Culebrón en el Elíseo


  • Suspenso, rebotes, revelaciones, mentiras y escándalos se suceden a un ritmo vertiginoso que convierte el tema en affaire de Estado y hace tambalearse al presidente Emmanuel Macron

Vilma Fuentes /La Jornada

El palacio del Elíseo parece haberse convertido en el teatro de farsas, bufonadas y otros vodeviles.Comedias más picantes a cada mandato presidencial, con esa inclinación a las historias galantes de los franceses desde la época de la monarquía.

A la esposa del general De Gaulle no le agradaba mucho habitar un palacio construido para una cortesana: la marquesa de Pompadour, favorita de Luis XV. Pero los gustos dieron un giro de 90 grados con la llegada de Giscard a la presidencia y sus escapadas nocturnas en busca de aventuras femeninas. Siguió Mitterrand y su doble vida: todo un servicio de espionaje telefónico para guardar en secreto la existencia de su hija natural que podía impedirle ser electo y relecto. De Chirac hubo rumores, pero logró evitar cualquier escándalo.

Con Sarkozy, la vida privada se vuelve pública: Cecilia lo abandona por el director de campaña apenas electo su marido, quien se consuela casándose con la atrevida modelo Carla Bruni. El vodevil parece llegar al colmo con Hollande, quien rehúye el matrimonio como la peste y llega al Elíseo con su compañera, la periodista Valerie Trierweiler, a quien engaña con una joven actriz. Fotografiado en una motoneta para ir a sus citas amorosas, Valerie estalla en una de esas escenas conyugales donde se arrojan los muebles, en el caso los del Elíseo, a la cabeza del otro.

Ivonne y Charles De Gaulle

Al fin, con la entrada de Emmanuel y Brigitte Macron al palacio, el público puede soñar con una bella historia de amor entre una mujer más de 20 años mayor que el joven alumno, por quien rompe con el padre de sus tres hijos.

Por desgracia para los crédulos lectores de novelas rosas, las cosas han tomado otro aspecto, bastante dudoso, desde hace unos cuantos días. Un verdadero culebrón tiene lugar en el Elíseo: suspenso, rebotes, revelaciones, mentiras y escándalos se suceden a un ritmo vertiginoso que convierte el culebrón en un affaire de Estado y hace tambalearse al inquilino del Elíseo, el presidente Macron.

Durante las manifestaciones del pasado primero de mayo, un tipo de civil, pero con casco y brazalete de policía, es filmado mientras golpea y patea en el suelo a un muchacho sin que los otros policías, éstos uniformados, intervengan. Aunque el video circula en Internet, el asunto pasa desapercibido. Quienes lo ven imaginan un abuso más de las fuerzas del orden. Además, desorden y pillaje se atribuye a los black blogs.

Francoise Miterrand y su esposa Danielle

Sólo dos meses y medio después estalla el escándalo, cuando el diario Le Monde publica el video e identifica al falso policía como un tal Benalla, muy próximo del presidente Macron, considerado en un primer momento como su guardaespaldas. Interrogado, el Elíseo afirma haber suspendido durante 15 días a Benalla en castigo, pero Benalla goza de privilegios especiales: departamento de 200 metros cuadrados en el lujoso edificio de quai Branly, dependencia del Elíseo muy codiciada y cara, donde Mitterrand alojaba a su amante y a su hija natural; un sueldo de 7 mil y pico de euros; auto de lujo con chofer; un posible adelanto de 180 mil euros para remodelar el departamento. El asunto se envenena con testimonios de sus amenazas de arresto y otros abusos. Sigue la desaparición de videos comprometedores con la ayuda de funcionarios policiacos.

A esto se agrega que, a pesar del rechazo de las autoridades competentes a concederle licencia de porte de armas, Benalla está armado. La pregunta es: ¿por qué y de dónde vienen tantos privilegios? La Asamblea constituye una comisión de investigación parlamentaria.

Se interroga al ministro del Interior, quien, durante dos horas y media, responde que él no sabe nada, cuando debe ser la persona más informada, pues se trata de la seguridad del mandatario, y señala como responsables al Prefecto y al Elíseo, pues no le toca a él levantar una queja. El Prefecto apunta también hacia el Elíseo.

Un director de policía afirma que nunca se suspendió a Benalla. El conjunto de la oposición reclama una respuesta a Macron, mientras la policía levanta una queja por usurpación de identidad, ya que la impostura de Benalla los desprestigia. El Prefecto habla de amiguismo malsano en el Elíseo. Los políticos hablan de favoritismo, de protección demasiado aproximada e incluso de favorito. Mentiras y revelaciones de un asunto de Estado.

Anne Aymonne y su esposo el presidente Valéry Giscard d´Estaing

SEGUNDA PARTE

No cabe duda: Emmanuel Macron es un excelente alumno de su esposa Brigitte. Aprendió la actuación en el taller de teatro dirigido por ella cuando era un adolescente. Cierto, a veces sobreactúa, como lo hizo durante la ceremonia de su investidura en el decorado de la pirámide del Louvre o cuando se califica a sí mismo de jupiteriano, lo cual no significa que se tome por un habitante del planeta Júpiter, sino más bien de una identificación con el dios romano rey del Olimpo.

Su sorpresiva entrada en escena, la tarde del martes pasado, en la Casa de América Latina, fue espectacular. Diputados de su partido, La República en marcha, celebraban con un brindis el término de unas sesiones de trabajo, cuando apareció el presidente. Una aparición inesperada y casi milagrosa. En efecto, desde el estallido del escándalo Benalla –su jefe de seguridad e individuo muy singular– Macron se había encerrado en un mutismo total sobre el asunto, ignorando jupiterianamente declaraciones de la oposición, comentarios en la prensa, radio y televisión francesas y extranjeras que clamaban el escándalo, rumores y vox populi. Y de pronto, sin prevenir, mientras el ministro del Interior, jefes de la policía, directores de gabinete y de la Presidencia eran interrogados por la comisión de investigación parlamentaria creada para tratar de deslindar responsabilidades, Emmanuel Macron en carne y hueso, transfigurado, amo de las manecillas del reloj, como él presume, decide tomar la palabra y se declara responsable único de todo lo sucedido –cuando ya otros posibles chivos expiatorios, los fusibles de la electricidad política parecían dispuestos a saltar a causa del corto circuito.

Alexandre Benalla y el presidente de Francia Emmanuel Macron

Responsable de la sanción impuesta a su joven y prepotente guardaespaldas Benalla por la golpiza que dio a dos manifestantes, un hombre y una mujer, el pasado primero de mayo, disfrazado de policía con un casco y un brazalete. Se sabe ahora, por las afirmaciones de otros agentes, que no era la primera vez que se presentaba en una manifestación sembrando el terror entre los miembros de las fuerzas armadas. ¿Por qué no detuvieron su agresión? ¿Por qué guardaban silencio sobre su conducta desproporcionada? Porque se le veía como el representante de otro, un emisario del Elíseo o, si se prefiere, del Olimpo, un protegido de Júpiter.

Si las cosas estallaron fue gracias al video de la golpiza, filmado por un militante de Los Insumisos, partido de izquierda dirigido por Mélenchon. Aunque el video fue subido a Internet desde el 2 de mayo, fue la publicación por el diario Le Monde, dos meses y medio después de ocurridos los hechos, y la identificación del golpeador, el tal Benalla, un muy cercano colaborador de Macron, lo que desató el escándalo seguido por toda la prensa europea, la canadiense, la de Estados Unidos e incluso de Brasil. Las imágenes de la agresión impresionaron. Los comentarios no se hicieron esperar. Para el diario español, El País, la pena de dos semanas de suspensión parece ínfima frente a los hechos y considera difícil acabar con la tempestad desatada. The Guardian, británico, señala el asunto como extremadamente perjudicial para el presidente francés, quien ganó la presidencia con la promesa de restaurar la transparencia y la integridad, y ahora vuelve a los viejos métodos opacos y poco íntegros. En Italia, La Reppublica utiliza el lenguaje del box e indica que el golpeador francés envía al Elíseo a la lona y subraya que el escándalo congela la reforma constitucional.

Alexandre Benalla el dÌa de la agresión

El también italiano Corriere della Sera enfatiza: Privilegios y protección del guardaespaldas de Macron: ciclón en Francia, y pregunta ¿por qué fueron necesarios casi tres meses para tomar medidas serias? El popular diario alemán Bild explica que Macron tiene problemas después de una golpiza, dejando en la ambigüedad quién la recibió y si es real o figurada. El brasileño O Globo considera que hay un antes y un después para la imagen de Macron, pues el episodio afecta la popularidad del presidente francés y revela una crisis gubernamental.

Más duro, el Berlingske danés estima que el asunto destruye la imagen de Macron. En Suecia, Aftonbladet estima que para Macron, la historia es cada vez más embarazosa. El Washington Post habla de un video estrujante y piensa que el escándalo sigue aumentando. La polémica prosigue y la prensa fustiga al Rambo y al atacado de mutismo, Benalla y Macron, respectivamente.

La ironía y la burla resuenan en Europa, pequeñas venganzas contra las actitudes arrogantes del presidente francés. Y, desde luego, los internautas se deleitan con la farsa escenificada en el Elíseo.

Nicolás Sarkozy y Carla Bruni

Así, después de una larga reunión con sus encargados de comunicación, en su residencia de campo presidencial La Lanterne, así como de análisis de los sondeos, privados y públicos, donde su popularidad sigue en caída, Emmanuel Macron se decidió por una explicación entre amigos, es decir, los diputados de su partido, quienes evidentemente lo aplaudieron.

Jacques Chirac y su esposa Bernardette

Su entrada en escena fue la de un actor principal. Jupiteriano, decidido a no dejarse robar cámara por nadie. Discurso desafiante, casi bravucón: La República ejemplar no impide los errores. ¡Si buscan un responsable, ése soy yo y yo solo! ¡Que vengan a buscarme!, retó provocadoramente a quienes le piden una explicación ante los franceses y no sólo entre un clan. Criticó a la prensa que no busca la verdad, miente y quiere instituirse en justicia paralela. Acaso una ligera alusión contra quienes lo acusan de crear una policía paralela. Negó que Benalla, por quien se siente decepcionado y traicionado, gozara de tantos privilegios como se dice, antes de concluir: No es mi amante, negación que nadie le pedía, pero que él tuvo necesidad de dar, quién sabe por qué.

Acaso creyó calmar los ánimos y hacer cesar la tempestad, acabar con ciclón y tsunami. Pero la información de los abusos sigue aumentando. Habrá que esperar un entreacto para saber si el público ovaciona o lanza huevos podridos al actor estrella.

vilmafuentes22@gmail.com