Fueron dos plagas; hoy son más


Batallas entre españoles y mexicas

En tiempos de la conquista de México.

  • Infecciones que trajeron europeos a América mermaron población indígena.
  • Ejércitos llegados al nuevo continente no eran precisamente del rey Carlos V.
  • Metales como el oro y la plata fueron los grandes impulsores de la conquista.
  • Malintzin, Marina o La Malinche; verdadero papel de esta mujer en la historia.

Reportajes Metropolitanos

Carlos Ravelo Galindo, afirma:

La conquista fue de los microbios, porque los indígenas no tenían los anticuerpos para protegerse de las infecciones que traían los europeos. Como hoy, que en el sector salud, no hay medicamentos. Y no se hubiera logrado sin las dos plagas, pues sería muy difícil que un puñado de españoles sometieran a millones de personas sin la colaboración de al menos una parte de ellos.

Así nos lo dice la escritora doña Norma Vázquez Alanís: Aliados y microbios, los autores de la conquista.
Y así, en su muy especial forma de narrarlo, nos entera que la Conquista de México la hicieron los indígenas que, hartos del sometimiento y los altos tributos que debían pagar a los mexicas, se aliaron con Hernán Cortés para conseguir su libertad.

El encuentro

Ayudados por los microbios, ocasionaron la mayor devastación porque los nativos no tenían los anticuerpos necesarios para protegerse de las infecciones que traían los europeos. A su parecer, la conquista de México, de Perú y de toda la América hispana, e incluso de la América sajona, era algo inevitable.
Si no hubieran llegado los españoles y los portugueses, habrían llegado los ingleses o los holandeses o los franceses, porque Europa estaba en ese momento en expansión y América no, precisó el estudioso de la historia cultural de la Edad Media y de la Nueva España.

Doña Norma, justa en su escribir afirma que con esta provocativa tesis abordó el doctor en Filosofía y Letras por la Universidad de Sevilla, España, y en Historia por la Universidad Nacional Autónoma de México, Antonio Rubial García, el fenómeno complejo que fue la caída de Tenochtitlán.
Fue en su conferencia dentro del ciclo ‘En torno a la Conquista’ que organizó el Centro de Estudios de Historia de México (CEHM) de la Fundación Carlos Slim.

Rubial García sostuvo que, para entender la conquista, debe tenerse en cuenta que el aumento del comercio exigía contar con metales preciosos para acuñar moneda y eso fue uno de los motores que impulsaron el descubrimiento de América.

Avasallamiento de una cultura

Además de las pretensiones de en Occidente establecer un imperio universal, estaban presentes desde que los romanos lograron dominar todo el Mediterráneo. La historia del mundo es cíclica con procesos de universalización y de regionalización. Entonces, América se insertó dentro de esas creencias porque era el paso obligado hacia la unificación final de la humanidad bajo una sola cabeza, un rey católico.

Aquel era un momento de crisis para la iglesia católica, dividida por la reforma protestante. América era la solución a ese dilema pues los indios americanos llenarían los espacios celestiales que dejaban los protestantes y todos los enemigos de la fe tuvieron que ver con ello.
Esa estrategia posibilitó a Cortés recibir ayuda de las comunidades indígenas -reparto de tierras y fundación de ciudades-, y fue también una conquista de tipo tecnológico por el uso de animales para la carga y la introducción del hierro y de la rueda, además de la denominada conquista espiritual o cristianización por parte de los frailes.

Esta la creencia de que los ejércitos llegados a América eran los del rey Carlos V, pero no fue así. Fueron aventureros en busca de oro y gloria, e inspirados por las novelas de caballería, querían gloria para el futuro y oro para el presente.

Malintzin o La Malinche

No todos los conquistadores venían de la península ibérica. Uno de los mitos más arraigados en el imaginario popular – sostuvo el conferencista-, es el de la devastación y el exterminio. Como en toda guerra, hubo destrucción y muertes, pero a los españoles no les interesaba exterminar a los indígenas porque eran su fuerza de trabajo.

Lo que querían los reyes era su conversión al catolicismo y su salvación, de manera que la mayor catástrofe provino de los microorganismos. Nueva España se convirtió en el centro de este comercio internacional globalizado.

FUE TRADUCTORA DE HERNÁN CORTÉS

Carlos Ravelo Galindo, afirma:
El malinchismo comenzó a tomar fuerza entre nuestros intelectuales del siglo XIX, y representa, para los mexicanos, la subestimación de lo mexicano, la preferencia por lo extranjero y, en más de una ocasión, la traición a la patria. Es una actitud favorable, y con frecuencia sumisa, a todo lo extranjero.

Empero, en sus raíces latina y náhuatl, no tiene relación con el extranjerismo o menosprecio a lo propio. Dar marcha atrás al malinchismo representará un reto enorme para quien deba tomar esta decisión.

Bernal Díaz del Castillo

Luego de leer sobre la Malinche o Marina, la escritora, periodista e historiadora Norma Vázquez Alanís, nos amplía la perspectiva al afirmarnos que La verdadera Malinche, fue muy distinta a los mitos que existen.
“Malinche no traicionó a nadie, fue expulsada por la violencia de su territorio y rodó por la vida con el deseo de volver a su casa. Hizo lo que le tocó hacer: traducir para Hernán Cortés, porque era la única manera de lograr su libertad e irse a su lugar de origen con los suyos.

Eso no la hace traidora”. Sin embargo, la cultura popular encasilló a Malinche como el símbolo de la traición, la que prefirió a los extranjeros sobre los nativos de estas tierras. En el Centro de Estudios de Historia de México (CEHM) de la Fundación Carlos Slim, se presentó una imagen más real de este personaje. Malinche y Cortés no se enamoraron, “porque no existe registro alguno en la historiografía de que hubo un enamoramiento entre ellos. Malinche era la esclava y estaba acostumbrada a tener relaciones sexuales con sus señores.
Cortés tenía no una, sino muchas mujeres y tenía hijos aquí y allá, se dijo. Este tema del enamoramiento es el que ha contribuido a crear este mito de la Malinche traidora cautivada por el extranjero.

Para ello consultó con historiadores y etnoantropólogos, a fin de conocer quién era Malinche, dónde están y cuántas referencias de ella existen en la historiografía.

Y así contar la historia desde el punto de vista de una mujer indígena de hace 500 años. Malinche no podía saber cuál era su destino cuando se la entregaron a Cortés. Ella solo quería sobrevivir.

Hernán Cortés

Cortés era dueño y señor de tierras. Comentó que se había decidido por una Malinche tímida y temerosa -no bulliciosa y entrometida como la pintó Bernal Díaz del Castillo.

Y un pilón como diría don Octavio García: A Malinche o Marina le toco vivir en un lugar donde la educación era obligatoria y satisfecha plenamente. Los servicios médicos y sanitarios gratuitos.

El alcoholismo y la delincuencia, si lo hubo, eran mínimos. Como mujer de esas tierras, nació con un quehacer y una misión que cumplir.
Como princesa, tuvo una educación especial; y además de su lengua materna, aprendió otros dialectos con gran facilidad, lo que le permitió ascender rápidamente como diplomática.

Mujer bella, de ojos negros, almendrados, un esbelto cuerpo y una piel suave, atraía la mirada de los varones. Bernal Díaz del Castillo la describió como “una india de muy buen ver, muy desenvuelta y muy entrometida” Su nombre original, al parecer, fue Tenépal, hija de un cacique de Painala, lugar cercano al río Pánuco, en los confines del territorio dominado por los mexica.

A la muerte de su padre fue vendida por su padrastro a unos pochteca (mercaderes) que la llevaron de Xicalango a los dominios mayas de Tabasco. Junto con otras 19 jóvenes, fue obsequiada a los españoles a su llegada a tierras amerindias y fue bautizada con el calificativo cristiano de Marina, nombre que los aborígenes convirtieron en Malina, por no existir el fonema “r” en la lengua náhuatl.

La codicia de los conquistadores

Más adelante se le agregó el sufijo reverencial (por ser una princesa) “Tzin”, lo que le convirtió en Malintzin.
Por la cercana presencia de Malintzin a Hernán Cortés –como su intérprete en varias lenguas- pronto comenzaron a llamar al conquistador Malintzine, esto es, “el que posee a Malintzin”, y el nombre de ella, pronunciado por los hispanos pasó a ser “Malinche” en el caso de ella y el señor Malinche, para el español.

Ella sufrió el trauma psicológico al pasar de su condición privilegiada, como hija de un tlatoani o cacique, a esclava en tierras extrañas étnica, cultural y lingüísticamente.

Su primer poseedor fue Portocarrero, luego Cortés y, más adelante, el mismo conquistador la casó con Juan Jaramillo, sin que doña Marina objetara la determinación de su señor en turno.

Su inteligencia iba aunada a su educación—como la de toda mujer náhuatl—de obediencia y respeto a su señor.

También era importante su ayuda en el hogar y tras el campo de batalla. (Costumbre que prevaleció hasta la revolución de 1910 con las “soldaderas”)

craveloygalindo@gmail.com