El diluvio: Duarte y las redes sociales


El exgobernador de Veracruz, está ahora sin amigos ni compañeros de partido.

Está en la mira del SAT; no tiene sostén político alguno, tampoco judicial.

Regular el uso de las redes sociales no es una idea nueva; pocas acciones reales.

Rafael Cardona

La defenestración sufrida parcialmente por Javier Duarte, el gobernador de Veracruz, no es algo que desde mi punto de vista concluya con la solicitud de licencia al Congreso del estado. Quizás con esto libre el juicio político en ejercicio; pero no es ese el único juicio que lo está amenazando y de los cuales tiene enormes expedientes en todas partes.

El caso de Javier Duarte es un caso muy notable porque se juntaron en Veracruz graves problemas de violencia, la violencia focalizada al gremio de los informadores, algunos estrictamente informadores y otros que él mismo, dijo, estarían bajo sospecha de colusión con otros poderes, no precisamente los poderes legítimos del Estado o los poderes fácticos presentables sino los poderes de la delincuencia.

Pero, sin embargo, él nunca pudo aclarar las cosas.

Todos los crímenes en contra de periodistas quedaron en una zona gris, una zona oscura, nada se resolvió perfectamente; de todo había una sospecha y cuando no terminaba de arreglarse uno venía el otro caso y todo esto le fue generando que la onda expansiva de la violencia generalizada en el estado fuera una ola absolutamente incontenible.

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ESOS NEGOCIOS…

Pero por otra parte aparecieron negocios absolutamente torcidos, completamente chuecos, completamente fantasmales como esos que se hicieron al amparo de empresas que no existían y empresas a las cuales se les daban concesiones que se cobraban por obras que nunca se ejecutaban porque no había quién las ejecutara; dineros que se pasaban de un lado para otro de manera mágica como hacen los pícaros de las ferias con tres cáscaras de nuez y una pelotita.

¿Dónde quedó la bolita? Nunca supo Javier Duarte explicar dónde había quedado la bolita.

Y después una serie de problemas políticos de incompetencia abierta. Aquello de ir con Yunes a decirle que esta caña para que pesques peces gordos. No había terminado de enunciarse las posibilidades de la pesca del pez gordo cuando el hombre se tumbó 40 kilos en la báscula, para salirse de esa calificación, y el caso hoy es un caso de abandono total.

Lo han abandonado los políticos veracruzanos, sus correligionarios, sus amigos, su partido. El señor Enrique Ochoa quiere moralizar al PRI suspendiendo los derechos políticos de Javier Duarte, podría también haberlo expulsado del partido abiertamente, lo deja todo ahí en el limbo; pero finalmente Javier Duarte hoy no tiene un solo elemento de sostén ni político y pronto tampoco lo tendrá judicial.

Salirse del gobierno del estado faltando casi 40 días es darle una enormidad de tiempo a quien quiera aprehenderlo y meterlo a la cárcel, aunque se diga que el fuero y el no fuero. El fuero se le acaba en un minuto y la acción la justicia lo va perseguir, ¿por qué?, porque hay una tenacidad impulsora de esa acción de la justicia, entre otras cosas, por los problemas fiscales.

Cuando el SAT  pone el dedo encima es peor que si lo pone el narcotráfico porque con el narcotráfico eventualmente podrías negociarlo;  con el fisco no se puede negociar. Si alguien se lleva el IVA que era el fisco, si te toma los derechos monetarios de la Hacienda Pública; si engañaste, si hiciste fraude, si maquinaste contra el hombre que cobra los impuestos, por ahí te vas directamente a la prisión.

Yo creo que Javier Duarte no se va salvar de la cárcel. No sé cuánto tiempo permanecerá ahí, a lo mejor un día, a lo mejor una semana; pero algún día muy pronto vamos a ver sus fotografías detrás de las barras, por lo menos, de una barandilla de prácticas. De eso estoy muy seguro.

Hay quienes preguntan por los otros gobernadores señalados y causantes entre otras cosas de las desgracias electorales del PRI en su ahora penoso ascenso a la cuesta del 2018.

La exigencia ahora, después de esto, dice: no llega ni a chivo expiatorio, bueno, la demanda después de esto es: ¿y dónde está la persecución por también presuntos o probables delitos de corrupción contra quien fue gobernador del estado de Quintana Roo hasta hace 15 días, Roberto Borge o quien fue gobernador del estado de Chihuahua hasta hace una semana, César Duarte Jaques, entre otros?

Yo creo que eso tendrá que ser un asunto seriado; esto es como la tabla por la tabla del uno, Pepe: uno por una, una; una por dos, dos; una por tres, tres. Todo depende si el sistema dominante hoy en este país de veras quiere moralizar las cosas empezando por su propia casa. Las tres personas de las que tú me hablaste pertenecen al mismo partido político así como pasó con el caso de Mario Villanueva que también era del PRI y mira lo que le ocurrió.

¿Por qué no lo hicieron todo simultáneamente? No lo sé; pero si de los tres graves casos de gobernadores que obligaron entre otras cosas a los electores a quitarle su respaldo al PRI y llevarlo a la derrota de la que hoy todavía no se repone, y de la que difícilmente se podrá reponer, bueno, pues si quieren echarle la culpa nada más a uno cometerán un error.

Si repiten el mecanismo punitivo con tres, tendrán tres argumentos para presentar en su defensa y hacerle creer a la gente que sus argumentos en contra de la corrupción son reales, son ciertos y son visiblemente probados. Ahí ya estarían tres personas metidas en los terrenos de una justicia en la que la mayoría de los mexicanos no cree.

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CATÁLOGO DE DERECHOS HUMANOS

En el enorme catálogo de los Derechos Humanos (los hay de primera, segunda y hasta tercera generación, según el capricho de cada convocante), alguien debería garantizar como tal la imagen de las personas y su derecho de vetar la divulgación de su efigie, de su nombre, de su persona.

Alguien  –de preferencia los “políticamente incorrectos” a través de una ON’G–, debería ponerle un alto a la exhibición grosera y a veces grotesca de cualquier persona a quien las redes sociales bautizan con el facilismo de una signo # un título como Lord tal o Lady tal. Nadie debería ser exhibido en público (no importa su falta) sin su expresa autorización.

Si bien hay casos en los cuáles algunas personas acuciosas han ganado juicios contra quienes divulgan su rostro sin  autorización o venden su cara o lucran con su imagen (es el caso de Gabriel Zaid, por ejemplo), igualmente resulta cierto el jugoso negocio de los paparazzi quienes viven de perseguir personas reacias a la divulgación de su imagen. Ya sea por estrategia personal o por capricho anti publicitario.

Obviamente para eso se deberían reglamentar o al menos regular las redes sociales, lo cual resulta sumamente complejo. Es más fácil pasar un camello por el ojo de una aguja.

Esta idea de regular las redes no es nueva. Se le ha ocurrido a personas brillantes. Muy brillantes. Pero la propia alharaca del fácil y anónimo linchamiento ha dado al traste con cualquier posibilidad de decirlo públicamente. Por eso no se avanza.

Hace unos días, con la colaboración del Instituto Universitario de Investigación Ortega y Gasset, Luis María Ansón, el legendario periodista de España, estuvo en México. Entre algunas otras actividades Ansón habló en la radio con José Cárdenas. Y en su entrevista dio algo muy importante, al menos para esta columna preocupada desde hace tiempo por esa nueva e impune dictadura de la idiotez (lo dijo Eco), llamada “troleo”.

“…a mí me parece que todo el mundo de Internet es un mundo asombroso. Va a dar un servicio incuestionable a la cultura general de los pueblos y de los países, los relacionará, y la globalización es un hecho.

“Hay un problema, porque estamos todos viviéndolo, que es una cosa que está empezando y todavía no hay una regulación de legalidad suficiente…

“…No se puede hacer con carácter nacional porque no sirve para nada. Es una cuestión de derecho internacional. Lo que es cierto es que hay que activar al máximo la libertad de expresión, pero hay que penalizar a aquellas personas que abusen de esa libertad de expresión, como se hace en los periódicos impresos o en los periódicos hablados.

“Pero en estos momentos la realidad es que el mundo de Internet es un mundo en el que las medidas internacionales son escasísimas, y si eso requiere, no sé, tardaremos ocho, diez años en que tengamos unas decisiones tomadas por los diversos países que cristalicen un código internacional, de derecho internacional, referente a todo el mundo de las redes sociales.

“En estos momentos los abusos son evidentes, y las cosas que se están haciendo a veces hay gente que está indignadísima.

“En fin; es que estamos empezando. No me gustaría anclar una frase, estamos en la prehistoria en el mundo digital. Estamos en la prehistoria y llevamos solamente 12 ó 14 años.

–¿Qué va a hacer este mundo dentro de 20, 25, 30 años?

“Es muy difícil anticiparlo, y lo que está complemente claro es que es indispensable el que se haga como se ha hecho, por ejemplo, vamos a ponernos en el tráfico aéreo.

“No podría haber tráfico aéreo sin un derecho internacional, unos acuerdos internacionales para el tráfico aéreo, porque eso claro, no depende de un país, depende del conjunto de las naciones.

“Y en el tráfico de información, de opinión, de todas las circunstancias que rodean al mundo de Internet ocurre lo mismo. Por lo tanto, son los catedráticos de derecho internacional, los dirigentes políticos los que se tienen que poner a trabajar en serio para que haya una regulación, que sólo no coarte, sino que estimule la libertad que supone el mundo de Internet, y que a mí me parece uno de los hallazgos más asombrosos que ha tenido, más le voy a decir. 
“Yo creo que hemos tenido una edad antigua, una edad media, una edad moderna y una edad contemporánea. Y ahora vivimos ya en la era digital, vivimos ya en la era digital desde el año 1998, 80, del año 2000 si usted quiere, vivimos en la edad digital. 

Lo que pasa es que estamos empezando.

“Entonces hay que saber regularlo para que sea de máxima eficacia para todos. Los servicios que en estos momentos se está haciendo a la información y a la cultura, la globalización del mundo de Internet, son asombrosos”.