmar que, en efecto, Francisco como extranjero, no entendió la  magnitud y significado que el caso Iguala tiene para los mexicanos y compró fácilmente los argumentos de división interna esgrimidos por el gobierno.

gran angular  hector pablo ramirez

NO SE NECESITAN PRÍNCIPES

No se vieron con Francisco las multitudes que en su momento convocó en las calles de la ciudad de México Juan Pablo Segundo, pero entonces  no vimos con el ahora santo, la humildad y hondura de pensamiento que el Papa jesuita ha derrochado en estos dos días que lleva en nuestro país. Sencillez y profundidad que no son, como pareciera, una contradicción.

Desde el inicio de su pontificado Francisco mostró una humildad con la que ha sido congruente en estos casi tres años que lleva en el trono de Pedro. Y aquí, por ejemplo, ante los fieles que lo acompañan en todo momento afuera de la Nunciatura Apostólica, dejó ver la sencillez con que les recuerda como rezar y la congruencia con su particular modo de vivir la fe, en los mensajes que dio Palacio Nacional y en la Catedral Metropolitana. Así, mientras abrazó a sus fieles, recriminó al poder económico y político, y a obispos y cardenales, los príncipes de la Iglesia.

Francisco se convirtió así en el primer Papa que es recibido en el Palacio Nacional aun con las relaciones diplomáticas restablecidas en 1992, lo que entraña un hecho histórico tratándose de un país, el nuestro, que mucha sangre derramó en la confrontación Iglesia-Estado. Ya con la vista puesta en el presente y de cara al futuro, significa la reconciliación plena entre México y El Vaticano.

Desde ese inmejorable escenario, el Patio de Honor de la sede del Poder Ejecutivo, se refirió al bien común que ahora, dijo, no tiene buen mercado, y advirtió que el camino del privilegio o el beneficio de unos pocos en detrimento del bien de todos, convierte a una sociedad en “terreno fértil para la corrupción, el narcotráfico, la violencia, la exclusión y el tráfico de personas”, plagas que causan sufrimiento y frenan el desarrollo. Y justo ahí estaban los privilegiados, buscando la foto con el Papa, sólo por eso, por la foto, no creo que para redimirse.

En la Catedral congregó a obispos y cardenales mexicanos, príncipes de la Iglesia. Le dirigió un discurso duro, de hecho un regaño, por la distancia que ellos mismos han agrandado con su grey, y por las divisiones e intrigas existentes al interior de la jerarquía episcopal. “No se dejen corromper por el materialismo trivial ni por las ilusiones seductoras de los acuerdos debajo de la mesa” les pidió desde el Altar del Perdón. Y les recordó: “no se necesitan príncipes sino una comunidad de testigos del señor”.

El discurso de Francisco repasó los graves problemas de violencia que ha traído a México el narcotráfico, amenaza de la que, a su juicio, no ha sido ajena la Iglesia mexicana, ni por el daño causado a sus miembros ni por la posibilidad de que la contamine.

“Les ruego por favor no minusvalorar el desafío ético y anti cívico que representa para la juventud y para la entera sociedad mexicana, comprendida la Iglesia. La proporción del fenómeno, la complejidad de sus causas, la inmensidad de su extensión, como metástasis que devora, la gravedad de la violencia que disgrega y sus trastornadas conexiones, no nos consienten a nosotros, Pastores de la Iglesia, refugiarnos en condenas genéricas, sino que exigen un coraje profético y un serio y cualificado proyecto pastoral para contribuir, gradualmente, a entretejer aquella delicada red humana, sin la cual todos seríamos desde el inicio derrotados por tal insidiosa amenaza”.

RECUERDAN A LOS 43 ESTUDIANTES CON UNA MARCHA Y UNA MISA EN CIUDAD DE MÉXICO

Un punto central del mensaje fue el de la necesaria unidad de la jerarquía ante el tamaño de ese y otros desafíos. Incluso se salió de las líneas que llevaba escritas: “si es preciso peléense pero háganlo dando la cara, peléense como hombres, diriman las diferencias y después recen juntos como los hombres de Dios que son. Él mismo reveló que improvisaba, le ganó la emoción y la hondura de su reflexión:

“No pierdan, entonces, tiempo y energías en las cosas secundarias, en las habladurías e intrigas, en los vanos proyectos de carrera, en los vacíos planes de hegemonía, en los infecundos clubs de intereses o de consorterías. No se dejen arrastrar por las murmuraciones y las maledicencias”.

Y el cardenal Norberto Rivera, arzobispo primado de México escuchaba ahí, sombrío, rumiando el secreto a voces que refiere su incómoda relación con el Papa y de la confrontación que sostiene, desde el conservadurismo que representa, con los actuales dirigentes del Episcopado Mexicano.

Acusaba recibo, junto con toda la jerarquía, de un mensaje abrumadoramente sencillo y muy cercano a los tonos y a las formas de nuestro hablar latinoamericano: “no se duerman en sus laureles”.

Ni las víctimas ni los desaparecidos

La noche del domingo 14 de febrero, ya con el Papa en México y satisfecho con el regaño que el día anterior le propinó a la jerarquía católica mexicana, y la profundidad de su elocuente oratoria, vi en el cine “Spotligth”, traducida aquí “En primera plana”.

El filme cuenta como la unidad de investigación del periódico The Boston Globe, llamada “Spotligth”, documentó las maniobras de la Iglesia Católica de Massachusetts para ocultar y encubrir un sin número de abusos sexuales perpetrados por medio centenar de sacerdotes, un excelente trabajo periodístico con que el Globe ganó el Premio Pulitzer en 2003.

La película me sacudió la cabeza: 1. Por el abandono a que hemos echado los medios mexicanos al riguroso periodismo de investigación y su falta de voluntad o agallas para enfrentar al poder, salvo contadísimas excepciones; y 2. Por el escabroso asunto de la pedofilia de sacerdotes católicos que en México tiene su más vergonzosa expresión en el fundador de los Legionarios de Cristo, Marcial Maciel, escándalo revelado por La Jornada, del que después hicieron eco en televisión Carmen Aristegui y Ciro Gómez Leyva.

De la viciosa proclividad del periodismo mexicano a reproducir declaraciones y verdades oficiales,  ya habrá oportunidad de comentar en otra columna, pues la presencia del Papa en el país obliga a reflexionar ya sobre el otro asunto.

El abuso sexual de sacerdotes a los que se confía el cuidado, la fe  y la educación de los  menores causó y causa mucho enojo. La burla sufrida y la decepción generada es, a no dudarlo, una de las razones por las que decae el interés o la atracción por la Iglesia Católica y los hombres que la gobiernan, más aun cuando se supo que Maciel era protegido de Juan Pablo Segundo y del sombrío cardenal Norberto Rivera.

La gente, por cierto, no reniega de su arraigada fe en Dios y la Virgen de Guadalupe, pero se ha vuelto reacia a las estructuras de la Iglesia y sus representantes.

Francisco ha convencido con su humildad y hondura oratoria, pero aun no lo suficiente como para sacudir el enojo causado por la pederastia sacerdotal. Y en ese sentido, una forma que acaso le permitiría remontar esa barrera, es que en el escaso día que le queda de estancia en México, recibiera y escuchara a las víctimas de semejante felonía.  Mejor aún, que sumara a la interlocución directa a los padres de los 43 normalistas de Ayotzinapa desaparecidos en Iguala, otro caso ejemplar de la impunidad que nos ahoga.

El Vaticano, a través del vocero Federico Lombardi, dijo el martes 16 de febrero  desde Morelia,  que el Papa ya ha fijado claramente su posición contra la pederastia y que el miércoles 17, en Ciudad Juárez, rezaría por los más de 20 mil desaparecidos en México. Reiteró, además, la invitación a algunos de los familiares de los normalistas, a estar en la misa que oficiará en esa localidad fronteriza, lo que éstos rechazaron en definitiva.

Francisco no habló ni consoló a las víctimas de pederastia ni a los familiares de Ayotzinapa. Su visita a México, por lo tanto, quedó incompleta. La humidad y profundidad mostradas habrán sido insuficientes para recuperar la confianza en la Iglesia de muchos mexicanos.

(rrodrguezangular@hotmail.com  , @RaulRodriguezC ,  raulrodriguezcortes.com.mx ).

GRAN ANGULAR ADOLFO TOLEDO