El aniversario 48 de la matanza del Jueves de Corpus y otras masacres en México


  • Cananea y Río Blanco, dos antecedentes de cómo se actúa cuando se terminan los “argumentos” en una negociación

De la Redacción

La semana próxima se cumplirá el 48 aniversario del halconazo del 10 de junio 1971, un ataque de paramilitares contra estudiantes en la Calzada México-Tacuba, cerca del Casco de Santo Tomás.

Después de la masacre en Tlatelolco, del 2 de octubre de 1968, donde 51 años después aún se desconoce el número de muertos y desaparecidos, en el crimen del Jueves de Corpus, afirman, que los estudiantes muertos fueron 120.

En el 48 aniversario de la represión del 10 de junio de 1971, nos avocamos a realizar un recuento de las sangrientas reopresiones que, a partir de principios del siglo XX llevaron a cabo las autoridades gubernamentales.

Durante esta revisión, observamos que el entonces gobernador de Oaxaca, Ulises Ruiz Ortiz (2004-2010), ocupa el vergonzoso cuarto lugar en derramar sangre inocente por el delito, el grave delito, de pensar en libertad exigiendo justicia en educación, justicia en alimentación, justicia en vivienda, justicia en salud pública y justicia en la impartición de justicia.

CANANEA, 2 DE JUNIO DE 1906

En 1906 Cananea tenía 22 000 habitantes, de los cuales 7,560 trabajaban en las Cananea Consolidated Copper Company. De este total, 5,360 eran mexicanos y 2,200 extranjeros.

Los mexicanos ganaban 3 pesos y los extranjeros 7 dólares.

La relación de trabajo era discriminatoria, realizaban jornadas largas de en lugares insalubres, ocupaban los peores trabajos, pues los mejores eran de los estadounidenses.

El 1° de junio de 1906, más de 2,000 trabajadores de origen mexicano en demanda de un salario equitativo al de sus compañeros mineros estadounidenses, que también laboraban en la «Cananea Consolidated Copper Company», jornadas de trabajo más justas, presentaron las demandas.

Entonces los mineros decidieron llamar a huelga, un acto nunca visto en la historia de México y que vendría a marcar un hito en la época porfiriana. Los huelguistas portaban como símbolos la bandera de México y un estandarte con un billete de cinco pesos, cantidad demandada como salario mínimo.

El movimiento estaría encabezado por los trabajadores Juan José Ríos, Manuel M. Diéguez y Estaban Baca Calderón quienes llamarían a sus compañeros mineros al cese de actividades laborales justo al momento de salir de las oficinas de negociación con la negativa de Greene.

Una vez iniciado el movimiento de huelga, la masa de trabajadores se dirigía a pro- testar cuando al pasar a un costado de la maderería de la compañía se empezaron a oír las descargas de fusiles, los trabajadores estadounidenses tomaron armas y atentaron en contra de los huelguistas, en este acto murieron dos de trabajadores mexicanos y varios más resultarían heridos.

En respuesta a esta agresión, los mine- ros mexicanos atacaron con lo que disponían en el momento y a pedradas matarían a varios mineros estadounidenses, lo que des- ataría por completo la batalla entre mineros de las dos nacionalidades.

Los trabajadores estadounidenses per- siguieron a los mexicanos a lo largo del pueblo expulsándolos hacia la serranía de los alrededores, sin embargo en su camino los mexicanos lograron quemar cinco depósitos de madera, un depósito de semillas, otro de forrajes y el edificio de la maderería donde aquellos laboraban.

En protesta por estos actos, Greene acudió al cónsul estadounidense, quien pidió apoyo al gobierno del vecino estado de Arizona, en respuesta a su petición se envió un grupo de Rangers, para controlar la situación, así el 2 de junio estos entrarían arma- dos a territorio mexicano para custodiar la tienda de raya, así como las instalaciones de la minera, perseguir y asesinar con el apoyo de la policía rural porfirista, a todo huelguista que opusiera resistencia.

Los mineros acudieron al gobernador de Sonora para exponer sus demandas, pero en el trayecto fueron agredidos por los Rangers y se extendió el combate en el poblado.

Por la noche, las tropas estadounidenses tuvieron que ser reembarcadas a su país.

El 3 de junio, se declaró Ley Marcial y el movimiento quedó casi controlado, los líderes mineros como Baca Calderón y otros integrantes del Partido Liberal Mexicano fueron aprehendidos y enviados a la prisión de San Juan de Ulúa; el saldo que arrojaron las dos jornadas de lucha fue de 23 muertos y 22 heridos, más de 50 personas detenidas y cien- tos que huyeron por temor.

RIO BLANCO, 7 DE ENERO DE 1907

A partir de 1905 se fundó la Sociedad Mutualista de Ahorros que logró numero- sos adeptos y el 1 de abril de 1906 se constituyó en el Gran Círculo de Obreros Libres promovido por José Neira Gómez y Juan Olivar, delegados del Partido Liberal Mexicano. En las cláusulas secretas de la constitución de dicho Círculo, se estipulaba que se mantendrían relaciones secretas con la Jun- ta Revolucionaria residente en San Luis Missouri, de la cual Ricardo Flores Magón era presidente, quien se encontraba en el exilio, pues había orden de encarcelamiento emitida por el gobierno porfirista.

En diciembre de 1906, obreros textiles de Tlaxcala y Puebla, se declararon en huelga para exigir mejores condiciones laborales.

Para frenar la creciente organización del movimiento obrero en la región, los industriales realizaron un paro patronal (lock-out) el 24 de diciembre en toda la zona industrial. Los obreros solicitan la intervención de Porfirio Díaz, quien favoreció a los empresarios y ordena la reanudación de labores en las fábricas el 7 de enero de 1907, no sólo sin satisfacer las demandas de los trabajadores sino que atentaban contra la libertad de asociación y prensa de toda la vida.

Los obreros de Río Blanco no aceptaron la resolución del presidente, dado que las medidas ordenadas favorecían a los empresarios extranjeros, dueños de la fábrica de hilados y tejidos.

El día 7 de enero, en Río Blanco, cerca de dos mil operarios agrupados en el Círculo de Obreros Libres se amotinaron frente a la fábrica, le lanzaron piedras e intentaron quemarla pero la policía montada lo impidió, entonces saquearon y quemaron la tienda de raya, propiedad de Víctor Garcín, corrupto comerciante protegido de los dueños de las fábricas y que además era propietario de otros dos almacenes en Nogales y Santa Rosa, Ciu- dad Mendoza. Después los obreros se dirigieron a la cárcel y liberaron a los reos.

Ante ello, soldados dispararon contra la multitud que huyó a Nogales y a Santa Rosa, donde también saquearon la tienda de raya, paralizaron el servicio de tranvías, cortaron los cables de energía eléctrica y saquearon las casas de particulares acaudalados.

De regreso a Río Blanco, los amotinados fueron interceptados por más fuerzas federales que dispararon contra hombres, mujeres y niños. No existe un registro exacto, dado que las cifras correctas fueron ocultadas por el Gobierno porfirista federal y por el gobierno estatal cuyo gobernador había sido nombrado por Díaz. Pero se estima que entre 400 y 800 obreros fueron asesinados, durante dos noches algunos testigos vieron plataformas de ferrocarril con docenas de cuerpos amontonados que de los 7083 operarios de esa zona, la diferencia es de 1571 de los cuales unos habían sido muertos, heridos o desplazados. Cerca de 223 operarios varones y 12 mujeres más fueron encarceladas.3

Los sucesos de Río Blanco se han conocido en la historia oficial, como la Huelga de Río Blanco, sin embargo en esa localidad la patronal fue quien había cerrado la fábrica y no los trabajadores, los obreros que sí habían declarado la huelga pertenecían a las fábricas de Tlaxcala y Puebla.

La rebelión que tuvo lugar en Río Blanco respondía a la inconformidad con el decreto de Porfirio Díaz y el paro patronal que afectó a todos los obreros textiles de la zona. Pero como se ha dicho esa fue la versión «oficial» emitida por el gobierno de Díaz

Una vez restablecido el orden por las fuerzas militares, el gobierno del dictador Díaz ofreció un gran banquete, por el desagravio a los empresa- rios extranjeros propietarios de las fábricas en compensación por la rebelión obrera.

TIEMPOS MODERNOS DE LAS MASACRES…

Cuando se terminan los argumentos surjen las ofensas y, de inmediato, viene la inminente represión.

Esto fue lo ocurrido en la Ciudad de México en 1968, movimiento estudiantil que el gobierno federal lo culminaria 10 dias antes del inicio de los XIX Juegos Olímpicos que fueron inaugurados por Gustavo Díaz Ordaz. Estas ha sido una de las fechas más re-

cordadas por generaciones en nuestro pais. El abuso del poder y la fuerza, se exhibió el 2 de octubre de 1968.

Y fue en la Plaza de las Tres Culturas, donde la represión que reflejaba el fascismo en México, hizo de las suyas. Sangre y fuego, fuego de armas de alto intentaron acabar con lo último que le queda al ser humano, la libertad de pensar y decidir.

Con ese movimiento, los estudiantes pretendían evidenciar la mala calidad del sistema educativo en México. Fueron 146 días de pro- testa. El Ejército atacó a los estudiantes, la cifra oficial fue de 20 muertos, pero las investigaciones posteriores sumaron poco más de 200, pero las cifra real no se ha determinado.

Tres años después, el 10 de junio de 1971, nuevamente el autoritarismo oficial retomó el rumbo de la violencia y fue así como reprimió una marcha de estudiantes en la  Calzada México-Tacuba.

El saldo oficial fue de120 estudiantes muertos. Ese fue el resultado de la matanza del Jueves de Corpus, durante el gobierno de Luis Echeverría.

Los estudiantes fueron atacados por los llamados ‘Halcones’ una división del ejército.

Las víctimas de esta agresión apoyaban a sus compañeros de Monterrey que también denunciaban mala calidad del sistema educativo.

Fue el 22 de diciembre de 1997, cuando unos 45 indígenas tzotziles fueron asesinados mientras oraban en una iglesia; entre las víctimas, 16 eran niños, niñas y adolescentes; 20 eran mujeres y nueve hombres adultos.

Los responsables directos de la masacre fueron grupos paramilitares opuestos al Ejér- cito Zapatista de Liberación Nacional (EZLN). En Oaxaca, la barbaria, el instinto animal, se desató el 14 de junio de 2006:

Al intentar desalojar, por la madrugada, a los integrantes de la Coordinadora Nacional de Trabajadores de la Educación, plantadados en el zócalo de la ciudad capital; se desató la violencia durante el sexenio de Ulises Ruiz Ortiz, cuyo saldo fue de más de 60 muertos, cientos de heridos y dos desaparecidos.