El Diluvio: El casco azul de López Mateos


Rafael Cardona

Como todos sabemos, el presidente Enrique Peña fue a las Naciones Unidas.

Y siempre, cuando un presidente mexicano va a la Asamblea General, se considera un momento muy propicio para escuchar sus planteamientos porque, de algún modo, es el posicionamiento del país frente a los acontecimientos internacionales.

Aunque muchos digan—hay gente a la cual nada le gusta—: los políticos mexicanos, los cancilleres y presidentes, han utilizado
siempre el foro de la ONU para hacer política local.

Osea, la ONU es el mejor foro internacional para hacer política local.

En ese discurso se refuerzan actitudes y se refuerzan ideas relacionadas con la política local como, por ejemplo, en el caso actual del Presidente Peña, volver a referirse a lo dicho el día 2 de este mes -o sea, dos veces en un mes – y es alertar al mundo de los peligros del populismo. No sé si por el populismo se hable de Tsipras en Grecia o de López Obrador en México, no sé; pero el Presidente ya dos veces ha mencionado ese tema y su rechazo a esa forma de hacer política.

Pero lo más llamativo de todo cuanto se dijo en las Naciones Unidas y de interés mundial y para la ONU, es que México va a
tener, a partir del 2018, un centro de capacitación para militares de las fuerzas especiales de los llamados Cascos Azules.

Un campo de capacitación donde les van a instruir en las materias de la observación internacional primero y después en la acción
como cuerpos de paz, lo que esto signifique.

En este sentido y al margen del anuncio en sí, hay una cosa paradójica, al menos siempre me lo ha parecido: la Organización de las Naciones Unidas heredera de la vieja sociedad de naciones y cuya única finalidad esencial -después tuvo otras adherentes— pero
la finalidad de las Naciones Unidas es impedir los conflictos bélicos, tener un foro internacional de negociación para lograr la solución pacífica de las controversias, mediante la intervención diplomática multilateral a través de un consejo de seguridad formado, casualmente, por los países con mayor capacidad bélica, militar y tecnológica.

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Esos señores mandan en el mundo.Y luego tienen ahí otros que les hacen la chamba.

Cuando hace falta, el Consejo de Seguridad es un paraguas que, por lo general, se abre cuando no llueve porque cuando llueve, llueve y el paraguas del Consejo de Seguridad ni siquiera se toma en cuenta como ocurrió cuando España, la Gran Bretaña y Estados
Unidos se aventaron contra Irak abiertamente, por encima del Consejo de Seguridad de la ONU y de la mamá de la ONU, porque la ONU –dicen—, tiene mamá. No la conozco, pero tiene o eso propalan algunos.

Entonces, para imponer la paz, la ONU, nacida para evitar los conflictos bélicos, tiene un ejército.

Un ejército, si se quiere light, pero un ejército al fin, de observación y de contención, no es un ejército de actividades militares abiertas, no tiene submarinos atómicos, no tiene bombarderos, no tiene armas, pero tiene una presencia a veces disuasiva o de contención moral, y México siempre se había rehusado a formar parte de eso porque desde tiempos de López Mateos, yo recuerdo, se dijo que el Ejército mexicano estaba para cuidar a los mexicanos sin por qué ir a meternos a otro lado si siempre habíamos abogado por la no intervención y siempre habíamos abogado por la solución pacífica y diplomática
de las controversias.

¿Cómo pensaba López Mateos? Recordemos: “…Las posturas jurídicas de países que, como México, desean mantener su libertad de criterio, se han hecho más delicadas y azarosas, expuestas a ser malinterpretadas o desnaturalizadas
en cuanto a su fondo mismo… “Las tareas fundamentales de México se hallan claramente ubicadas dentro de su territorio.

“No hemos alcanzado todavía un grado de desarrollo que nos permita pensar en el futuro sin honda preocupación ; y los mexicanos de varias generaciones por venir, tendrán que dedicar sus mejores esfuerzos a elevar los noveles de vida que aun retrasan el progreso de grandes sectores de nuestra
población.

“…En el panorama de la hora presente, cargado de preocupaciones e incertidumbres que no podemos ignorar y cuyas repercusiones
no siempre está en nuestras manos eludir, los mexicanos tenemos una obligación permanente: recordar que para nosotros,
México está primero que todo y por encima de todo.”

Yo no sé cómo van a comentar los malquerientes al Presidente Peña, algunos de los comentaristas profesionales. Le van a decir,
oiga, ese centro de adiestramiento no sería mejor usarlo para capacitar a nuestras policías las cuales en cantidad de casi 400 mil elementos, son un desastre en casi todo el país.

Se estaba ahora hablando de la policía de Iguala y la policía estatal de Guerrero por no hablar de todas las demás. No hemos resuelto en México el asunto de nuestras policías, no hemos podido darle un marco jurídico de operación cotidiana en materia de seguridad al Ejército pero sí vamos a poder albergar y alojar
aquí un centro de adiestramiento internacional para las operaciones de paz de la ONU.

Yo no lo critico, pero va a haber alguien o muchos “alguienes” que lo van a criticar porque, últimamente, cuanto venga del Presidente Peña es carne de desollamiento en las redes sociales y todos esos comentarios.

Entonces, pues van a decir que si ahí en ese centro de adiestramiento se va a enseñar a buscar desaparecidos, a identificar restos humanos, si las fuerzas de paz van a pasar
por Tlatelolco; en fin (cosas del aniversario).

Van a decir muchas cosas que a mí me parece que es un poco mezquino señalarlas así porque, finalmente, México está participando con la multilateralidad amplia en un foro global del cual formamos parte.

Como de ése, como de la OEA, como de la Comisión Interamericana de Derechos Humanos y como todas las organizaciones internacionales que le dan sustento, fortaleza, reconocimiento al gobierno de este país. No es la calle y el candil y el farol. No. Es parte de las obligaciones internacionales de México.

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