El reportero más fino de su generación: Poniatowska


Luis Enrique Ramírez

Mónica Mateos-Vega/La Jornada

LUIS ENRIQUE RAMÍREZ FUE HERIDO DE

BALA EN UNA PIERNA, DICE FGE SINALOA

Culiacán, Sin. El periodista sinaloense Luis Enrique Ramírez, encontrado asesinado este jueves en Culiacán, fue secuestrado y recibió un disparo en una pierna, informó la Fiscal General de Sinaloa, Sara Bruna Quiñónez.

Honras fúnebres para Luis Enrique

El jueves por la tarde elementos de la Fiscalía del Estado de Sinaloa realizaron trabajos periciales en la colonia Industrial Bravo, de Culiacán, dónde se presume que el periodista fue privado de la libertad.

En el lugar fueron encontrados dos casquillos con manchas de sangre y un celular quebrado, presuntamente de Luis Enrique Ramírez.

La causa de muerte del periodista —quien fue encontrado por una brecha al sur de Culiacán— fundador del medio digital Fuentes Fidedignas, ex colaborador de La Jornada, y colaborador de El Debate y Noroeste, fue por golpes en la cabeza.

Por su parte la Junta de Coordinación Política del Congreso del estado de Sinaloa demandó mediante un comunicado que la investigación que realice la Fiscalía General del Estado sea veraz y transparente.

“La sociedad sinaloense se vuelve a conmocionar con la triste noticia del asesinato del periodista Luis Enrique Ramírez Ramos. La Junta de Coordinación Política del Congreso del Estado de Sinaloa, manifiesta su repudio por el asesinato del Director del portal de noticias Fuentes Fidedignas y columnista del periódico El Debate”, dijo.

Elena Poniatowska

Ciudad de México. Antes de dedicarse a la columna política, el periodista Luis Enrique Ramírez, asesinado este jueves en su natal Culiacán, fue en los años noventa una de las plumas más destacadas del periodismo cultural en México, reconocido por sus puntillosas y certeras entrevistas.

En su hombro lloró Elena Garro; brindó con Chavela Vargas; Angélica María le confesó su simpatía por el alzamiento zapatista; con Gloria Trevi habló sin tapujos de norteña a norteño; Rufino Tamayo le explicó su amor por la vida; en su charla con José López Portillo, el ex presidente le contó por qué para él era un honor que le dijeran “perro”, y Elena Poniatowska lo definió, entre los jóvenes periodistas de aquel momento, como “el más fino, el más perceptivo, el más talentoso y, desde luego, el más encantador”.

Luis Enrique nació en 1963 en la capital de Sinaloa. Tenía 17 años cuando comenzó a reportear en El Diario, después en el periódico El Debate (donde publicaba su columna El Ancla), y luego comenzó a hacer entrevistas, su género preferido, para Noroeste, todos medios de su terruño.

Estudió en la Escuela de Comunicación Social de Sinaloa y participó en un congreso de periodismo organizado por la Escuela de Periodismo Carlos Septién García, de la mano de su maestra María Teresa Zazueta, quien le abrió el mundo cultural de la Ciudad de México, donde se estableció en 1988.

El fallecido periodista con Elena Garro

Colaboró para El Nacional y El Financiero, antes de llegar a la sección de Cultura de La Jornada en noviembre de 1992, en la cual destacó por sus charlas con personajes del mundo del espectáculo como Chespirito e intelectuales y artistas como Manuel Álvarez Bravo.

“Tiene el don de crear una historia en torno a cada uno de sus entrevistados. Los envuelve en una atmósfera de su invención. Cada personaje le sugiere un universo distinto, un teatrino en el que él jala los hilos, hábil titiritero”, escribió Poniatowska acerca del periodista en el prólogo del libro La muela del juicio (publicado para la Colección Periodismo Cultural del Conaculta), que reúne muchos de los brillantes textos de Ramírez, un referente para las nuevas generaciones de reporteros.

Libro La muela del juicio

Nadie mejor que la autora de La noche de Tlatelolco para describir a quien fue también uno de sus cercanos colaboradores: “Luis Enrique Ramírez es norteño, alto, 1.86 de estatura, de cabello muy tupido y muy negro, ojos negros, cejas negras, a veces intenciones negras y sonrisa seráfica y luciferina (…) Escribe en una laptop tan importante para él que hasta nombre le puso, Miss Jujú, mientras que su pobre gata sigue sin ser bautizada (…) Su pulcritud alcanza su escritura, revisa sus textos casi neuróticamente para evitar cualquier arruga, cualquier doblez, los rocía y los plancha con esmero, y aún así, al verlos publicados dice: ¡Chingüentes, se me fue esa coma!”

También colaboró para las revistas Viceversa, Cuartoscuro, Kiosco, Milenio y en el suplemento cultural El Ángel, del periódico Reforma. Su segundo libro fue La ingobernable, en el que recopiló las largas conversaciones que tuvo con la escritora Elena Garro en Cuernavaca.

De regreso a Culiacán, fundó el portal Fuentes Fidedignas, del que también era director.

Ramírez recibió diversos reconocimientos estatales y nacionales por el oficio al que se entregó con pasión toda su vida: el Premio Pablo de Villavicencio de la Universidad Autónoma de Sinaloa (en dos ocasiones), el Premio de Periodismo del Festival Cultural de Sinaloa y el Premio Nacional de Periodismo Juvenil José Pagés Llergo del CREA.