De mentiras y ultraderechistas en Morelos


Octavio Rodríguez Araujo/La Jornada

Hay quienes se escandalizan de que a Javier Sicilia se le califique de ultraderechista, pero no se sonrojan siquiera al decir grandes mentiras sobre la golpiza que, según ellos, le propinó la policía del estado de Morelos enviándolo –dijeron– al hospital.

Comencemos por esto último. La policía estatal nunca ha golpeado al ex poeta, convertido en activista social. Más bien lo ha protegido, entre otras razones, para no darle pretextos a su vocación teatral de presentarse como la víctima que no es. Es tan protagónico que con frecuencia dice recibir amenazas de muerte del poder institucional, al grado de acudir a la delegación de la PGR en Cuernavaca donde, como precaución, un comandante le sugirió, yo creo que burlándose de él, que usara un chaleco antibalas, mismo que Sicilia se puso para la fotografía (Ver el video).

El 29 de agosto corrió la versión de que el plantón del Frente Amplio Morelense (FAM) afuera del palacio de gobierno había sido desalojado (una decisión, a mi juicio, desacertada). El vocero del FAM, Sicilia, convocó a sus seguidores a volver a tomar los pasillos del edificio gubernamental, resguardado en ese momento por vallas metálicas. En las fotografías y videos publicados se ve claramente al ex poeta presionando la valla que tenía al frente, empujado contra ella por sus mismos seguidores y acompañantes. Movieron la valla y luego se puede ver un video en el que muestra su torso descubierto con un costado ligeramente enrojecido. Una señora y el rector de la UAEM lo acompañaron caminando a una ambulancia del ERUM (Escuadrón de Rescate y Urgencias Médicas, dependiente del gobierno que rechazan), donde subió por su propio pie para ser trasladado a la Cruz Roja. Los paramédicos oficiales le hicieron la valoración de rigor, y ésta fue realizada por segunda vez en las instalaciones de la Cruz Roja, donde su personal le tomó placas de tórax. El diagnóstico fue que no tenía nada grave y fue llevado a su casa. En ningún momento se ve escena alguna donde fuera golpeado. Dieron testimonio de los hechos un notario público de la ciudad y visitadores de la Comisión Estatal de Derechos Humanos.

Por otro lado, yo he calificado a los del FAM como una oposición de derecha y de ultraderecha, y lo ratifico, lo que no quiere decir que sea un defensor del gobernador de Morelos quien, por cierto, es mi amigo desde que él militaba en el Partido Socialista de los Trabajadores, antes de que se fundara el de la Revolución Democrática (PRD). Son dos cosas distintas, como si por decir que la oposición a Maduro en Venezuela es de derechas estuviera defendiendo al presidente de ese país. Yo no defiendo gobiernos. Ellos cuentan con más recursos que yo para defenderse, y así se lo hice saber, por ejemplo, a Cuauhtémoc Cárdenas en un artículo a raíz de que tomó posesión como jefe de Gobierno del DF. Una cosa fue que apoyara su candidatura, incluso acompañándolo en su campaña, y otra que yo perdiera mi condición independiente para criticarlo como gobernante. Lo dije también con López Obrador, a mi lado en una mesa redonda en la UNAM y también mi amigo de muchos años: que si llegara a ganar yo me reservaba mi derecho a criticarlo pese a mi apoyo en ese momento. Y rematé diciendo que, para mí, gobierno es gobierno, de la tendencia que sea, aunque obviamente prefiero en la actualidad a unos, como el de Bolivia, que a otros, como el de Argentina o el nuevo de Brasil, que repudio al ciento por ciento y, dicho sea de paso, no les daría de besos ni para facilitar la nota en los medios.

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Volviendo a Sicilia, debo reiterar lo que he dicho muchas veces: los anarquistas antiprogreso y enemigos de la modernidad (Ilich, por ejemplo) no me simpatizan, y menos si son antipartido y proclives a la agudización de las contradicciones con propuestas utópicas de imposible reconciliación colectiva que, en medio del caos que generan, terminan fortaleciendo a quienes ya tienen el poder contra el que supuestamente luchan. Para el caso da igual si se trata de seguidores de la mística cristiana Simone Weil, proponente de la abolición de los partidos (rescatada en México, 73 años después, por Bellinghausen y luego por Sicilia), que del casi desconocido republicano español y anarquista Manuel Estrada, quien publicara, en 1952, un libro titulado Democracia sin partidos, en el que, por cierto y adelantándose más de 50 años al zapatismo de Chiapas, proponía explícitamente la tesis del mandar obedeciendo. Si además de ser anarquistas se asocian con obispos ultraconservadores, como Ramón Castro Castro (de Cuernavaca); rectores de muy dudosa reputación y sospechosos de fraude y desvío de recursos (Alejandro Vera); empresarios sin empresas y de tortuosa trayectoria, como Gerardo Becerra, y líderes de transportistas que se alejaron del PRD para acercarse al PAN y terminar apoyando al PRI en 2012, como Dagoberto Rivera, pues tengo argumentos para pensar que todos ellos representan a las derechas y las ultraderechas morelenses que, para colmo, son homofóbicas. Por si no fuera suficiente, al FAM se ha unido Antorcha Campesina, organización priísta precedida de asesinatos e invasiones de tierras de campesinos pobres en diversos puntos del país con objeto de destruir movimientos independientes de colonos y campesinos de orientación democrática. Sus principales bastiones, protegidos por el PRI, son el estado de México (Chimalhuacán e Ixtapaluca) y el de Puebla (véase, entre muchas fuentes, Al amparo del PRI crece poder de Antorcha Campesina en Edomex, Proceso.com.mx, 6/10/15). Ahora, por lo visto, quieren sentar sus reales en Morelos también (a río revuelto…).

Pronto, en el movimiento mismo aflorarán las diferencias internas de quienes componen el FAM, que no son insignificantes, y éste desaparecerá por la misma razón por la que surgió: su artificialidad en la coyuntura que apunta a 2018. ¿Tendría que ser más explícito?

rodriguezaraujo.unam.mx

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