De locura


Día del Niño en México
  • Celebración del día del niño en México tiene inesperadas y muy raras variantes.
  • Excentricidades de famosos personajes de todas las ramas del quehacer humano.
  • Exóticas mascotas, raros hábitos alimenticios; obsesiones rayando en demencia.
  • Víctor Hugo, Abraham Lincoln, Oscar Wilde, Coco Chanel y Sarah Bernhardt.

Reportajes Metropolitanos

Carlos Ravelo Galindo, afirma:

Sí, de locura.

Este día llamado del Trabajo, se descansa.

Insistimos con ellos. Con los genios idos y los que se creen.

Se ha dicho que al inventor estadounidense Henry Ford le gustaba comer maleza. Iba al campo, recogía la hierba bajo sus pies y hacía bocadillos, ensaladas y sopa.

Creía que el cuerpo era una máquina y que el estómago era como una caldera y necesitaba el combustible adecuado para funcionar de manera eficiente.

No se supo si la fumaba.

George Gordon Byron era una persona excéntrica que amaba a los animales.

Cuando entró en Cambridge, había tratado de llevar a su perro con él. A pesar de que tener perros como mascotas allí, estaba específicamente prohibido.

En represalia, el poeta compró un oso y lo llevó a su habitación.

Después argumentó que, dado que los osos no se mencionaban específicamente en sus estatutos, entonces la universidad no tenía fundamentos legales para las quejas.

Ganó la discusión en contra de la universidad y el oso se quedó con él en su habitación.

Sarah Bernhardt

En cambio a Oscar Wilde le gustaban los animales exóticos e incluso le gustaba pasear a su mascota langosta.

También solía ir al teatro con una rata blanca.

Clark Gable el actor estaba obsesionado con la limpieza.

Se cambiaba constantemente de ropa. Se duchaba varias veces al día y evitaba las bañeras porque le disgustaba la idea de sentarse en el agua sucia.

El inventor Thomas Edison tenía un método inusual para contratar a nuevos investigadores científicos.

Les invitaba a cenar, les ofrecía un plato de sopa y los vigilaba. Quedaban descartados los que agregaran sal antes de probar un plato.

Su razonamiento fue que no quería trabajar con personas que sacaban conclusiones antes de realizar un experimento.

Sarah Bernhardt era una excéntrica «reina del teatro». Tenía un ataúd que llevaba consigo cuando se movía.

Ella durmió, leyó y aprendió sus papeles de memoria en él.

Ludwig Van Beethoven, el compositor, hizo una serie de cosas extrañas.

Por un lado, rara vez se afeitaba, ya que pensaba que era malo para la creatividad.

Tampoco le prestó atención a su apariencia. Su ropa generalmente estaba sucia y andrajosa. Pedía café hecho con exactamente 60 granos de café.

Y como muchos, nunca daba propinas.

Coco Chanel

DIA DEL NIÑOSAURIO, ENTRE GENIO Y LOCURA

Carlos Ravelo Galindo, afirma:

En México residen 38.3 millones de niñas, niños y adolescentes de 0 a 17 años.

Desde 1924 en México, cada 30 de abril se conmemora el Día del Niño de acuerdo con la propuesta del entonces ministro de Educación Pública, José Vasconcelos.

¡Cómo nos hace falta!.

La Declaración de Ginebra, la número1 de ese mismo año reconoce y afirma la existencia de derechos específicos para los niños y las niñas, pero sobre todo la responsabilidad de los adultos hacia ellos.

En 1990 la Cumbre Mundial, de la que México forma parte, acordó instrumentar acciones encaminadas a:

Proteger y promover los derechos de niños y niñas a sobrevivir.

Aprender y crecer.

A desarrollarse y alcanzar su pleno potencial.

Así como ser reconocidos como sujetos de derechos.

El Instituto Nacional de Estadística y Geografía (INEGI) nos presenta las tres principales etapas en el desarrollo de niñas, niños y adolescentes:

Primera infancia, de los 0 a los 5 años de edad.

Oscar Wilde

Edad escolar, de los 6 a los 11 años.

Y la Adolescencia, de los 12 a los 17 años.

Luego, a partir de este 30 de abril del 2019, lo bautizamos nosotros como el “Día del Niñosaurio”.

Mucho de esto, gobierno y padres, antes y ahora, lo han olvidado. Prefieren insultarse o insultarlos como adultos enajenados.

Tenemos ejemplo “clásico” con los profesores que riñen entre sí, pero se olvidan de los niños. Ante ello nuestro título de “Entre genio y locura.

Traemos a colación la primera infancia. Para hablar también de otros genios, los adultos, que a menudo se comportan de forma extraña. Vaya, niñosaurios, para llamarlos con corrección.

Echemos un vistazo a individuos que prueban que existe una delgada línea entre el genio y la locura.

Por ejemplo ¿Sabías que Víctor Hugo se rasuró la mitad de su cabello y barba para disuadirse a sí mismo de salir y no distraerse de escribir su novela?

¿O que a Charles Dickens le gustaba visitar la morgue de París?

Que Charles Darwin tenía las preferencias alimenticias más extrañas.

Durante su viaje alrededor del mundo, no sólo estudiaba la diversidad de la fauna, sino que se comía a todas las criaturas que conocía, incluidos los insectos.

Le gustaban especialmente el armadillo y un roedor anónimo de color chocolate.

Sin embargo, no estaba muy interesado en el estofado de puma. Incluso era miembro de The Glutton Club (El Club del Glotón), en el que se reunían cada semana para discutir qué platos exóticos habían probado.

Que Abraham Lincoln, decimosexto Presidente de los Estados Unidos solía guardar todos los documentos importantes en su famoso sombrero.

Y también decidió dejarse barba después de que una niña dijo que a todas las mujeres les encantaban las patillas.

Víctor Hugo

Víctor Hugo el escritor, por su parte, se obligaba a concentrarse en el trabajo al utilizar algunos métodos extraños.

Había hecho que sus sirvientes se llevaran toda su ropa, de modo que no podía salir de casa.

Y cuando trabajaba en El jorobado de Notre-Dame, se cortó la mitad de la barba y el cabello y tiró las tijeras para que no hubiera otra opción para arreglar el desaguisado, que pasar días encerrado en casa.

Gabrielle Coco, Chanel, siempre llevaba unas tijeras alrededor del cuello.

Cuando notaba que una de sus modelos llevaba un vestido creado por otro diseñador, realizaba unos cortes en la prenda y se veía más elegante de esa manera.

Para divertirse, Charles Dickens solía visitar la morgue de París. Dijo: «Cuando estoy en París, una fuerza desconocida me hace visitar la morgue. «No quiero ir allí, pero sí voy».

El escritor también solía seguir una dieta de champán, que había sido prescrita por un médico.

Luego les platicamos de otros, igual de interesantes.

craveloygalindo@gmail