- Revela embajador méritos de haber laborado en la sede diplomática.
- El edificio es un referente histórico y considerado atracción turística.
- Heroicas mujeres que dieron su vida por la Independencia de México.
Reportajes Metropolitanos
Carlos Ravelo Galindo, afirma.
Si, del XX aniversario de la joya arquitectónica de México en Berlín. Y nada menos que el embajador Jorge Castro Valle Kuehne le concede el honor a su colega emérito Antonio Pérez Manzano darnos a conocer su plática.

Sin demérito de otras representaciones, en mi opinión personal ninguna compara con la belleza de nuestra embajada en Berlín, que este 22 de noviembre festejó el XX aniversario de su inauguración.
Mi primer contacto con ella fue como turista, en Semana Santa de 2002, cuando regresé a Berlín por primera vez desde la Unificación Alemana, acontecimiento histórico que tuve el privilegio de presenciar como último representante diplomático mexicano ante la extinta República Democrática Alemana (RDA) en1990.
Mi esposa y yo tomamos un “turibus” que, para orgullosa sorpresa nuestra, hizo una breve parada enfrente de nuestra embajada refiriéndose a ella en términos elogiosos por su original diseño arquitectónico y como uno de los principales atractivos turísticos de esa fascinante urbe.
Fue, literalmente, amor a primera vista, pero lejos estaba de imaginarme que, tan sólo 15 meses después de este “flechazo”, estaría yo despachando en esa espectacular sede como Embajador de México ante la República Federal de Alemania (RFA).
Al cumplirse el XX aniversario de nuestra joya arquitectónica en Berlín, deseo rendir homenaje y dejar testimonio de mi reconocimiento y admiración por sus ilustres creadores, a cuyo genio y visión se debe que México cuente con uno de los instrumentos más poderosos y nobles para la promoción de su imagen positiva en el mundo, del cual los mexicanos podemos sentirnos sumamente orgullosos.
En lo personal, tendré con ellos una eterna deuda de gratitud por haber contribuido con su emblemática obra a hacer de mi gestión diplomática en Alemania una de las experiencias más gratas, estimulantes y enriquecedoras en mi larga carrera en el Servicio Exterior.
En mi trayectoria en el Servicio Exterior Mexicano, y especialmente en mis viajes alrededor del mundo durante mi gestión como Director General de Protocolo, llegué a conocer muchas sedes diplomáticas de México.

Sin demérito de otras representaciones, en mi opinión personal ninguna compara con la belleza de nuestra embajada en Berlín, que este 22 de noviembre festejó el XX aniversario de su inauguración.
Antes de entrar en detalle sobre esta joya arquitectónica, conviene poner en contexto histórico los factores que incidieron en su construcción:
En el tratado suscrito entre la RFA y la RDA en 1990, se acordó que Berlín sería la capital de la Alemania unificada.
Al año siguiente, en una cerrada votación, el Parlamento federal decidió igualmente el traslado de los poderes ejecutivo y legislativo a Berlín, desplazando a Bonn como su sede.
Ante la complejidad de la instrumentación de esa medida, se dio como plazo máximo el año 2000 para que las diferentes dependencias se establecieran en la nueva capital.
Ello ocurrió en el segundo semestre de 1999, 50 años después de la fundación de la llamada “República de Bonn” y 10 años después de la caída del Muro de Berlín.
Este plazo perentorio también aplicó para las misiones diplomáticas que hasta ese momento conservaban sus sedes en Bonn.
Con tal motivo, y con la voluntad política de cumplir cabalmente con esta disposición, en 1997 el gobierno del entonces presidente de México, Ernesto Zedillo, convocó a un concurso para diseñar nuestra nueva embajada en Berlín.
Participaron ocho grupos, resultó seleccionado por un jurado el proyecto presentado por los destacados arquitectos Teodoro González de León y Francisco Serrano.

Con facilidades otorgadas tanto por el gobierno federal alemán como el de Berlín, se consiguió un terreno con una ubicación privilegiada en el barrio diplomático del Tiergarten, equivalente al Central Park de Nueva York.
La construcción del inmueble inició en diciembre de 1999 y concluyó, en tiempo récord, once meses más tarde.
Toda una hazaña para estándares alemanes
Que fuera un testimonio del México moderno en el umbral del siglo XXI y que se convirtiera en motivo de orgullo para los mexicanos y de asombro para toda persona que la visitara.
Que, por su singular diseño, relacionara a México con Alemania en el contexto de una nueva etapa de los vínculos diplomáticos entre ambos países.
Que, por su ubicación privilegiada, tuviera una inconfundible presencia urbana y se volviera un auténtico ícono de la capital alemana.
Un edificio claro, luminoso, que mostrara una forma singular de construir, con un material distinto: concreto blanco cincelado, con mezcla de agregados blancos, que invitara no sólo a verlo sino también a tocarlo.
Con particularidades mexicanas de expresión que le confirieran representatividad monumental y, al mismo tiempo, ligereza y transparencia.
El inmueble que ocupa una superficie de 1,300 m², tiene 18 metros de altura y consta de cinco niveles cuyos aspectos más sobresalientes son:
Su imponente puerta de bronce, que da la bienvenida e invita a entrar y sentirse como en México.
La fachada, de color blanco, con columnas de una sola pieza que forman una especie de persiana que, al pasar por enfrente del edificio, da la impresión de abrirse para mostrar su interior o cerrarse, dependiendo de la perspectiva, produciendo un efecto de abanico.

El atrio, que para algunos está inspirado en el observatorio maya de Chichen Itzá, es un cilindro con techo transparente que permite la entrada de luz natural e ilumina todo el edificio.
En ese mismo espacio, una serie de jardineras en forma de pirámide con plantas naturales que simbolizan el enfoque ecológico y la sustentabilidad que caracterizan al inmueble.
Un funcional salón de usos múltiples adaptable para albergar todo tipo de eventos como ceremonias, recepciones, conferencias, exposiciones de arte, proyecciones de cine, conciertos y recitales, entre otros.
Sin embargo, pecaría de omisión si no reconociera que, más allá del conocimiento del alemán, mi principal “aliado” – como el de todo embajador mexicano en Berlín – fue el maravilloso edificio sede de nuestra misión diplomática.
ME LLAMO LEONA Y QUIERO
SER UNA FIERA LIBRE
Carlos Ravelo Galindo, afirma:
Bien dice nuestro compadre el abogado de Camargo, Chihuahua Ismael Villa Salcido, con permiso de Cecilia, su esposa de siempre, en torno al Mañanero:
“Y sigue siendo, valemos el gerundio, pésele a quien le pese, el REY
Acabamos de leer también en Candelero del colega Abraham Mohamed Zamilpa.
“Felicitaciones nos acaba de reclasificar la Organización Mundial de la Salud, así:
1- Menores, de 0 a 17 años
2- Jóvenes, de 18 a 65
3- Edad Media, de 67 a 79
4- Viejos, de 80 a 99 y

5- Mayores de larga vida. Después de los 100 años”.
Como don Fausto, con 103, añadimos con integridad, y con brindis a la una con una. Amen.
Y seguimos con esa frase. Una frase de su infancia la define cabalmente:
“Me llamo Leona y quiero ser una fiera libre
Fueron muchas, no sólo dos, las heroínas en las filas insurgentes y doña Norma Vázquez Alanís, historiadora impar nos platica con su amenidad del conversatorio ‘Mujeres de la Independencia de México’ convocado por el Centro de Estudios sobre la Mujer de la Academia Nacional de Historia y Geografía (ANHG), patrocinada por la Universidad Nacional Autónoma de México.
¿Qué hacemos nosotros ahora por México, para que resurja?
El ser académicos nos obliga a difundir la otra visión de la historia de México.
El rol femenino en ese movimiento insurgente, ha sido poco estudiado pero muy importante porque ellas formaron una intensa red de correos y es necesario recuperar sus historias.
A esta red perteneció Leona Vicario, quien se convirtió en Benemérita Madre de la Patria.
Nacida en la capital de la Nueva España, participó en tertulias literarias, su objetivo fue que la sociedad pensara, y su actuación en el movimiento fue por su infinito anhelo de tener una patria libre.
Su misión también fue proporcionar noticias sobre los insurgentes a sus esposas.
Simultáneamente, Leona comenzó a colaborar en periódicos con artículos sobre política, asunto del que sabía mucho porque era una persona ilustrada y es considerada la primera mujer periodista de México, aunque sus textos los firmaba con seudónimo.
Siempre fue una ciudadana intachable y una defensora férrea de la causa libertaria con una inteligencia intuitiva. Una frase de su infancia la define cabalmente: “Me llamo Leona y quiero ser una fiera libre”.
Un episodio casi desconocido del periodo independentista fue relatado por la maestra en derecho Elizabeth Rembis Rubio, presidenta de la ANHG.
Tres mujeres amigas de Leona Vicario que participaban también en el movimiento, llevaron a cabo la proeza de sacar de la ciudad de México una imprenta completa desarmada escondida en sus vestidos; posteriormente metieron las piezas en melones y sandías para hacerlas llegar a José María Morelos y Pavón.
Otras participantes en la insurgencia fueron Petra Arellano, quien financió con su herencia al movimiento y contribuyó directamente en las fugas de algunos combatientes mediante recursos para que sobrevivieran.
Así como Rita Pérez, la esposa de Pedro Moreno, quien junto con sus cuñadas e hijos siguió a su esposo en la lucha armada.
Contribuían a cuidar enfermos y heridos, y preparaban la comida. Rita participó en el sitio del Fuerte del Sombrero en Guanajuato.
Rembis Rubio expuso que el Congreso de la Unión tiene registradas 212 mujeres que participaron en la lucha de Independencia, muchas de las cuales estuvieron presas en conventos o en las llamadas Casas para Recogidas.
Entre las protagonistas de la gesta independentista se encuentra Manuela Molina, ‘La capitana’, una indígena de Taxco que formó un grupo para unirse a Morelos y fue partícipe del Sitio de Cuautla.
Se le concedió el cargo de capitana y logró poner en fuga a los realistas.

Asimismo, están Tomasa Estévez y María Luisa Martínez, quienes escondían a los insurgentes en sus casas y eran espías con los realistas para dar información a los alzados.
Martínez fue acusada de llevar noticias, víveres y recursos a los líderes del movimiento y fue fusilada en Michoacán.
Contrario a lo que podría suponerse, la contribución de las integrantes femeninas en el movimiento libertador fue copiosa, aunque sólo algunos nombres han sido rescatados por los investigadores, apuntó la presidenta de la Academia Nacional de Historia y Geografía.
La esposa del coronel insurgente José María Rivera, María Fermina Rivera, acompañaba a su marido a los campos de batalla; ahí tomaba el fusil de algún herido y abría fuego con la misma valentía que el mejor soldado.
Murió en acción en Chichihualco al lado de Vicente Guerrero.
Por su parte, Manuela Herrera, huérfana de madre, quemó su hacienda para que los realistas no encontraran recursos y alojó a Francisco Javier Mina en el rancho El Venadito donde ambos fueron hechos prisioneros.
El compromiso del segmento femenino de la población indudablemente contribuyó al triunfo de la causa independentista.
Altagracia Mercado formó una división y fue la cabeza al enfrentar a los realistas.
En uno de los combates fue encarcelada, pero el coronel que comandaba la aprehensión ordenó dejarla libre porque -dijo- «mujeres como esas no merecían morir».
Guadalupe Rangel de García atacó un convoy realista para quitarle las armas y también un grupo de mujeres de Miahuatlán, Oaxaca, asaltó un cuartel realista para llevarse el arsenal, mismo que hicieron llegar a los insurgentes.
¿Qué hacemos nosotros ahora por México, para que resurja?
Nos obliga a difundir la otra visión de la historia de México.
Y transmitirlo a las nuevas generaciones.
Como hacemos con su ayuda doña Norma.