En las nubes: Amigos, el gran tesoro


Antídoto para un enemigo, cincuenta amigos, afirmó Aristóteles.

Si lo que vas a decir no es más bello que el silencio. Mejor no lo digas.

¿Cuál es el verdadero papel de los legisladores en México?

Privilegiar a los amigos y cómplices duele y daña a los mexicanos.

Carlos Ravelo Galindo, afirma:

 Hace mucho, mucho tiempo, cuando era niño mi madre María Teresa, me compró un póster con dos cachorros que decía: «Los amigos hacen que todo sea dos veces divertido».

Muchos años después todavía lo encuentro igual de cierto.

Nada hace la vida más rica que un buen puñado de amigos con los que compartir buenos momentos.

En definitiva compañeros de vida.

Aquí tienes algunas citas inspiradoras, creadas por mentes con más sabiduría que la mía, sobre las alegrías de las verdaderas amistades.  Las deseo repetir ahora:

El antídoto para cincuenta enemigos es un amigo, decía el filósofo  Aristóteles.

Si tienes amigos locos lo tienes todo. Casi siempre desconocido.

Los amigos son como paredes, a veces te apoyas en ellos y algunas veces es suficiente saber que están ahí.

Cuenta tu edad con amigos, no con años, cuenta tu vida con sonrisas, no con lágrimas.

A veces las cosas más ordinarias podrían hacerse extraordinarias, simplemente  haciéndolas con las personas adecuadas.

 

TERAPIA, LUZ Y ESPEJO

A veces, tomar café con tu mejor amigo es toda la terapia que necesitas.

Los amigos son como flores, iluminan tu día.

Solo tus verdaderos amigos te dirán cuando tu rostro está sucio.

Un buen amigo es el   que está  cerca del corazón y siempre  ahí cuando necesitas apoyo.

Un amigo pasa por alto tu cerca rota y admira las flores en tu jardín.

Los verdaderos  amigos son los que tienen buenas cosas que decir sobre ti cuando no estás.

La amistad no es sobre quien conoces desde hace más tiempo… es acerca de quien vino, y nunca se fue de tu lado.

Y podemos agregar algunos propios. Y de amigos. Claro.

El que busca un amigo sin defectos. Se queda sin amigos.

Caer está permitido. Levantarse es obligatorio.

Si no actúas como piensas, terminarás pensando (sic) como actúas.

Hay que escuchar a la cabeza, pero dejar hablar al corazón.

No hay nostalgia peor que añorar lo que nunca jamás sucedió.

Y, por último, alguien me sentenció:

Si lo que vas a decir no es más bello que el silencio. Mejor no lo digas.

En lo que estamos totalmente de acuerdo, queridos amigos.

 

 Y… LOS PRIVILEGIOS

Carlos Ravelo Galindo, afirma:

No  cesan de hablar. Prometer. Enunciar. Pero en firme nada. Absolutamente nada. Lo vemos a diario.

Por eso es que a causa de una larga servidumbre de las conciencias se han introducido los más deplorables perjuicios. El pueblo cree, casi de buena fe, que no tiene derecho más que a lo que está expresamente permitido por la ley.  Nos lo dicen día y noche. Sin el menor rubor.

 

PAPEL REAL DE LEGISLADORES

Parecen ignorar que la libertad es anterior a toda sociedad y a todo legislador. Y que los hombres no se han asociado más que para poner sus derechos  a  cubierto de los atentados de los malos. Y  al abrigo de esta seguridad, para entregarse a un desarrollo más amplio, más enérgico y más fecundo en el goce de sus facultades morales y físicas.

El legislador ha sido establecido no para conceder, sino para proteger nuestros derechos. Si a veces limita nuestra libertad, lo hace en virtud de aquellos de nuestros actos que resulten perjudiciales a la sociedad y, por tanto, la libertad civil se extiende a todo aquello que la ley no prohíbe.

Con ayuda de estos principios elementales podemos juzgar los privilegios.  Lo platicamos así, con  don Fernando Calderón Ramírez de Aguilar.

Aquellos que tienen por objeto una dispensa de la ley no pueden sostenerse. Toda  ley dice, directa o indirectamente: no hagas daño a tu prójimo.

Ello  supondría algo así como decirles a los privilegiados: se os permite hacer daño al prójimo. No hay poder al que le sea dado esa concesión.

Si la ley es pertinente, debe obligar a todo el mundo, pero si es mala, es preciso destruirla, borrarla, desaparecerla, lo que sea adecuado para que no se convierta en un atentado contra la libertad.     A los ciudadanos no se les puede arrebatar nunca una porción de su libertad.

Por su propia naturaleza, todos los privilegios son pues, injustos, odiosos y están en contradicción con el fin supremo de toda sociedad política.

Los privilegios honoríficos tampoco pueden salvarse de este precepto, ya que tienen además un vicio adicional, que es el peor de todos.  Tienden a envilecer a la gran masa de ciudadanos y, ciertamente, no es pequeño el mal que se causa al hacerlo.

No se entiende como se ha podido soslayar esa gran humillación de millones y millones de hombres.

ravelo legisladores mexiacnos.

UNA VERDADERA ENFERMEDAD

En el momento en que un poderoso imprime a un ciudadano el carácter de privilegiado, abre en el alma de éste un interés particular y la cierra a las inspiraciones de interés común.

Nace en su alma un deseo inminente de destacarse. Un  ansia insaciable de dominación.     Este deseo, que por desgracia tiene una enorme analogía con la naturaleza humana, es una verdadera enfermedad antisocial.

Tratemos de penetrar momentáneamente en los sentimientos de un privilegiado.

Junto con sus colegas, se considera a sí mismo como un orden aparte, escogida por la nación.

Piensa que, ante todo, se debe a los de su casta y los demás sólo son los otros.

Veamos con ojos avizores a los grandes privilegiados y a todos los grandes mandatarios a quienes su Estado coloca en situación de gozar de todos los pretendidos encantos de la superioridad.

Todos ellos se encuentran solos.  El fastidio fatiga su alma, y venga  así los derechos de la naturaleza.

Hay que observar el ardor impaciente con  que vuelven a sus cotos de poder en busca de sus iguales. E insensato sembrar continuamente en el terreno de la vanidad. Sólo  pueden recoger más que las zarzas del orgullo y la adormidera del tedio.

No confundir lo anterior con la superioridad de funciones y no de personas. No enorgullece a unos, ni humilla a los otros.

 

… A PROPÓSITO DEL FUERO

Lo importante de los privilegios es obtenerlos por valía propia y no por herencia y  hacer buen uso de ellos en beneficio siempre de su conglomerado social.

Los fueros civil y militar son algo que debemos manejar y supervisar con mucho cuidado. Que  no caigan para  mal uso de esos servidores públicos.

Como desgraciadamente, insistimos nosotros con el médico Calderón, sucede en la actualidad con la corrupción latente.

Privilegiar a los amigos, a los cómplices, para obtener, también la autoridad, llamase ejecutivo, legislativo o judicial, son  utilidades en agravio del pueblo.

Lo vemos hoy en el caso de don Aurelio quien “liberó de toda culpa” en la compra y regreso de la casa blanca al señor de los pinos.

Ya le dieron otro  cargo, como privilegio ¿O no?

craveloygalindo@gmail.com