El diluvio: Soles y lunas de miel, entre otras cosas


Aclaman a López Obrador

Rafael Cardona

Una de las recurrencias más inevitables en el análisis político o al menos mediático,  es el periodo de encantamiento entre el triunfo de una opción y el posterior e inevitable desencanto, cuando las cosas no resultan como se prometieron en el lapso rosa de la “luna de miel” entre el poder recién conquistado y la sociedad siempre frustrada a la larga.

Y las cosas, por llamarle así al conjunto de problemas sin resolver, nunca terminan por hacerse a la medida de las promesas. No dura el himeneo toda la vida. Ni hay discurso o promesa para cambiar la realidad.

El periodo de encantamiento dura mientras la flauta suena: una vez acabada la melodía el faquir guarda la cobra sin veneno en la cesta y se marcha del mercado con las rupias en la bolsa y el ofidio en el fondo del canasto. Hasta el siguiente zoco.

AndrÈs Manuel López Obrador

¿CUÁNTO DURARÁ PERÍODO DE DICHA?

La pregunta hoy es si este periodo de dicha al parecer interminable entre los mexicanos y Morena, va a durar todo el sexenio o se va a interrumpir cuando el fracaso de alguna de las promesas básicas toque a la puerta;  porque –en el mejor de los casos—algunas de las transformaciones ofrecidas no se podrán lograr en un  periodo presidencial y otras, nunca.

Por ejemplo, la descentralización de la administración pública o la erradicación de la violencia; el control de las bandas del crimen organizado o la lucha entre cárteles y la guerra contra el narcotráfico, tenga esta cualquier otro nombre.

Sacar las dependencias del Ejecutivo de la ciudad de México –pongamos ese caso–, es una tarea quizá necesaria pero de muy arduo cumplimiento.

Y el futuro presidente ha prevenido de la lentitud de sus afanes. No será cosa de un día para otro.  Y así, mover la burocracia energética a Tabasco  –por ejemplo–,  implicaría quitar de aquí, la torre de Marina Nacional, pero también  el Instituto Mexicano del Petróleo, ahora convertido en una carcacha de segunda y hasta los hospitales de PEMEX, por no hablar del Consejo de Energía, la secretaría misma y ya de paso los enormes almacenes de gasolina en distintos puntos de la ciudad y la distribución por “pipas”.

Si los edificios e instalaciones se pudieran mover como las maquetas, todo sería muy simple, pero una vez hecho el traslado los empleados de la empresa nacional, ¿vendrán desde Villahermosa o Macuspana a atenderse de sus enfermedades en el hospital de PEMEX si este permanece aquí, o se construirá uno de iguales dimensiones allá?

–¿Y el de aquí se le venderá al Grupo Ángeles o a Star o a Médica, con todo y doctores?

Martha Bárcena

UN CENTRALISMO QUE NO CESA; AL CONTRARIO, CRECE

El asunto no resulta tan simple aun cuando en el fondo sea razonable. El proceso de centralización de México no obedece sino a un fenómeno propio de la historia de México: el centralismo político. Y ese centralismo no se va terminar, por el contrario, se anuncian medidas para fortalecerlo como nunca antes.

La guerra entre los federalistas y los centralistas duró en México muchos años. Ganaron los dos. El centralismo se federalizó y la federación mantuvo un mando central. Esa es una de nuestras paradojas.

En mayo de 1876 Don Vicente Riva Palacio, en un manifiesto a la nación y contra Lerdo de Tejada, escribía algo tan vigente entones como ahora, especialmente cuando se anuncia la centralización de las decisiones administrativas a partir de un delegado personal del Ejecutivo en los Estados, para ordenar y controlar todos los programas federales.

“…la soberanía de los Estados es hoy una irrisión que no tiene razón de ser, desde el momento en que los gobernadores se someten humildemente a las exigencias del Poder Ejecutivo; y donde magistrados íntegros y republicanos, se han opuesto a  la invasión centralizadora, los estados de sitio han caído, acto continuo, sobre las entidades federativas, dejando así a merced del despotismo militar, todos los derechos del ciudadano, preparando por medio de las violencias más incomprensibles, el triunfo de la reelección del Presidente…

Hoy no es necesario hablar de la reelección presidencial. Basta con prolongar la acción concentradora del poder a través del fortalecimiento de un partido, para prolongar no a una persona sino a una forma de pensar y actuar en beneficio de una nueva élite política, así sea la “élite de abajo”, como se nos ha querido hacer creer.

Efecto luna de miel

EJEMPLOS DE FOX Y PEÑA N.

Pero la etapa de enamoramiento electoral suele ser breve. El electorado es veleidoso y a las grandes esperanzas vienen a veces las grandes desilusiones. No es necesario por muchos ejemplos. Vicente Fox fue un caso muy notable y ejemplificativo. Enrique Peña y su bueno PRI fue otro.

La única diferencia en  los casos anteriores y el actual consiste en un matiz de paternalismo. La opción de preferir a los pobres, por encima de todos los demás, para bien colectivo a fin de cuentas, hace de esa clientela una masa insatisfecha por definición.

SE LE HA LLAMADO KEPLER 47

Es un sistema planetario cuya órbita se mueve alrededor de dos soles. Una de esas estrellas es fulgente y enorme. La otra ha perdido dimensión y brillo, pero las órbitas de sus planetas se siguen trazando en el infinito movimiento estelar.

Este informe de la Unión Astronómica Internacional del año 2012, con sus noticias sobre la lejanísima constelación del Cisne, nos hace pensar en la actual situación de México frente a los Estados Unidos.

En una inusual actividad diplomático política, el gobierno americano, ha enviado a tres “big shots” (con todo el equipamiento necesario de seguridad y logística), a visitar con sus pliegos de instrucción, un país con dos gobiernos: uno ni siquiera declarado aun como tal y en ciernes del inicio de su gestión, y el otro en franca y triste salida, apabullado por un resultado electoral de sorprendente paliza.

Los estadunidenses se han portado increíblemente cordiales en público, pero no sabemos cómo han  sido en privado.

El futuro presidente de México, Don Andrés Manuel (como le dicen los empresarios, ya cancelada la mafia del poder) o Juan Trump (como lo llama groseramente, el presidente americano), ha aprovechado la oportunidad y le ha entregado a Mike Pompeo, jefe del Departamento de Estado, una carta para su patrón, la cual quizá haya sido preparada con el auxilio de Marcelo Ebrard y Martha Bárcena.

Vicente Fox

La misiva en cuestión expone los puntos básicos de las futuras relaciones con Estados Unidos, o al menos, las relaciones en los puntos propuestos por México, lo cual es una elegante forma de perder el tiempo, porque ya sabemos cómo aplican los estadunidenses los principios de la diplomacia: por la fuerza.

Ellos sólo conocen la imposición; no negocian la posición. Y en cuanto a México, peor, porque la historia está teñida con el verdadero trauma de nuestro pasado: la mutilación nacional en una guerra perdida contra ellos.

En enero de 1848, la asamblea municipal de la ocupada ciudad de México, invitó a los jefes militares del ejército invasor a una comida en el Desierto de los Leones.

El “American Star”, periódico pro yanqui, publicaba.

“…Scott, Butler, Smith y otros oficiales, salieron  a caballo. Recibidos con música llegaron a las ruinas del convento de los carmelitas donde les esperaba una espléndida comida con todas las delicias del país y los vinos más exquisitos del mundo.

“Siguieron discursos de americanos y mexicanos, destacando el del jefe del ayuntamiento. Los brindis siguieron uno tras otro, manifestando la buena voluntad de ambas partes. El regreso a la ciudad fue al ponerse el sol”.

El sol, el siempre visible sol cuya fuente de vida en el universo es comparable con  la cascada próvida del político en turno, en el centro de todo, en la mano poderosa y la palabra infalible.

Hoy el sol mengua en Los Pinos, pero se alza, potente, promisorio y lleno de ideas (una buenas y otras febles y manidas); en la calle Chihuahua de la colonia Roma, en la casa donde Juan Villoro recuerda la historia de un desaparecido teatro infantil.

Hoy los americanos han dejado de lado –por momentos–, la manía de su presidente, para construir un muro fronterizo de dimensiones gigantescas. Ahora prefieren convertir a México, por obligación firmada, en un país seguro, cuyo trabajo sea retener aquí a quienes desde Centroamérica quieran ir allá.

Es decir, el muro, será México.

Una esponja, un  filtro, un amortiguador, un buje. Como se le quiera decir al retén, incluyendo la fea expresión de plomeros en la responsabilidad del trabajo sucio; el esquirol al servicio del capataz.

Esa propuesta del tercer país seguro, con diligencia para otorgar asilo a los desesperados de Centroamérica, será en definitiva imposible para este gobierno, excepto si diera un golpe irreversible antes de entregar las llaves de Los Pinos a la señora cuya camioneta grita, se compran colchones, refrigeradores, estufas, pues no quiere Don Andrés vivir en esa mansión del dispendio.

Y Trump, quien a esta hora ya debe haber guardado en su lúdica memoria las suaves colinas de Escocia donde desde la Edad Media se jugaba con palos y pelotas, el plácido e irritante deporte de extrema dificultad llamado golf,  quizá  ya haya posado los ojos no en el greensino en las propuestas de Andrés Manuel, quien se ha tomado en serio la ocasión, y en cuyo texto preliminar no se habla del amortiguador mexicano.

Mientras la flauta suena

Según el “Diario de las Américas”, el futuro canciller sintetizó así el texto entregado cuya amplitud será conocida cuando la Casa Blanca acuse recibo.

“…Ebrard dijo que la propuesta entregada a la delegación para que llegue a manos del presidente Trump versa sobre los «cuatro principales campos de la relación México-EEUU».

“El primero tiene que ver con el comercio y la renegociación entre México, EEUU y Canadá del Tratado de Libre Comercio de América del Norte (TLCAN).

“Ebrard recordó que el equipo de López Obrador, quien asumirá la Presidencia en diciembre, asistirá al grupo mexicano que participa en la renegociaciones del TLCAN (¿no será al revés?).

“El segundo punto de la propuesta explica la perspectiva que desarrollará el Gobierno de López Obrador para «que nadie en México tenga que migrar por pobreza e inseguridad», así como las «iniciativas de gran calado» que beneficiarán a las zonas más rezagadas del país.

“También se refiere a incluir a los países de Centroamérica -el llamado Triángulo del Norte, Guatemala, Honduras y El Salvador- para emprender un «esfuerzo relevante» de desarrollo (¿recuerdan a Kennedy y su fracasada “Alianza para el Progreso”?).

“Por último, «se establece que podría haber un diálogo en el futuro muy fructífero en materia de seguridad, porque México va a llevar a cabo cambios muy importantes» en esta área, dijo el próximo canciller”.

“Ebrard aseguró que en la conversación no se trató el tema del muro fronterizo y que el equipo de López Obrador dará a conocer más detalles sobre el escrito una vez que Trump lo haya recibido.

«Estamos haciendo una propuesta y esperamos que tenga una respuesta y una gran acogida en Washington», para definir las «áreas de entendimiento», aseveró el futuro canciller, quien también destacó que los altos funcionarios estadounidenses mantuvieron una posición «bastante cordial».

Total, como se dice siempre en el lenguaje diplomático cuando no hay nada claro: conversaciones respetuosas con un propósito constructivo en beneficio del mutuo interés de ambos países, de larga tradición y amistad demostrada, en un ambiente de concordia y cordialidad y blablablá.

Pero la política exterior, con todo y su aparatosa presencia, no ha sido lo único en la agenda anticipada de este gobierno.

“Goverment in full”, diría, Philip Roth.

La pregunta es si un  gobierno total se podría (y nótese el condicional de la pregunta) convertir en un gobierno totalitario.

Por lo pronto el gran sol rojo de muchos corazones se alza, y el otro sol, apagado y cenizo, se hunde en el horizonte de una noche muy oscura, muy oscura.