Diputados insensibles y lejanos al pueblo


Alejandro Moguel

 Uno de los argumentos que la sociedad ha expresado con respecto del número de diputados es que son muy costosos. De acuerdo con un estudio del Centro de Estudios Sociales y de Opinión Pública (CESOP) de la Cámara de Diputados, un 59% de la sociedad considera que el número de representantes populares debe disminuir.

Además del gasto, lo que consideran es que el alto número de estos hace más complejo llegar a acuerdos, pues son múltiples visiones, que no necesariamente representan al pueblo que los eligió, en la gran mayoría son sesgos partidistas.

También consideraron que el trabajo que realizan los legisladores no les sirve a los ciudadanos, argumento válido en la medida que sus iniciativas no se reflejan en beneficios tangibles para la población.

Más allá de los tecnicismos que han documentado para conservar el número de legisladores, es importante que la sociedad se interese y conozca qué hacen los legisladores, puesto que son, en teoría, representantes populares.

Quienes argumentan altos costos e improductividad chocan con el argumento que habla de la necesidad de mantener la pluralidad y la diversidad democrática.

Como quiera que sea, mientras no se reduzca el número de diputados, lo que sí podría hacerse es realizar una función con honradez, en la medianía de sus posibilidades y sin sangrar al erario público.

En Oaxaca sucede lo contrario. Tenemos 42 diputados, con 25 diputados electos por el principio de mayoría y el resto por el principio plurinominal. En un cálculo muy somero, podríamos decir que tan sólo en ingresos por la dieta de estos diputados, a la gente le cuesta casi un millón de pesos mensuales. Sin contar el gasto operativo del Congreso, asesores, representantes, choferes, secretarias, amistades en nómina, etcétera, etcétera.

Alejandro Avilés, el ahora flamante secretario general de Gobierno, manejó a discreción un presupuesto estimado en 600 millones de pesos, para hablar en números redondos. El Instituto Mexicano para la Competitividad A.C. (IMCO) calificó a la 62 legislatura como una de las más costosas y menos productiva. Y si se pensaba que con la era Avilés y sus secuaces terminaba la mala racha en el Poder Legislativo, todos nos equivocamos.

Siguiendo la máxima popular que dice que si estamos mal, podemos estar peor, los legisladores actuales comienzan a dar muestra de ello.

Un detalle que parece simple, los dibuja en toda su dimensión. El diputado Toribio López, así es que se llama este señor surgido del Partido de la Revolución Democrática (PRD), en un afán protagónico o en esa etapa de nuevo rico –que es como se conciben los políticos en Oaxaca–, buscó dejar su modesta oficina para sesionar en un hotel de lujo de la ciudad de Oaxaca.

Quizá piense que eso le dará mayor estatus o que el hecho de pagar un espacio físico fuera de su oficina le dará mayores herramientas para el análisis del presupuesto. Pero como dicen por ahí: aunque la mona se vista de seda, mona se queda.

El trabajo legislativo puede hacerse en el Congreso. Es hasta un asunto de institucionalidad, porque así respetarían ellos mismos su investidura y le darían decoro a una de las funciones más cuestionadas en nuestros días.

Si de por sí se ve a los diputados como zánganos, vividores del presupuesto, actitudes como esas de querer trabajar en un hotel con alberca, con edecanes de buena pierna, con secretarios diligentes que le sirven de séquito y uno qué otro lambiscón que llega a decirles que está muy bien lo que hacen, dan al traste con la poca credibilidad que tienen.

Y no es privativo de un partido político. Todos, PRI, PAN, PRD y los demás partidos que están representados en el Congreso, quieren hacerse notar con vehículos de lujo aunque antes de llegar a esa responsabilidad anduvieran a Volkswagen sedan o en camión urbano. Cambian sus camisas de tienda departamental por un corte italiano con sus iniciales bordadas, beben champagne y comen caviar, pues muchos de ellos solo tendrán esta época de opulencia.

Por eso tiene razón ese porcentaje de la población que piensa que los diputados son caros e inútiles. Cuando en Oaxaca hay jóvenes que todavía estudian con una vela, cuando hay sectores que no podrán cubrir aguinaldos a sus trabajadores, empresas que no tienen la certeza de sobrevivir más allá de diciembre o como la campaña de los pequeños comerciantes: “no llego a diciembre”.

Se sirven con la cuchara grande, con dinero que no es suyo, bueno fuera que lo sacaran de su bolsa y que todos –hay sus excepciones–, estuvieran acostumbrados a esos lujos como una forma de vida. Pero por favor, estos señores que pasaron de ser lucradores sociales para obtener una curul, vergüenza deberían tener y ajustarse a lo que tienen. Para eso tienen unas oficinas tan grandes en San Raymundo Jalpan, no les pasará nada si las ocupan y le dan al Congreso un poco de decencia.

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