El diluvio: Huesos, merolicos y violaciones


Incalificable opinión de Marcelino Perelló sobre violación a una mujer.

Delegado de PGR en Edomex, Noé Rodríguez, minimiza ataque a fémina.

Rafael Cardona

Sucede con frecuencia.

No hay semana sin  el hallazgo, para decirlo con las palabras de Sergio González Rodríguez, de huesos en el desierto o en la vereda del monte o en el cerro pelón o en los andurriales de cualquier ciudad perdida o allá por los basureros, por las cañadas, de entierros clandestinos.

Viles tiraderos de cuerpos humanos. De hombres, de mujeres. Evidencias finales de miles de homicidios y en algunos casos (como dicen los políticamente correctos), feminicidios, no bautizados así por cometerse el asesinato contra una mujer, sino por matarla merced al hecho simple de ser mujer, lo cual nos mete a veces en una discusión bizantina, pero productiva para todas las organizaciones, colectivos y asociaciones dedicados a la defensa de las mujeres, sus derechos personales, sociales, reproductivos y demás; pues ya se sabe, los correctos han hecho del feminismo una muy rentable industria, como también de cualquier otra cosa.

Al menos en esos casos, las mujeres no reclaman “paridad de género”.

Pero si las cuestiones cadavéricas nos deben conmover e indignar, no lo son para menos los hechos de la vida cotidiana. Hay dos casos recientes muy notables, sin necesidad de escuchar Radio Unam en la impresentable voz de Marcelino Perelló.

cardona juez Anuar González

Uno de ellos, ya ha sido comentado en esta columna, el del juzgado tercero de Veracruz donde el juez Anuar González confundió la gimnasia con la magnesia y en insostenible alegato le otorgó amparo contra  sentencia condenatoria a un  violador, pues no había violado (nomás había iniciado el proceso del atropello) con  intención de satisfacción lujuriosa o al menos hedonista o cachonda sin control al menos.

El juez se fue al rincón del ridículo oprobioso, lo cual le ocurrió también a quien,  radiofónicamente, le dio la razón de manera implícita, pues si el juez consideró irrelevante o al menos no determinante para considerar el tipo penal del estupro, la exploración vaginal con ágiles e infatigables dedos de araña pianista y el magreo de senos y demás lascivias corporales, el provocador cronista de sus propios desvaríos, Marcelino Perelló, le regaló a la enciclopedia universal de la estupidez la ahora célebre frase, “si no hay verga no hay violación”, lo cual no merecería ni siquiera análisis, excepto por haberse transmitido ese elogio del estupro, en Radio UNAM, de donde fue expulsado con la flamígera espada del Arcángel San Benito Taibo quien lo puso con  las patas en la banqueta de Adolfo Prieto y Xola.

 

Las explicaciones de Perelló, distorsionadas por su crónico extravío de la realidad, disfrazado de autónomo pensamiento hipercrítico, justificaban la violación con el dato también excéntrico de muchos casos en los cuales las mujeres sólo llegan al orgasmo durante una violación y el hallazgo audaz de los sueños oscuros de miles de ellas quienes se imaginan, deleitosamente, alguna vez ser violadas o al menos sometidas con fuerza y brutalidad.

Quizá Perelló este equivocado en ese tipo de generalizaciones, pero si se han dado casos de hermosas mujeres, jóvenes e inteligentes, cuyo síndrome “de Estocolmo” (si así se pudiera llamar a ese apego patológico)  las lleva al amor devoto por quien las inició a la fuerza en la vida sexual.

CARDONA NOE RODRIGUEZ

Hay algunos párrafos extraños en autores más extraños aún.

Por ejemplo leo ese relato de Fernando Pessoa:

“…Las mujeres serias a lo mejor odian morbosamente a las putas… no hay ninguna  mujer en este mundo –ni siquiera la más serias, señor juez–, que no hayan envidiado a esas que dan vueltas por la calle en busca de hombres; ninguna, señor juez, y le digo la verdad poniendo el corazón sobre la mesa.

“El alma de la gente es algo sucio y lo que les vale es que no desprende olor…

“¿…cree que una mujer seria usa falda corta por estar de moda, allá en lo más íntimo de su alma?

“Es para llamar la atención de los hombres, pero a lo que ella no se atreve es a hacerlos llegar. Entonces, ¿hay alguna mujer que no se deje el escote más que para ser palpada por los ojos de los demás?”

Palpada por los ojos.

Como imagen literaria suena bien. Ya lo decía Marco Antonio Montes de Oca:

“Era un bello general femenino/ con el pecho condecorado de miradas”. Miradas como medallas, pero a veces, también como dardos, como balas, como escupitajos.

Sin embargo, más allá de los devaneos literarios y la proclividad de algunas mujeres por apegarse a quien las ha ofendido, hay una realidad incontestable: las mujeres siguen viviendo en un  mundo muy injusto para ellas, como lo refleja y prueba la historia de Margarita Ortiz, quien ha sido forzada a recorrer un calvario frente a cuyo pedregoso sendero el de la próxima semana será poco, tras haber sido violada a bordo de un autobús de pasajeros, y denunciarlo hace ya más de un año, en busca de un proceso cabal para castigar al delincuente.

Así lo relata la página de Joaquín López Dóriga, quien con ella ha hablado muchas veces en la radio:

“La mujer señaló que “ha sido un proceso muy difícil”, pues tiene etapas de depresión y no puede levantarse de la cama, por lo que su familia ha sido fundamental. Señaló que algunas amistades le pidieron que se callara luego de que el delincuente la amenazó de muerte, por lo que estaba atemorizada y con medio.

“Ortíz Macías recordó que una oficial le dijo que como policía “la repruebo, pero como mujer te entiendo”, por lo que decidió  no quedarse callada.

“Dijo que en San Luis Potosí las autoridades no le ayudaron, mientras que en el Estado de México sí lo hicieron y le dieron seguimiento a su caso.

“Acusó al delegado de la Procuraduría General de la República (PGR) en el Estado de México, Noé Rodríguez de decirle que no era “víctima de nada”. Asimismo, dijo que la jueza Balbina Urbán, de Cuautilán Izcalli no ha aceptado pruebas claves para el caso.

“Las mujeres violadas desisten de denunciar”, afirmó, por lo que busca hacer “justicia por todas las mujeres que ha dañado” el delincuente”.

Más de esto, la próxima semana, si la Tercera Guerra Mundial no ha comenzado, como sabiamente advirtió hace ya treinta años Richard Nixon. Pero ese es otro asunto.

CARDONA MARGARITA ORTIZ