Cuba llama en la ONU a modificar un orden mundial egoísta y desigual


El presidente de Cuba, Miguel Díaz-Canel, durante su intervención en la 76 Asamblea General de la ONU el 23 de septiembre de 2021 en Nueva York. Foto Afp

David Brooks, corresponsal / La Jornada

Nueva York. Uno de los países más pequeños pero históricamente entre los más poderosos en esta sede mundial colocó la coyuntura actual como una en donde se tiene que decidir entre la continuación de las políticas que han llevado al planeta a estas condiciones, incluyendo las de la pandemia y cambio climático u optar por la solidaridad para el bien colectivo.

El presidente de Cuba, Miguel Diaz-Canel, llamó por “un cambio de paradigma y por transformar un orden internacional profundamente desigual y antidemocrático, que antepone el egoísmo y los intereses mezquinos de una minoría a las legítimas aspiraciones de millones de seres humanos”.

Agregó: “No nos cansaremos de repetir que deben cesar el despilfarro y los irracionales patrones de producción y consumo del capitalismo, depredadores del medio ambiente y causantes del cambio climático, que amenaza la existencia de la especie humana. El esfuerzo debe ser colectivo, pero los países desarrollados tienen la obligación moral de asumir la más alta responsabilidad por ser los principales causantes de la situación actual y disponer de los recursos para ello”.

Ante ello, afirmó que “hay que luchar porque prevalezcan la solidaridad, la cooperación y el respeto mutuo si se quiere dar una respuesta efectiva a las necesidades y anhelos de todos los pueblos, y preservar lo más valioso: la vida y la dignidad humanas. Nuestros pueblos tienen derecho a vivir en paz y seguridad, al desarrollo, al bienestar y la justicia social”.

A la vez, acusó que a través de medidas de “coerción económica” el gobierno de Estados Unidos “amenaza, extorsiona y presiona a Estados soberanos para que se pronuncien y actúen contra aquellos que identifica como adversarios”, incluyendo esfuerzos para promover los cambios de régimen.

Denunció que “el más cruel y prolongado bloqueo económico, comercial y financiero que se haya aplicado contra nación alguna, se ha recrudecido de modo oportunista y criminal en medio de la pandemia, y la actual administración demócrata mantiene vigente sin cambio, las 243 medidas de coerción adoptadas por el gobierno de Donald Trump, incluyendo la incorporación de Cuba a la espuria e inmoral lista de países que supuestamente patrocinan el terrorismo”.

Calificó esta actual agresión como “una guerra no convencional” que se libra incluso a través de campañas de manipulación y engaño empleando herramientas digitales “para proyectar interna y externamente, una imagen absolutamente falsa de la realidad cubana, sembrar confusión, desestabilizar, desacreditar al país y justificar la doctrina de cambio de régimen”.

Concluyó que “todo lo han hecho para borrar a la Revolución cubana del mapa político del mundo. No aceptan alternativas al modelo que conciben para su patio trasero”.

Estados Unidos, señaló, “suele usar el término comunidad internacional para definir al pequeño grupo de gobiernos que acompaña sin cuestionar jamás la voluntad de Washington”.

Declaró inaceptable cuestionar el derecho de todo Estado “a desarrollar el sistema político, económico, social y cultural soberanamente elegido por su pueblo”.

Frente a eso, la respuesta cubana ha sido la solidaridad. Díaz-Canel declaró que “practicamos la solidaridad desinteresada con los que necesitan de nuestro apoyo y también la recibimos agradecidos de gobiernos, pueblos, amigos y de la comunidad cubana en el exterior”.

Como ejemplo de ello, recordó que Cuba ha enviado más de 4 mil 900 colaboradores, organizados en 57 brigadas médicas, a 40 países y territorios afectados por la Covid-19”. A la vez, celebró que los científicos cubanos han desarrollado bajo condiciones sumamente adversas tres vacunas, con las cuales se espera inmunizar a toda la población de la isla para finales de este año.

Resaltó los esfuerzos para promover las iniciativas para la integración de América Latina y el Caribe para obrar de manera independiente ante “las pretensiones de reimponer la Doctrina Monroe y la dominación neocolonial”.

Concluyó: “Ratificamos la determinación de Cuba de continuar exponiendo con claridad sus verdades por mucho que molesten a algunos, de defender principios y valores en los que creemos, de acompañar las causas justas, de enfrentar los atropellos, como hemos enfrentado a la agresión extranjera, al colonialismo, al racismo y al apartheid, y de luchar sin descanso por la mayor justicia, prosperidad y desarrollo de nuestros pueblos que merecen un mundo mejor”.