De Pe a Pa: Niño chillón y miope


Ricardo Anaya

Alberto Vieyra Gómez

El llamado niño chillón, Ricardo Anaya, admite que si aprobó en la cámara de diputados el pase directo del fiscal general de la república pero que no se dio cuenta… Pobre politicastro, además de chillón, pendejo. Así explicó su barrabasada en el 2013 cuando era pastor de los diputados panistas en San Lazaro: “Era una reforma muy compleja…”. Jeje… baboso niño chillón que, como muchos otros lacayos, aprueban leyes sobre las rodillas y sin saber lo que aprobaron, así estén crucificando al pueblo de México.

Así ocurrió hace más de un siglo, cuando los diputados aprobaron el uso de la banda presidencial al revés. – Sería este átomo de la comunicación quien durante la campaña presidencial del 2000 le hizo ver a Vicente Fox que la banda presidencial estaba al revés y que si la iba a usar así.

Parálisis legislativa

VICENTE FOX Y LA BANDA PRESIDENCIAL

El paisano de las momias de Guanajuato perló tamaños ojotes y me pidió que le explicara la aberración que habían cometido los diputados al aprobar la ley de usos de los símbolos patrios. Lo hice y Vicente escuchó con suma atención. No agregó absolutamente nada; pero durante su mandato enviaría al congreso de la unión una iniciativa de ley para corregir semejante metida de pata de aquellos diputados que legislaron sin saber lo que estaban aprobando y lo peor es que ningún presidente de la república ni ciudadanos se habían dado cuenta del garrafal error histórico, como el que cometió el jerarca nacional del PAN en el 2013.

Uno de los pretextos de la parálisis legislativa

Qué quiere decir la impúdica revelación de Ricardo Anaya, quien con su torpeza cometida en el 2013 ha llevado al congreso de la unión a una histórica crisis de constitucionalidad al no permitir la instalación de la nueva mesa directiva en San Lázaro, y ha llevado al PAN al peor resquebrajamiento político de su historia que podría convertirlo en un partido de la chiquillada en las próximas elecciones presidenciales.

La revelación de Anaya tiene muchas lecturas.

Primera, los diputados y senadores no leen, como ocurre con la mayoría de los mexicanos. Ese asunto es fundamental en la catástrofe educativa que vive el país, aunque también la nación enfrenta a una catástrofe ortográfica; pocos, muy pocos mexicanos saben escribir correctamente.

Segunda, los legisladores se van exclusivamente por la línea que les tiran sus dirigencias partidistas que ya comprometieron previamente sus acuerdos con el partido en el gobierno y, en muchos casos, por la venta millonaria de sus votos.

Ernesto Zedillo, banda al revés

NULA PREPARACIÓN DE LOS LEGISLADORES

Y tercera, la mayoría de los legisladores son chambistas que lograron el hueso político por lamebotas o porque pertenecen a familias poderosas en los estados de la república, pero que no han tenido ninguna preparación en materia legislativa y ni siquiera saben de cuántos artículos consta la constitución general de la república. Triste realidad política.

¿Estará lejos el día en que diputados y senadores nos crucifiquen una y otra vez aprobando leyes impopulares y peligrosas, como lo hizo el niño chillón don Ricardo Anaya, a quien el PRI y el PAN le hicieron una aureola de El hombre maravilla?

Sólo que ese hombre maravilla se desmoronó políticamente como un castillo de arena cuando se hizo pública su riqueza escondida de más de 333 millones de pesos, lo cual reveló que él y su familia se pudrieron en dinero en tan sólo 13 años, aunque usted no lo crea.

Yo le pregunto: ¿Qué le parece a usted esa maldita democracia que impera en los partidos políticos, convertidos en lacras sociales que nos han reducido a los mexicanos a simples pagadores de impuestos y viles objetos de uso electoral?

Ciudadanos, objetos de uso electoral