El Diluvio: La historia interminable


Rafael Cardona

Para analizar todo lo dicho sobre el caso de Iguala, se debería empezar quizás por ver cómo cada una de las aristas de este problema tiene un punto de vista diametralmente opuesto hasta en los mínimos detalles.

A veces, cuando se habla de esto, me recuerda  la historia de Argentina y la Gran Bretaña, para unos las islas se llaman Falkland, si eres inglés son Falkland Islands, pero si eres argentino se llaman Malvinas, y las Malvinas son argentinas.

En el caso presente, si eres parte de la versión que acusa al Estado estamos hablando de Ayotzinapa; si eres parte quienes plantean otra versión, no necesariamente es la del Estado, es el caso de Iguala-Cocula; desde ahí cada quien tiene una diferente óptica para enfocar el análisis del problema.

Yo estoy seguro que no puede haber dos verdades, es imposible que haya dos verdades, porque la verdad es simplemente el enunciado preciso de una realidad incontestable.

Puede haber dos versiones de la verdad, y en ese asunto es en donde creo que está esta interminable discusión que yo me atrevo a suponer que no se va a terminar en los próximos seis meses de la beca que van a tener aquí los expertos independientes que dependen de la OEA, no lo creo.

Porque ellos no han investigado los hechos, ellos han investigado la investigación y han terminado, han concluido que la investigación dice cosas que no se ajustan a la realidad, especialmente y aquí viene la otra gran contradicción en el análisis de las cosas: para unos, los jóvenes que están desaparecidos están desparecidos pero están vivos, para otros, los que defienden ésta llamada verdad histórica que ofreció la Procuraduría General de la República cuando todavía estaba en manos de Jesús Murillo, no solamente no están vivos, sino que están muertos y calcinados.

 

¿En qué se basa la Procuraduría para decir que calcinaron los cadáveres?

Se basa en la prueba de que uno de esos cadáveres, al menos, fue confirmado científicamente en un laboratorio neutro, de otro continente, de otro país, que así fue, que sí había sido ese cuerpo calcinado.

Por consecuencia dicen que los demás sufrieron la misma mala suerte.

Pero jurídicamente mientras no aparezca una evidencia, los demás siguen desaparecidos. Por  eso el Gobierno ha dicho «esta investigación permanece abierta».

Muy bien, así debe ser.

Por ejemplo, la investigación sobre el caso de Colosio permanece abierta, concluyó pero no fue cerrada, si alguien encuentra un dato nuevo puede ir, tocar la puerta y decir «aquí encontré este dato nuevo».

CARDONA  COMISION INTERDISSS.. SE REUNIO CON

Aquí lo que estamos viendo desde mi punto de vista es que hay una enorme disputa por la verdad, la verdad que nos diga si los quemaron o no los quemaron, si están vivos o no están vivos y si la responsabilidad de los hechos recae en el Estado o no recae en el Estado.

Si la responsabilidad de los hechos es exclusivamente obra del maridaje corrupto entre grupos de la droga en pugna y una autoridad municipal, quizá con extensiones a la autoridad estatal que protegía indistintamente según la temporada del año a un grupo o al otro grupo, que si «Los Rojos» que si «Los Guerreros».

Ahora hay por ahí otro indicio que dice que los jóvenes que iban a Iguala, sin que se sepa porqué iban a Iguala, quién les había dicho que fueran a Iguala y a qué iban a Iguala, se habían secuestrado varios autobuses y uno de ellos iba como el coche de «Camelia la Tejana», iba repleto de droga y que por esa razón los alcanzaron, los detuvieron, asesinaron a unos, buscaron la droga y los contendientes por el mercado de ese corredor del narcotráfico terminaron asesinándolos y desapareciéndolos.

Hay muchos expertos, Esteban Illades, John DeHaan, Elayne Juniper, Guillermo Rein, más los señores que vienen de la Comisión Interamericana.

¿Qué es lo que ahora se podría hacer según lo que dice el Gobierno de la República?

Ya el presidente Peña salió y dijo «nosotros estamos dispuestos a volvernos a reunir con los padres, a incorporar todo lo que este grupo de expertos ha dicho», y ¿qué vamos a hacer? pregunto yo, vamos a volver a empezar.

Quieren empezar desde cero otra vez una investigación cuyas evidencias ya fueron barridas por el tiempo, como dijo el señor Tortero, otro de los innumerables expertos, los sitios en donde se investigó ya están más pisados que el Zócalo, ya no se sabe dónde están las evidencias, las cosas que quedaron, ya lo que se podía revisar se revisó, se buscaron ropas, se buscaron huellas de sangre, se buscaron proyectiles, casquillos, combustibles, residuos, cenizas, troncos, llantas quemadas.

Se va a volver a hacer otra investigación, ¿para qué?

La investigación nos va a decir lo mismo que han dicho estas dos investigaciones, más la realizada por  la Comisión Nacional de los Derechos Humanos que le observó treinta y tantas deficiencias en el procedimiento de investigación a la Procuraduría y se las entregó hace apenas cosa de tres o cuatro semanas.

Entonces, si ya se han hecho todas estas investigaciones y el resultado es un rompecabezas que no tiene las piezas completas, yo pregunto ¿qué sentido tiene volver a empezar una investigación?

Dicen algunas personas: «es necesario reorientar la investigación», ¿orientarla?, las investigaciones no tienen oriente, llegan a un punto y conclusión, por eso se investiga, pero si tienes un oriente, si tienes una orientación para investigar ya no estás investigando, estás fortaleciendo tu capacidad de deducir lo que previamente ya habías tomado como un hecho.

Entonces, ¿qué es lo que va a ocurrir con todo esto? Desde mi punto de vista no va a ocurrir nada, yo creo que las cosas ya llegaron a un punto en el que la realidad impuso su veredicto.

Vamos a pasar, si son 43 los jóvenes que ahí desaparecieron, vamos a pasar 43 años, o 53, o 63, o 73, esperando que aparezcan. Yo tengo la sospecha, la triste sospecha de que no van a aparecer, porque si no aparecieron el primer año es muy difícil que aparezcan en el año diez, en el año 20.

Finalmente, jurídicamente una desaparición forzada y aquí llama la atención el título de la investigación que hacen los independientes no habla de desaparición forzada, habla de desapariciones y homicidios, cosa que en el lenguaje de los derechos humanos es algo muy diferente.

No es lo mismo una desaparición que una desaparición forzada, porque en el segundo caso una autoridad forzó la desaparición de una persona, lo abdujo, se lo llevó, lo secuestró pues, y así el informe dice que es un informe de desapariciones y homicidios.

¿Que son homicidios? sí, que son violaciones de derechos humanos sí pero después. Toda violación de derechos humanos implica un delito, pero no todo delito implica una violación de derechos humanos, esos ya son matices jurídicos que en otra ocasión se podrán discutir.

Pero para lo que no se requieren conocimientos jurídicos, es para saber que estos jóvenes, después de todas las investigaciones, después de los forenses argentinos, después de los militantes de los derechos humanos de diferentes organizaciones, del padre Pro;  de la montaña, después de toda la intervención de todos quienes han intervenido, estos jóvenes simplemente no han aparecido y lo único que se ha podido comprobar es que uno de ellos fue incinerado donde la “verdad histórica”, que yo le llamaría la verdad oficial, dice que fueron incinerados él y todos los demás.

Pero una cosa es la verdad histórica y otra cosa es la verdad “conveniente”, y por desgracia otra cosa es la verdad y esa no la conocemos.