Desinformación y cultura del odio


Discurso político

Ivette Rivera Abarca*

Esos líderes…

Si nos basamos en el precepto de que el conocimiento o la ignorancia se demuestra al hablar y la sabiduría es el estado superior donde los hombres y mujeres aprenden a escuchar, aunque parezca una recomendación retórica, en el entendido que es inútil aconsejar a quienes no escuchan, no deja de ser un principio indiscutible para quienes ostentan el poder en el mundo.

Por lo tanto, el trabajo de un gobernante que se considere demócrata, debería ser escuchar, hacer más y hablar menos.

Los discursos oficiales y los medios de comunicación organizados para desinformar, sólo están ocupados en disciplinar según sus reglas.

Su lucha es la consolidación de significados “ideológicos” en un lenguaje colonizado y divorciado de la realidad cotidiana de cada habitante. Su lenguaje es macabramente creador de una realidad catastrófica, utilizando el abuso de paradojas (contradicción) y oxímorones, (por ejemplo, silencio atronador, muerto viviente), así, los “medios de comunicación” y las redes sociales son el síntoma y la enfermedad de nuestras sociedades que, día a día, se hunden en la cultura del odio. Estamos ante una muestra fehaciente de la “información” que deforma.

En un documental televisivo,  mostraba a unos fanáticos religiosos sermoneando a las multitudes, llamando a combatir al enemigo que destruye la moral, los informadores preguntaban a profesores y analistas ¿cómo se forma un fanático religioso?, a lo que cada especialista trataba de dar una respuesta recurriendo a la maldad de estos terribles personajes y utilizando otros argumentos metafísicos que, si bien son inútiles para explicar racionalmente, son muy útiles para retroalimentar el miedo y el espíritu de “guerreros” de sus fieles y pasivos espectadores.

Fanatismo

A estos comunicadores no les pasó por la mente  considerar lo más obvio: un fanático religioso se forma igual que un fanático de cualquier cosa, pues por definición, un fanático es el que defiende una creencia o una opinión con pasión exagerada y sin respetar las creencias y opiniones de los demás. Son personas dogmáticas y se perciben con la mejor moral, justicia o superiores en cualquier área o tema.

En la historia de la humanidad todas las guerras han sido siempre justificadas con “nobles propósitos” derivadas de falsas creencias.

Tanto en cuestiones ideológicas como la religión, política, o los deportes, un verdadero creyente, militante, seguidor y/o fanático, debe comenzar por no dudar pues de lo contrario es considerado un traidor.

En la mayoría de los medios de comunicación no se nos exige que pensemos, se nos ordena que creamos. Es la dinámica de la publicidad que forma consumidores de discursos basados en el sentido de la obviedad y la simplificación.

Todo está organizado para convencernos de algo o para ratificar nuestra fe en un grupo, en un sistema, en una actividad de cualquier deporte. Todo ocurre bajo el disfraz de la diversidad y la tolerancia, de la discusión y el debate, donde normalmente existe una campaña de desprestigio para cualquier representante de la posición contraria para humillarlo o burlarse de él.

Los comunicadores, como los políticos o influencers en la redes sociales, son análogos a un Guru o sacerdotes religiosos que se dirigen a un público que está “domesticado” a escuchar sermones incuestionables u opiniones de ideologías  como “la verdad absoluta”.

La humanidad aprende de su experiencia pasada y en este proceso se supera a sí misma. Ambas realidades humanas han luchado desde siempre.

Entusiasmo exacerbado en el deporte

Si la raza humana tuviese mejor memoria, menos hipocresía, en otras palabras si tuviera más conciencia de su importancia y más rebeldía ante su falsa impotencia, si en lugar de aceptar la fatalidad artificial del declive de la humanidad y reconociera la urgencia de trabajar por la convivencia armónica de las diferencias, no sería tolerante en momentos determinados y aceptará que la humanidad lo que requiere es una Cultura de la Tolerancia.

Esto sería seguramente el remedio para la extinción de campos de cadáveres y pueblos y países en los que se siembra el odio para satisfacer determinados intereses.

La importancia del desarrollo de la conciencia se verá reflejada en la disminución del dolor, el derrame de sangre y la muerte que en la actualidad está enfermando a todos los seres humanos en el planeta.

*Lic. En Terapia de Lenguaje y Consultora y Comunicadora en Semiología de la Vida Cotidiana