Efecto del agua en los libros


Miles de volúmenes se han “ahogado” en el mar

Reportajes Metropolitanos

Carlos Ravelo Galindo, afirma:

Después del fuego, el principal destructor de los libros es el agua en dos de sus formas: liquida y gaseosa. Miles de volúmenes se han ahogado literalmente en el mar.

La anterior frase nos la “receta” don Fernando Calderón, en la charla amena. Y nos cuenta del político Benjamin Disraeli que platicó que en el año 1700, un inglés disfrazado de mandarín llamado Heer Dudde recorrió durante treinta años el celeste imperio Chino.

Adquirió libros y los envió a Europa. Desgraciadamente la nave en las que viajaban se fue a pique perdiéndose este gran tesoro.

En la señorial Inglaterra era una sana costumbre tener grandes bibliotecas por parte de los ingleses adinerados.

Desgraciadamente a la muerte del gran bibliófilo y coleccionista selecto, las bibliotecas se vendían al mejor postor casi siempre. Una de ellas la de Mrs. Edwards librero de Pall Mall que se compró en Venecia y se envió en tres barcos a Londres. Uno de esos buques fue atrapado por los piratas quienes al no encontrar algo de valor como oro o plata echaron todos los libros al mar, las otras dos escaparon y llegaron con su carga a la ciudad de Londres.

 

…Y SUCEDIÓ EN MÉXICO

El agua en forma de lluvia ha sido causa frecuente de daños irreparables. Afortunadamente las condiciones de humedad absoluta rara vez se dan en una librería. Cuando ocurren resultan muy destructivas y si son prolongadas, la sustancia de papel sucumbe ante su insalubre influencia y pudriéndolo todo.

Al desaparecer la fibra el papel queda reducido a una putrefacción blanca que se desmigaja y convierten en polvo en cuanto se la toca.

Así sucedió en la ciudad de México cuando una de las más grandes librerías del fondo de Cultura, se anego durante un fuerte y prolongado aguacero, por un defecto aparentemente del techado. Se pudo, ante el arreglo, evitar mayores daños a tiempo.

El agua en forma de vapor es gran enemigo de los libros. La humedad los daña tanto por dentro como por fuera. Por fuera aparece un moho blanco. Un hongo que vegeta en los bordes de las hojas y en las uniones de la encuadernación. Se limpia fácilmente con un paño pero no puede evitarse la mancha que deja inexorablemente.

En una biblioteca con ambiente cálido y totalmente seco, estas manchas nunca hu-bieran aparecido.

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VENTILACIÓN NECESARIA PARA GUARDAR LIBROS

Las bajas temperaturas y el frío no perjudican los libros siempre y cuando el clima sea seco. Los libros guardados en anaqueles requieren de ventilación para no producir moho. De otra forma más vale no tener vidrio.

Hablamos don Fernando y el que escribe del gas y el calor.

El gas produce un humo nocivo para los libros por lo que hay que expulsarlo rápida-mente por medio, si es posible, de extractores o ventiladores.

El calor en exceso perjudica el lomo de los libros. Se desmigajan al tocarlos. (Afortunadamente desde la aparición de la luz eléctrica se finiquitaron esos problemas sobre todo en las bibliotecas públicas. Solo persiste el problema de los calentadores en las épocas de frío).

Si la biblioteca se encuentra cerca de una fábrica o empresa que emita constantemente residuos de gas está condenada al fracaso por la contaminación.

También el polvo sobre los libros es muestra de abandono y eso presupone una destrucción aunque más lenta. Un borde superior y dorado es una excelente protección para los libros.

Es una obligación del bibliotecario recibir y dar los libros para evitar el robo o la mutilación. Mantener los libros a su cuidado sin polvo y poseer un catálogo de las obras sumamente accesible para que el lector que las busca las encuentre y sea capaz de usar-las. Así mismo el saber donde se encuentra la obra seleccionada evitara el abandono.

En la actualidad no sólo se buscan libros sino también artículos que se publican en revistas dedicadas a una especialidad y que se concentran en un Index. Es obligación del bibliotecario conocer este Index de uso universal.

La ignorancia y el fanatismo aunque no están a la misma categoría que el agua y el fuego son una gran destructora de libros.

Durante la reforma religiosa fue tan fuerte el antagonismo de la gente frente a cualquier cosa que recordara a la antigua idolatría de la Iglesia Romana, que se destruyeron miles de libros sagrados o profanos que contuvieran capitulares iluminadas.

Incapaces de leer, las turbas no podían discernir entre una novela y un salterio. Así los libros acabaron destruidos en los hornos de las tahonas. Así sí sucedió con la biblioteca del Cardenal Mazarino.

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HOLANDA, EXTRAÑA SOCIEDAD ANTILIBROS

En Holanda existe una sociedad Ultramontana llamada Old Paper y sancionada por los seis obispos de los países bajos. Su objetivo claro y notorio es comprar y destruir, todos los periódicos, panfletos. Libros protestantes, liberales y católicos, cuyo valor se ofrece al Papa en Dinero.

Desde luego esta sociedad es muy poco conocida entre los protestantes, y hay muchos que incluso han negado su existencia. Pero pruebas conducentes han encontrado que sólo un distrito ha recogido de este modo mil doscientas libras esterlinas en dos meses.

Este trabajo cuenta con un enorme apoyo del clero católico. En ningún país se han impreso más libros y destruido otros tantos como en Holanda.

El Clero debe quedar incluido en los últimos años en la lista de biblioclastas.

Para el gusano o polilla de pequeño tamaño blanco con brillo de plata su hábitat natural son los libros, estos insectos hacen verdaderos túneles en los libros. Los agujeros son múltiples, varias decenas con los que destruyen el papel.

Dada su voracidad se creó un tratamiento para que el papel ahuyente a parásitos, ya que les desagrada el caolín, los blanqueadores, el sulfato de bario y el yeso de Paris.

Claro aún hay más. Pronto hablaremos de otros depredadores, además de los humanos.

craveloygalindo@gmail