El auto-concepto y la envidia en las personas


Compararse con otros

Vilma Ivette Rivera Abarca*

¿Frustración?

Algunos podrán pensar que la envidia es un sentimiento propio de las mujeres, obviamente esta creencia es falsa. Tal vez las mujeres verbalizan más lo que piensan o son más expresivas. Pero la envidia no tiene sexo, los hombres también la padecen.

La envidia surge en varias partes del cerebro. Una de ellas es la corteza prefrontal, órgano que en la juventud permanece en desarrollo y le falta madurar.  Esta parte del cerebro es considerada como la región “más inteligente” está ubicada arriba de los ojos, la corteza prefrontal se encarga de maneja el razonamiento moral y de proyección social.

¿Qué es la envidia?

Es una forma de experimentar una emoción negativa (hostilidad, irritabilidad, pesimismo, autocompasion, resentimiento, ira) estos sentimientos se convierten en pensamientos displacenteros. Algunos investigadores de la psique, consideran a la envidia como un rasgo de personalidad (Taylor, 1988).

El filósofo Francis Bacon decía: «La envidia siempre surge con la comparación de uno mismo; si no hay comparación, no hay disgusto». Es un sentimiento que surge como alarma: nos permite constatar nuestra inferioridad en algún aspecto y en algunos casos es un estímulo para contrarrestarla.

En los casos más graves cuando se experimenta una emoción negativa, puede llegar a casos patológicos como lo señala Goleman (1977): la ira en extremo se convierte en violencia y odio patológicos; la tristeza en depresión grave y el temor en fobia o pánico.  La envidia es destructiva, y sin control puede llegar incluso hasta el asesinato.

Muchos describen a la envidia “sana” como una emoción que reconoce que el otro tiene algo que ellos mismos desean y que aún no han logrado conseguir. En este caso desde el “Modelo Educativo de La Semiologia de la Vida Cotidiana” afirma que no existe tal “envidia sana” a esta emoción de ver lo bueno en el otro se le llama “reconocimiento” y es una fuente de inspiración que mueve a ser mejores personas; no hay dolor ni frustración.

¿En donde está la diferencia? Envidiar es “te miro para destruirte”; admirar, “te miro para aprender cómo lo has logrado”

¿Cómo manejar los éxitos de otros?

Desde la visión de este modelo educativo la raíz de la envidia proviene del autoconcepto. El autoconcepto es básicamente la imagen que tenemos de nosotros mismos. Esta imagen se forma desde la tierna infancia a partir de un buen número de variables, pero es particularmente influenciado por nuestras interacciones con las personas importantes en nuestras vidas.

La importancia del autoconcepto reside en su relevante aportación a la formación de la personalidad, pues tiene que ver con la competencia social, ya que influye sobre la persona en cómo se siente, cómo piensa, cómo aprende, cómo se valora, cómo se relaciona con los demás y, en definitiva, cómo se comporta.

El autoconcepto se considera una necesidad humana profunda y poderosa, básica para tener una buena calidad de vida, con un buen sentimiento de bienestar, autorrealización. Está relacionado con nuestro bienestar en general. Muchos de los problemas psicológicos actuales como la depresión o los malos tratos conyugales se relacionan con un autoconcepto bajo o defectuoso.

DESARROLLO DEL AUTO-CONCEPTO

El autoconcepto no es heredado, sino que es el resultado de la acumulación de autopercepciones obtenidas a partir de las experiencias vividas por el individuo en su interacción con el ambiente. A medida que pasan los años se va formando un autoconcepto cada vez más estable y con mayor capacidad para dirigir nuestra conducta.

Las autopercepciones se desarrollan en un contexto social lo cual implica que el autoconcepto y su funcionamiento particular está vinculado al contexto inmediato. Sin embargo, las autopercepciones también dependen de las características evolutivas de la persona en cada momento de su desarrollo. En consecuencia, el desarrollo del autoconcepto puede ser visto desde un enfoque interaccionista: el ambiente posibilita ciertas experiencias las cuales serán tratadas según las posibilidades evolutivas.

Las diferentes dimensiones o áreas del autoconcepto y su importancia en la elaboración del propio sentido personal, se encuentran fuertemente relacionadas con la edad de los individuos. Un ejemplo de ello lo constituye el hecho de que mientras en las primeras edades los niños reconocen su necesidad de los padres para su supervivencia, al contrario en la etapa adolescente  tiene mayor importancia la relación con sus pares o iguales y el logro de la independencia familiar.

La adolescencia se diferencia de otros periodos evolutivos por su característica crisis de identidad. En este periodo, con frecuencia los jóvenes intentan responder a preguntas tales como ¿quién soy?, ¿qué haré con mi vida? y otras muchas de contenido auto-referente. Este cuestionamiento interno se manifiesta en el intento del joven por desarrollar nuevos roles, identificación de preferencias ocupacionales y, especialmente, en el intento por conseguir la independencia familiar y de otros adultos significativos.

La primera tarea del adolescente es el desarrollo del sentido de la propia identidad, lo cual aporta integración y continuidad al yo.

Compararse con otros…amargura

Desde una perspectiva más general, para los adolescentes el desarrollo de las relaciones interpersonales es un factor muy influyente sobre las autopercepciones, siendo el atractivo físico una de las variables que condicionan inicialmente la interacción (cantidad y satisfacción) con sujetos del sexo opuesto.

Las dimensiones de los tipos de autoconcepto son: físico, personal, social y académico.

LAS DIMENSIONES DEL AUTO-CONCEPTO FÍSICO

La naturaleza multidimensonal del autoconcepto físico está totalmente aceptada pero, cuántas identidades lo componen sigue siendo un tema de discusión. Las dimensiones habilidad física y la apariencia física, resultan indiscutibles, pero suelen añadírseles otras más. por ejemplo, distingue los ámbitos de competencia física, apariencia física, forma física y salud. las cuatro siguientes dimensiones: habilidad física, condición física, atractivo físico y fuerza.

En un mundo bombardeado por los medios de comunicación y la redes sociales en la que provoca las comparaciones en todos los aspectos de la vida, saber de los estilos y estandares de la vida de los otros nos lleva a las comparaciones.

Desde un autoconcepto disfuncional la persona siempre estará insatisfecho y frustrado, por ejemplo, si no se tiene el cuerpo “perfecto” como las fotos que muestran las redes; de aquí se fomenta una cultura de comparación, consumo y fomenta la cultura de las dietas; esto ligado también al estatus lo que genera una discriminación ante aquellos que no cumplen con los estándares que dicta el imaginario colectivo.

En el fondo de esta cultura de las dietas y estándares de vida está el racismo.

DIMENSIONES DEL AUTO-CONCEPTO PERSONAL

El término autoconcepto personal hace referencia a la idea que cada persona tiene de sí misma en cuanto ser individual.

El autoconcepto personal ha suscitado menos atención en la investigación psicológica que el autoconcepto académico, el físico y el social.

Autoestima, concepto clave

Este término consta, al menos, de cuatro dimensiones: autoconcepto afectivo-emocional: cómo se ve a sí misma en cuanto a ajuste emocional o regulación de sus emociones.

El autoconcepto ético-moral: hasta qué punto una persona se considera a sí misma honrada.

El autoconcepto de la autonomía: la percepción de hasta qué punto decide cada cual sobre su vida en función de su propio criterio.

El autoconcepto de la autorrealización: cómo se ve una persona a sí misma con respecto al logro de sus objetivos de vida.

En el Modelo Educativo de “Semiologia de La Vida Cotidiana”  se considera al Yo como una estructura o conjunto de estructuras cognitivas que permite ordenar la información que cada uno tiene sobre sí mismo.

El Yo es un sistema de esquemas cognitivos que organizan, modifican e integran funciones de la persona, es decir que el autoconcepto es lo que estructura la conciencia.

La gente es diferente de los demás porque sus estructuras cognitivas o sistemas de esquemas son diferentes. Por tanto, el desarrollo del autoconcepto es un proceso evolutivo que con la edad conlleva cambios cualitativos y cuantitativos en su estructura cognitiva por medio de la asimilación de aquellas situaciones o experiencias para las que se poseen esquemas e ignora todo aquello que su psique no puede procesar o comprender.

DISTINCIÓN ENTRE AUTO-CONCEPTO Y AUTOESTIMA

Autoestima, autoconcepto, autoimagen, autopercepción, yo, self, ego, autoconciencia, autoconocimiento, autoaceptación, noción de sí, autoevaluación, autovaloración, autovalía, autosentimiento, sí mismo, percepción de sí, aceptación de sí, concepto del yo, autorrespeto, identidad, autoidentidad, autoimagen, actitud hacia sí mismo, etc.

A pesar de esta ambigüedad terminológica y de que tanto el autoconcepto como la autoestima son dos componentes de la percepción de sí mismo, semánticamente son claramente distintos.

Junto con el componente conativo de la percepción de sí, que hace referencia al comportamiento derivado de dicha percepción, y por tanto a la autoeficacia, se encuentran por un lado, el componente cognitivo/perceptivo (pensamientos) o autoconcepto, que se relacionaría con la idea que cada persona tiene de sí misma, y por otro lado, el componente afectivo/evaluativo (sentimientos) o autoestima, que se definiría como el aprecio, estima o amor que cada cual siente por sí mismo. Sin embargo, frecuentemente ambos términos suelen relacionarse.

El autoconcepto hace referencia a aspectos cognitivos o de conocimiento. Se define como el conocimiento y las creencias que el sujeto tiene de él mismo en todas las dimensiones y aspectos que lo configuran como persona (corporal, psicológico, emocional, social, etc.). Implica una descripción objetiva o subjetiva de uno mismo, descripción que lógicamente contiene multitud de elementos o atributos (mujer/hombre, casada/o, alta/o, ambiciosa/o, amante de la música, etc.) que sirven para distinguir a una persona como única y diferente de todas las demás.

La autoestima sería, por tanto, la valoración que el sujeto hace de su autoconcepto, de aquello que conoce de sí mismo.  De esta manera se puede considerar la autoestima como un aspecto del autoconcepto  o cómo un componente del autoconcepto, en cualquier caso, incluye juicios de valor sobre la competencia de uno mismo y los sentimientos asociados a esos juicios.

Así como en el autoconcepto no es adecuado introducir matices evaluativos, “alto” o “bajo”, “adecuado” o “inadecuado”, etc., puesto que se refiere al conocimiento que el sujeto posee de sí mismo y únicamente se podría hablar de “grado” o “nivel” de conciencia respecto a sus experiencias y vivencias,  a diferencia en la autoestima, es precisamente este matiz evaluativo el que la define y caracteriza.

Se concluye que la autoestima es la dimensión evaluativa dentro del autoconcepto que se identifica como una actitud positiva o negativa de aprobación o desaprobación personal, respecto a sí mismo.

En cualquier caso la valoración que un sujeto va a hacer de sí mismo puede ser positiva o negativa, alta o baja, adecuada o inadecuada. En este sentido podríamos decir que en la medida en que la persona piensa positivamente de sí mismo, se acepta y se siente competente para afrontar los retos y responsabilidades que la vida le plantea, su autoestima es alta.

Autoevaluación

Por el contrario, cuando un sujeto piensa negativamente sobre sí mismo, se autorrechaza y autodesprecia, se considera incapaz de resolver con éxito cualquier tarea o situación, su autoestima es baja.

Existen estrategias básicas para mejorar el Autoconcepto, requieren de un desarrollo profundo de cada pauta:

–       Cambiar hábitos de pensamiento.

–       Cambiar el dialogo interno.

–       Cambiar el sistema  de creencias.

Todo lo anterior es por medio de la autoobservación una disciplina que se adquiere y desarrolla a través de un compromiso genuino.

En concreto, las personas se han definido por sus compromisos.

 

*Licenciada en Comunicación Humana y Consultora en Semiología de la Vida Cotidiana