De víctimas a verdugos, qué aprender de 2006 y 2016


Nochixtlán junio de 2017

Alejandro Moguel

Junio no ha sido un mes de buenas referencias para Oaxaca. El 14 de junio de 2006, una equivocada decisión política sumió al estado en una de sus más grandes crisis. El 19 de junio de 2016, la historia pudo repetirse, aunque no tuvo las funestas consecuencias.

Desde 2006, la situación en Oaxaca ha sido compleja. Disfrutamos de sus fiestas, pero vivimos en la zozobra de constantes expresiones que se tornan violentas. La sociedad quedó dividida, resquebrajada por disputas que parecen a lo largo de los años, estériles. Y un buen negocio para muchos que han sido beneficiarios del conflicto.

Como en toda historia, hay verdades y mitos. Pero como dicen, quien no conoce la historia, puede repetirla.

Por eso es importante reflexionar sobre qué nos han dejado estos dos episodios de violencia. Unos se quejan de un gobierno represor y otros de los excesos que permite ahora el Estado para no llevar ese estigma. En medio, una sociedad que solo está como espectador.

Desalojo de plantón en el zócalo de Oaxaca, junio 2006
Desalojo de plantón en el zócalo de Oaxaca, junio 2006

TEMAS PENDIENTES DE ULISES RUIZ ORTIZ

De 2006 hay muchos saldos negativos. Muertes y desapariciones por las que el gobernador de ese tiempo, Ulises Ruiz Ortiz, no ha respondido. Y de 2016, también muertes y hechos no aclarados.

En ambos casos, los gobernadores Ulises Ruiz y Gabino Cué no pudieron con el conflicto.

Se le salió de las manos y ante la sinrazón, no quedó más que el uso de la fuerza pública.

En el plantón magisterial de 2006, los profesores fueron sujetos pasivos, aunque justificaron la acción diciendo que eran las voces de la sociedad las que pedían el desalojo, este no tuvo el manejo adecuado y se fue contra un grupo de individuos, entre ellos mujeres y niños, que estaban sin armas ni preparados para ello.

En 2016, las carreteras estaban sitiadas, hubo quienes provocaron la violencia como respuesta a la presencia policial y hasta la fecha también queda en entredicho una verdad que solo ha beneficiado a los activistas.

En cualquiera de los casos, la deuda con la sociedad persiste. No sólo es la verdad a medias que cuentan los activistas y que han sido los que más provecho han sacado de este problema.

También hay una provocación constante de estos grupos que se empoderan ante el temor de las autoridades.

Este fin de semana se anunciaron bloqueos. Es una buena noticia saber que lo harán sin afectar las clases. Pero hasta cuándo en Oaxaca se distorsionará la libertad de manifestarse con la afectación a terceros y se pondrá un freno a los abusos con el argumento de ser víctimas de un conflicto del que también participaron.

En esta nueva correlación de fuerzas, es importante que se analice lo sucedido en años anteriores y cómo ha sido responsabilidad de todos por la mala manera de conducir los conflictos.

En Oaxaca es cíclica la manifestación y se le añadieron dos fecha más en junio, el 14 y el 19.

Ya vendrá la Guelaguetza, que no sólo corresponde a los organizadores, también es un tema de gobernabilidad y manejo de estos grupos que hoy demandan justicia bloqueando carreteras o pidiendo mayores indemnizaciones.

No es con un nuevo gobierno que las cosas cambiarán en Oaxaca. Pero muchos han cuestionado que mantengan las mismas prácticas de complacencia para grupos que han tratado de acabar con Oaxaca.

No sólo eso, sino que se les permita continuar lucrando con la protesta social, que puede ser legítima, pero no con excesos.

Únicamente hay qué ver quiénes mueven a estas organizaciones que surgieron después de 2006 y darse cuenta cómo su demanda de justicia se traduce en concesiones, en terrenos invadidos, en contratación de obra por la fuerza o la toma violenta de municipios.

Esta distorsión es la deuda que tiene el Estado con la sociedad, corregir y atender lo que deba, pero tampoco permitir que estos grupos sigan haciendo de las suyas a su arbitrio.

En el caso del magisterio, hay una gran mayoría de profesores que tienen un compromiso real con la educación. Los que quieren paros y plantones son una minoría. Los que se han aprovechado, también.

Por eso este 14 y 19 de junio las movilizaciones se vieron mermadas y puede ser un eventual pulso de ese cambio que espera la sociedad.

Ya no más violencia, ya no más impunidad, justicia, pero no para unos cuántos ni tampoco victimizar demás a quienes han sido nuestros verdugos.

Turistas y ciudadanía afectados por bloqueos de la Sección 22 del SNTE
Turistas y ciudadanía afectados por bloqueos de la Sección 22 del SNTE