Cristóbal Colón, primer genocida de la historia


Fernando e Isabel, los Reyes Católicos

De la redacción

Cristóbal Colón

Acerca de Cristóbal Colón, desde niños, hemos escuchado un sinnúmero de historias del “héroe” que, con el apoyo de los Reyes Católicos de España, Fernando e Isabel, el 12 de octubre de 1492, sin saberlo, pisó la tierra de un nuevo mundo y así empezó a escribirse otro capítulo de la historia “humana” y, al mismo tiempo, dio inicio el racismo, la discriminación, cientos de miles de violaciones a mujeres indígenas, asesinatos a sangre fría y, con ello, el primer genocidio o guerra de exterminio contra los indígenas del Continente Americano.

… Y así, Cristóbal Colón, aprobó y encabezó, la historia negra del descubrimiento del nuevo mundo, convirtiéndose en el primer genocida de la historia mundial.

La recopilación del texto de Howard Zinn, titulado Colón y la historia occidental, a cargo del Centro de Estudios Miguel Enríquez (CEME), de Chile, nos muestra lo que ocurrió realmente en esa época y que siglos más tarde se convirtió en el ejemplo de los nuevos “conquistadores”.

El siguiente, es el texto, escrito por Howard Zinn:

George Orwell, que era un hombre muy sabio, escribió: «El que controla el pasado controla el futuro. Y quien controla el presente controla el pasado». En otras palabras, los que dominan nuestra sociedad tienen facultad de escribir nuestra historia. Y si pueden hacerlo, pueden decidir nuestro futuro. Es por esto que es importante contar la historia de Colón.

Escenas de la conquista

Permítanme hacer una confesión. Yo sabía muy poquito acerca de Colón hasta hace aproximadamente 12 años, cuando empecé a escribir mi libro «La otra historia de los Estados Unidos» (título que se le ha dado en España). Tenía un doctorado en historia de la Universidad de Columbia, es decir, tenía la formación apropiada para un historiador. Y todo lo que sabía acerca de Colón era poco más de lo que había aprendido en la escuela primaria.

Pero cuando empecé a escribir «La otra Historia de los EEUU», decidí que debía instruirme sobre Colón. Ya había llegado a la conclusión de que no quería escribir otra revisión de la historia americana – sabía que mi punto de vista tendría que ser diferente. Iba a escribir sobre los Estados Unidos desde el punto de vista de esa gente largamente olvidada en los libros de Historia: Los indígenas americanos, los esclavos negros, las mujeres, los trabajadores, bien nativos o inmigrantes.

Quería contar la historia del progreso industrial de la nación no desde el punto de vista de Rockefeller, Carnegie y Vanderbilt, sino de la gente que trabajó en sus minas, en sus campos de petróleo, los que perdieron sus miembros o sus vidas construyendo el ferrocarril.

Quería escribir la historia de las guerras, no desde el punto de vista de los generales y presidentes, no desde el punto de vista de aquellos héroes militares cuyas estatuas se pueden ver a lo largo de este país, sino a través de los ojos de los soldados, o a través de los ojos del «enemigo». Sí, ¿por qué no ver la guerra de Méjico, aquel gran triunfo militar de los Estados Unidos, desde el punto de vista de los mejicanos?

Por tanto, ¿cómo debería contar la historia de Colón? Conclusión. Debía verle a través de los ojos de la gente que estaba aquí cuando él llegó, la gente que él llamó «indios» porque pensó que estaba en Asia.

Samuel Eliot Morison

Bueno, éstos no dejaron memorias, ni historias. Su cultura era una cultura oral, no escrita. Además , unas décadas después de la llegada de Colón habían sido eliminados. Así que me vi obligado a recurrir a la siguiente mejor opción. Los españoles que estuvieron en escena en aquella época. Primero el mismo Colón. El había llevado un diario.

Y en una carta que escribió a uno de sus patrocinadores españoles, Colón dijo. «Son muy simples y honestos, y extremadamente liberales con sus posesiones.» En su diario, Colón escribe. «Serían buenos sirvientes….. Con cincuenta hombres podríamos subyugarlos y que hicieran lo que quisiéramos».

Sí, así es como Colón veía a los indios – no como anfitriones hospitalarios, sino como «sirvientes» para hacer «lo que queramos que hagan».

¿Y qué es lo que quería Colón?. Esto no es difícil de determinar, en las dos primeras semanas de anotaciones en el diario, hay una palabra que se repite setenta y cinco veces: ORO.

En los argumentos habituales sobre Colón, en lo que se hace hincapié una y otra vez es en su sentimiento religioso, su deseo de convertir a los nativos a la Cristiandad, su reverencia hacia la Biblia. Sí, estaba interesado por Dios. Pero mucho más por el Oro. Sólo una letra menos, el suyo era un alfabeto limitado. Sí, tanto él como sus hermanos, sus hombres, erigieron cruces a lo largo de las islas de la Española, donde pasaban la mayoría del tiempo. Pero también erigieron horcas – en el año 1500, había 340.

Cruces y horcas, esa mortal yuxtaposición histórica.

En su búsqueda de oro, Colón, viendo que los indios llevaban pedacitos de oro, concluyó que habría grandes cantidades de él. Ordenó a los nativos que encontraran una cierta cantidad de oro, en un cierto periodo de tiempo, y si no cumplían con su cupo, les cortaban los brazos. El resto aprendía la lección y traía el oro.

Abusos de españoles contra indígenas disminuyeron la población

Samuel Eliot Morison, un historiador de Harvard, que fue un admirado biógrafo de Colón, reconoció este punto. Escribió «Quien fuera el que inventara este espantoso sistema, como único método de producir oro para la exportación, el responsable del mismo fue solo Colón……aquellos que huyeron a las montañas fueron cazados con perros, y de los que escaparon se ocuparon el hambre y la enfermedad, mientras miles de pobres criaturas, en su desesperación tomaron veneno de mandioca para acabar con su miseria».

Morison continúa: «Así que la política y los actos de Colón, de los cuales solo él fue responsable, comenzaron la despoblación del paraíso terrenal que fue «La Española» en 1492. De los nativos oriundos, estimados por etnólogos modernos en 300.000, entre 1494 y 1496 un tercio había muerto. En 1508 el censo

En la anotación de septiembre de 1498 del diario de Colón se lee: » Desde aquí uno puede mandar, en el nombre de la Santísima Trinidad, tantos esclavos como se puedan vender..».

DETALLES HORRIBLES EN CRÓNICA

DE BARTOLOMÉ DE LAS CASAS

Lo que los españoles hicieron a los indios se cuenta en horrible detalle por Bartolomé de las Casas, cuya escritura da la cuenta más completa del encuentro hispano-indio. Las Casas era un sacerdote Dominico que llegó al Nuevo Mundo unos años después de Colón, pasó cuarenta años en «La Española» e islas adyacentes, y se convirtió en el valedor principal en España de los derechos de los nativos. Las Casas, en su libro «Brevísima Relación De La Destruición De Las Indias», escribe de los Arawaks: «…. de todo el infinito universo de la humanidad, esta gente es la más inocente, la más desprovista de maldad y doblez…… y a este redil de ovejas…vinieron algunos españoles que inmediatamente se comportaron como bestias furiosas…. Su razón para matar y destruir … es que los cristianos tenían un único propósito que era el de adquirir oro».

Las crueldades se multiplicaron. Las Casas vio a soldados acuchillar indios por deporte, estrellar las cabezas de bebés contra rocas. Y cuando los indios se resistían, los españoles los cazaban, equipados para la matanza con caballos, armaduras, lanzas, picas, rifles, ballestas, y perros feroces.

Howard Zinn

Los indios que tomaban cosas pertenecientes a los españoles – no estaban acostumbrados al concepto de la propiedad privada, y entregaban libremente sus posesiones – eran decapitados o se les quemaba en la pira.

El testimonio de «Las Casas» fue corroborado por otros testigos. Un grupo de frailes Dominicos, se dirigieron a la monarquía española, en 1519, esperando su intercesión, contando atrocidades innombrables; niños lanzados a los perros para que los devoraran, recién nacidos de prisioneras arrojados a la selva para que murieran.

Los trabajos forzados en las minas o en el campo produjeron muchas enfermedades y muerte. Muchos niños murieron, porque sus madres, exhaustas y hambrientas, no tenían leche para ellos. Las Casas, en Cuba, estimó que en tres meses murieron 7 mil niños..

La mayor mortandad fue causada por enfermedades, ya que los Europeos trajeron consigo enfermedades para los que los nativos no estaban inmunizados, fiebres tifoideas, tifus, difteria, viruela.

VIOLACIÓN A MUJERES INDÍGENAS

APROBADA POR CRISTÓBAL COLÓN

Como en cualquier conquista militar, las mujeres recibieron un tratamiento especialmente brutal. Un noble italiano llamado Cuneo, documentó un reciente encuentro sexual. El «Almirante» al que se refiere es Colón, quien, como parte de su acuerdo con la monarquía española, insistió en que lo hicieran almirante. Cuneo escribió:

Castigos y ejecuciones de indígenas

«….. Capturé una mujer Caribe muy hermosa, la cual el almirante me otorgó, y con quien ….. concebí el deseo de obtener placer. Quería poner mi deseo en ejecución pero ella no quiso y me arañó con sus uñas de un modo que deseé que nunca hubiera empezado. Pero viendo esto, tomé una cuerda y la castigué bien……finalmente nos pusimos de acuerdo».

Hay otras pruebas que demuestran el panorama de la violación extendida de mujeres nativas. Samuel Elliot Morison: » En las Bahamas, Cuba y La Española, encontraron hermosas mujeres jóvenes que estaban siempre desnudas, en todos los lugares accesibles y supuestamente complacientes». ¿Quién supone esto? Morison, y otros muchos.

Morision vio la conquista, como muchos otros escritores como él habían hecho, como una de las grandes aventuras románticas de la historia mundial. Parecía encantado con lo que le creía que era una conquista masculina. Escribió.

«Nunca jamás hombre mortal esperará recapturar la emoción, la maravilla, el encanto de esos días de octubre en 1492, cuando el nuevo mundo graciosamente rindió su virginidad a los conquistadores castellanos».

El lenguaje de Cueno («Nos pusimos de acuerdo»), y el de Morison («rendir graciosamente») escrito casi quinientos años después, seguramente sugiere cuan persistente, a través de la historia moderna, ha sido la mitología que racionaliza la brutalidad sexual, pero viéndola como «complacencia».

Así que leí el diario de Colón, leí a Las Casas. También leí el trabajo pionero para nuestro tiempo de Hans Konings, «Colón, Su Empresa», que para el tiempo en que escribía mi «Otra historia» era la única narración contemporánea que pude encontrar que difería del tratamiento estándar.

HISTORIA NEGRA DEL DESCUBRIDOR

DEL NUEVO MUNDO

Gustavus Myer’s

Cuando apareció mi libro, comencé a recibir cartas de todo el país sobre el mismo. Aquí teníamos un libro de 600 páginas que empezaba con Colón, [y todas las cartas] sobre un único tema : Colón. Pude haber interpretado qué ya que este era el principio del libro, eso es todo lo que la gente había leído. Pero no, parecía que la historia sobre Colón era simplemente la parte de mi libro que los lectores encontraron más alarmante. Porque todos los americanos, desde primaria en adelante, aprenden la historia de Colón, y la aprenden del mismo modo: «En mil cuatrocientos noventa y dos, Colón surcó la mar oceana…»

Cuantos de uds. han oído hablar de Tigard, Oregon? Bueno, yo no, hasta que hace siete años empecé a recibir, cada semestre, un montón de cartas, veinte o treinta, de estudiantes de un colegio de enseñanza secundaria en Tigard, Oregon. Parece que su profesor les había hecho (conociendo los colegios de enseñanza secundaria, yo diría «Obligándoles a») leer mi «Otra historia de los EEUU». Había fotocopiado varios de los capítulos y se los había dado a los estudiantes. Luego les había hecho escribirme, haciéndome comentarios y preguntas. Apenas la mitad de ellos me dio las gracias por darles los datos que nunca habían considerado antes. Los otros estaban indignados o se preguntaban cómo conseguí tal información, y cómo había llegado a tan indignantes conclusiones.

Una estudiante de secundaria, llamada Bethany me escribió. «De todos los artículos suyos que he leído considero que -Colón, los indios y el progreso humano- es el más impactante.»

Otro estudiante de diecisiete años, llamado Brian, me escribió: «un ejemplo de la confusión que siento después de leer su artículo se refiere a la llegada de Colón a América…… De acuerdo con Vd., parece que vino por mujeres, esclavos y oro. Dice Vd. que consiguió gran parte de esta información del propio diario de Colón. Me pregunto si existe tal diario, y si es así ¿por qué no es parte de nuestra historia?. ¿Por qué nada de lo que Vd. dice aparece en mi libro de historia o en los libros de historia a los que la gente tiene acceso a diario?.

El trato hacia los naturales de América fue cruel e inhumano

Sopesé esta carta. Podría interpretarse como el que la escribió estaba indignado porque otros libros de historia no le contaron lo que yo. O, más probablemente estaba diciendo «No me creo ni una palabra de lo que Vd. escribió, se lo ha inventado».

No me sorprenden estas reacciones. Nos dicen algo sobre las reivindicaciones de pluralismo y diversidad en la cultura Americana, del orgullo de nuestra «sociedad libre», que generación tras generación ha aprendido exactamente los mismos hechos sobre Colón, y han terminado sus estudios con las mismas deslumbrantes omisiones.

LA UNIVERSIDAD DE COLUMBIA

GUARDA SILENCIO DEL GENOCIDIO

En la edición de 1986 de Historia Mundial, publicada por la Universidad de Columbia, hay varias menciones a Colón, pero nada acerca de lo que les hizo a los nativos. Hay varias páginas dedicadas a «España y Portugal en América» en las que el tratamiento a la población nativa se presenta como una cuestión controvertida, entre los teólogos de la época, y entre los historiadores actuales. Podemos hacernos idea de este «acercamiento imparcial», que contiene un poquito de realidad, por el siguiente pasaje de esa historia.

«La determinación de la Corona y la Iglesia de cristianizar a los indios, la necesidad de mano de obra para explotar las nuevas tierras y los intentos de algunos españoles de proteger a los indios, trajo como resultado un notable conjunto de costumbres, leyes e instituciones que todavía hoy llevan a los historiadores a conclusiones contradictorias acerca del mandato español en América….. Los conflictos académicos prosperan en este debate y son en algún sentido una cuestión de difícil solución, pero no hay duda que la crueldad, el exceso de trabajo y la enfermedad dieron lugar a una despoblación espantosa. Según estimaciones recientes, en 1519 había cerca de 25 millones de indios en Méjico, en 1605 quedaban poco más de 1 millón.

Fray Bartolomé de Las Casas

A pesar de este lenguaje erudito —«conclusiones contradictorias….. disputas académicas…..cuestión de difícil solución»—no hay una discusión real acerca de los hechos de la esclavitud, el trabajo forzado, la violación, el asesinato, la toma de rehenes, los estragos de las enfermedades traídas de Europa, y la desaparición de un gran número de nativos. La única discusión es acerca de la importancia que se le debe dar a estos hechos y como se trasladan a la práctica en nuestros tiempos.

Déjenme que me explique. No me interesa ni denunciar ni ensalzar a Colón. Es demasiado tarde para eso. No le estamos escribiendo una carta de recomendación para decidir si es apto para realizar otro viaje a otro lugar del universo. Para mí, la historia de Colón es importante por lo que nos dice de nosotros mismos, de nuestra época, sobre las decisiones que tomamos para nuestro país para el siglo que viene.

1892, EL CUARTO CENTENARIO DEL DESCUBRIMIENTO DE

AMÉRICA Y LA VISIÓN CONQUISTADORA DE EEUU

Nos podemos hacer una idea al respecto si miramos cien años atrás, a 1892, el año del cuarto centenario. Hubo grandes celebraciones en Chicago y en Nueva York. En Nueva York hubo cinco días de desfiles, fuegos artificiales, marchas militares, exhibiciones navales. La ciudad recibió un millón de visitantes, se descubrió una estatua conmemorativa en una esquina del Central Park, ahora conocido como Columbus Circle. Tuvo lugar una reunión de celebración en el Carnegie Hall, dirigida por Chauncey DePew.

No conocerán el nombre de Chauncey DePew a menos que hayan leído recientemente el trabajo clásico de Gustavus Myer’s, «La historia de las grandes fortunas americanas». En ese libro se describe a Chauncey DePew como la mano derecha de Cornelius Vanderbilt y su nuevo ferrocarril central de Nueva York. DePew viajó a Albany, la capital del Estado de Nueva York, con la cartera llena de dinero y pases gratis de tren para los miembros de la legislatura del estado de Nueva York, volviendo con subsidios y concesiones de tierras para el New York Central.

Mujeres indígenas eran cruelmente violadas

DePew vio en las festividades de Colón la celebración de la riqueza y prosperidad, se podría decir que «remarca la abundancia y la civilización de una gran gente.. remarcan las cosas que pertenecen a su comodidad y a su tranquilidad, a su placer y a sus lujos… y su poder

Debemos saber, que en el momento en que dijo esto, había mucho sufrimiento entre los trabajadores pobres de América, amontonados en cuartuchos en la ciudad, sus niños enfermos y desnutridos. Los apuros de la gente que trabajaba en el campo, que en esta época eran una parte considerable de la población eran desesperados, esto les condujo a la indignación y a las alianzas de granjeros y al nacimiento del Partido del Pueblo .Y el año siguiente, 1893, fue un año de crisis económica y de profunda miseria.

DePew debió haber notado, mientras estaba en la plataforma del Carnegie Hall, algunos murmullos de descontento a la autosuficiencia que acompañó aquel espíritu de investigación histórica que pone todo en duda; ese espíritu moderno que destruye todas las ilusiones y todos los héroes que han sido la inspiración del patriotismo a lo largo de los siglos.

Así que enaltecer a Colón era patriótico. Dudar de él era antipatriótico, ¿y qué significaba «patriotismo» para DePew?. Significaba la exaltación de la expansión y la conquista – representada por Colón y representada por América. Fue solo seis años después de este discurso, cuando los Estados Unidos, expulsando a los Españoles de Cuba, comenzaron su larga ocupación (esporádicamente militar, y continuamente política y económica) de Cuba, tomaron Puerto Rico y Hawaii, y comenzaron la sangrienta guerra contra los Filipinos para ocupar su país.

Ese «patriotismo» que estaba conectado al enaltecimiento de Colón y al enaltecimiento de la conquista, fue ratificado en la segunda guerra mundial por el ascenso de los Estados Unidos como el superpoder, ahora que todos los imperios europeos estaban en declive. En esa época, Henry Luce, el poderoso fabricante de presidentes y multimillonario, dueño de Time, Life y Fortune (no solo la publicación sino las posesiones¡) escribió que el siglo veinte se estaba convirtiendo en el «Siglo Americano», en el que los Estados Unidos tendrían su oportunidad en el mundo.

EL INICIO DE OCUPACIONES DE EUA

EN CUBA, PUERTO RICO Y HAWAII

Henry Luce

…y la conquista – representada por Colón y representada por América. Fue solo seis años después de este discurso, cuando los Estados Unidos, expulsando a los Españoles de Cuba, comenzaron su larga ocupación (esporádicamente militar, y continuamente política y económica) de Cuba, tomaron Puerto Rico y Hawaii, y comenzaron la sangrienta guerra contra los Filipinos para ocupar su país.

Ese «patriotismo» que estaba conectado al enaltecimiento de Colón y al enaltecimiento de la conquista, fue ratificado en la segunda guerra mundial por el ascenso de los Estados Unidos como el superpoder, ahora que todos los imperios europeos estaban en declive. En esa época, Henry Luce, el poderoso fabricante de presidentes y multimillonario, dueño de Time, Life y Fortune (no solo la publicación sino las posesiones¡) escribió que el siglo veinte se estaba convirtiendo en el «Siglo Americano», en el que los Estados Unidos tendrían su oportunidad en el mundo.

Teodore Roosevelt, que aparece interminablemente en las listas de nuestros «Grandes presidentes» y cuya cara es una de las cuatro esculturas colosales de presidentes americanos (junto con Washington, Jefferson, Lincoln) talladas en el monte Rushmore, en Dakota del Sur, fue «un crimen contra la civilización blanca» En su libro «la vida tenaz» Roosevelt escribió:

«Por supuesto, toda nuestra historia nacional ha sido una historia de expansión…..que o los bárbaros retroceden o son conquistados…es sólo debido a la supremacía de las poderosas razas civilizadas que no han perdido el instinto de lucha».

Un oficial de la marina, en las Filipinas lo dijo con muchos menos rodeos: » no hay necesidad de andarse con pelos en la lengua…..exterminamos a los indios americanos y supongo que la mayoría de nosotros estamos orgullosos…y si fuera necesario no debemos tener escrúpulos en la exterminación de esta otra raza que se interpone en el camino del progreso y la ilustración.»

“USAR LA PÓLVORA CONTRA PAGANOS, ES COMO OFRECER

INCIENSO AL SEÑOR”: CRONISTA OFICIAL DE LAS INDIAS

Chauncey DePew

El historiador oficial de las Indias a principios del siglo XVI, Fernández de Oviedo, no negó lo que los conquistadores habían hecho a los nativos. Describió «innumerables muertes crueles tan incontables como las estrellas». Pero esto era aceptable ya que «usar la pólvora contra paganos es como ofrecer incienso al Señor».

(Uno se acuerda de la decisión del Presidente McKinley de enviar a la marina y el ejercito para tomar las Filipinas, diciendo que era deber de los Estados Unidos «Cristianizar y civilizar» a los filipinos).

Contra la peticiones de misericordia hacia los indios, de Las Casas, el teólogo Juan Ginés de Sepúlveda declaró: «¿Cómo podemos dudar que esa gente, tan incivilizada, tan bárbara, tan contaminada con tantos pecados y obscenidades ha sido justamente conquistada?.

En el año 1531 Sepúlveda visitó su antigua universidad en España y se sintió ultrajado al ver que los estudiantes estaban protestando por la guerra española contra el Turco. Los estudiantes decían «toda guerra es contraria a la religión católica».

Esto le hizo escribir una defensa filosófica del tratamiento español hacia los indios. Citó a Aristóteles, que en su Política escribió que algunas personas eran «esclavos por naturaleza» que «debían ser acorralados como bestias salvajes para poder hacerlos volver al sistema de vida correcto».

Las Casas respondió: «Mandemos Aristóteles a freír espárragos, porque tenemos en nuestro favor el mandamiento de Cristo. Amarás a tu prójimo como a tí mismo¡».

La deshumanización del enemigo ha sido un aliado necesario en las guerras de conquista.

Es mas fácil explicar atrocidades si éstas se cometen contra infieles, o gente de raza inferior. Así se justificaron la esclavitud y la segregación racial en los Estados Unidos, y el imperialismo Europeo en Asia y África.

Cornelius Vanderbilt

Recuerdo que en mis clases de Historia americana, en la secundaria, cuando llegamos al periodo después de la Guerra Civil, en el corto intervalo entre esa guerra y la segunda guerra mundial, al que se llamó la época dorada, el periodo de la gran revolución industrial, cuando los Estados Unidos se convirtió en un gigante económico. Recuerdo qué emocionados estábamos al conocer el crecimiento dramático de las industrias del petróleo y el acero, la construcción de las grandes fortunas, el entrecruzamiento del país por el ferrocarril.

No se nos contó el coste humano de este gran proceso industrial. Cómo la enorme producción de algodón provenía del trabajo de esclavos negros, como la industria textil se construyó sobre el trabajo de jovencitas que entraban en los telares a los doce años y morían a los veinticinco; cómo los ferrocarriles fueron construidos por inmigrantes irlandeses y chinos a los que prácticamente se hacia trabajar hasta la muerte, bajo el calor del verano y el frío del invierno; cómo los trabajadores, inmigrantes y nativos, tuvieron que ir a la huelga y

ganar el derecho de la jornada de ocho horas, cómo los hijos de la clase trabajadora, en los barrios bajos de las ciudades tenían que beber agua contaminada y cómo morían prematuramente de malnutrición y enfermedad. Todo esto en nombre del «progreso».

Los colonos ingleses en Norte América se asombraron de la democracia de los Iroquíes – las tribus que ocupaban gran parte de Nueva York y Pennsylvania. El historiador americano Gary Nash describió la cultura iroquesa: «no hay leyes ni ordenanzas, alguaciles ni guardias, jueces o jurados, tribunales, o cárceles – el aparato de autoridad de las sociedades europeas – nada de eso se podía encontrar en los bosques del noreste antes de la llegada europea. Aun así estaban firmemente establecidos los limites aceptables de conducta. Aunque estaban orgullosos de ser individuos independientes, los iroquies tenían un estricto sentido del bien y del mal.»

Gonzalo Fernández de Oviedo

En el transcurso de su expansión hacia el oeste, los Estados Unidos, la nueva nación, robaron las tierras de los indios, los mataron cuando se resistieron, destruyeron sus fuentes de comida y abrigo, los empujaron hacia secciones cada vez más pequeñas del país, se dedicaron a la destrucción sistemática de la sociedad india. En los tiempos de la guerra de Halcón Negro, en los años de 1830 – una de las cientos de guerras contra los indios de Norte América. Lewis Cas, el gobernador del territorio de Michigan, se refirió a la toma de millones de acres de los indios como «el progreso de la civilización.» Dijo: «Un pueblo bárbaro no puede vivir en contacto con una comunidad civilizada».

Ya sabemos cuan bárbaros eran esos indios cuando, en los años de 1880, el congreso preparó una legislación para parcelar las tierras comunales en las que aun vivían los indios, en pequeños minifundios, lo que hoy en día alguna gente admirativamente llamaría «privatización».

El Senador Henry Dawes, artífice de esta legislación, «Visitó la nación Cherokee y describió lo que encontró: «….no había una sola familia en toda la nación que no tuviera casa propia. No había ni un pobre en la nación, y la nación no debía ni un dólar…..había construido sus propias escuelas y hospitales. Sin embargo su desapego hacia el sistema era aparente. Habían llegado todo lo lejos que pudieron, porque tenían las tierras en común…..no había ocupación que hiciera que tu casa fuera mejor que la de tus vecinos. No había egoísmo, lo que está en el escalón más bajo de la civilización».

LA HISTORIA OFICIAL DE

CRISTÓBAL COLÓN, BAJO SOSPECHA

En una de sus numerosas conclusiones del escritor Howard Zinn, acerca del descubridor del nuevo mundo, el autor de este libro, expone:

Juan Ginés de Sepúlveda

A pesar de los libros de texto aún vigentes, cada vez más profesores tienen dudas, más estudiantes tienen dudas…..Bill Begelow informa sobre las reacciones de sus estudiantes después de que les hace leer información que contradice la historia tradicional. Un estudiante escribió: «En 1492 Colón surcó la mar oceana…… esa historia es tan completa como un queso de gruyere».

Otra escribió una crítica de su libro de texto de Historia Americana al editor, Allyn y Bacon, señalando que había demasiadas omisiones importantes en el texto. Dijo: «para hacer las cosas fáciles, sólo escogeré un tema. ¿Qué tal Colón?»

Otro estudiante: «Me parecía que los editores sólo habían impreso una historia gloriosa que se suponía que nos haría sentir más patrióticos hacia nuestro país…….querían hacernos ver nuestro país como algo grande y poderoso, y siempre del lado de la razón……nos han estado alimentando con mentiras».

Cuando los estudiantes descubren que en la primera historia que aprenden –la historia de Colón – no se les ha estado contando toda la verdad, esto les conduce a un escepticismo muy saludable acerca de su educación histórica. Una de las estudiantes de Begelow, llamada Rebecca, escribió: «¿Qué importa realmente quien descubrió América?…….solo el pensar que me han mentido toda la vida acerca de esto, y quien sabe acerca de qué más, realmente me cabrea.

Este nuevo pensamiento crítico en los colegios e universidades parece asustar a los que han glorificado lo que se ha llamado «Civilización occidental». El Secretario de Educación de Reagan, William Bennet, en su «Informe sobre humanidades en la Educación Superior» habla acerca de la civilización occidental como «nuestra cultura común………..sus más altas ideas y aspiraciones»

Allan Bloom

Uno de los defensores más feroces de la civilización occidental es el filosofo Allan Bloom, que escribió «El final de la mentalidad americana» con un sentimiento de pánico con respecto a lo que los movimientos sociales de los sesenta habían hecho para cambiar la atmósfera educativa de las universidades Americanas. Estaba espantado con las manifestaciones de estudiantes de las que fue testigo en Cornell, que consideraba una terrible interferencia con la educación.

La idea de educación de Bloom era un pequeño grupo de estudiantes muy inteligentes, en una universidad de élite, estudiando a Platón y Aristóteles, y rechazando ser molestados en su contemplación por el ruido exterior causado por estudiantes manifestándose contra el racismo o protestando contra la guerra de Vietnam.

Mientras lo leía, me recordó a algunos colegas míos, de cuando enseñaba en una universidad para estudiantes de raza negra en Atlanta, Georgia, que movían su cabeza con desaprobación cuando nuestros estudiantes dejaron sus clases para una sentada, para ser arrestados, en protesta en contra de la segregación racial. Decían que estos estudiantes estaban descuidando su educación. De hecho, estos estudiantes aprendieron mas en unas cuantas semanas de participación en lucha social de lo que podrían haber aprendido en un año de asistencia a clase.

Oro, principal objetivo de los españoles durante la conquista

Vaya entendimiento limitado y atrofiado de la educación! Se corresponde perfectamente con la visión de la historia que insiste en que la civilización occidental es el cenit del logro humano. Como escribió Bloom en su libro…»…..solo en las naciones occidentales, es decir, las que recibieron la influencia de la filosofía griega, hay alguna voluntad en dudar la identificación del bien con las actitudes personales». Bueno, si esta voluntad de poner en duda es el sello de la filosofía griega, entonces Bloom y sus compañeros, idólatras de la civilización occidental, no tienen ni idea de tal filosofía.

Si la civilización occidental es la cúspide del progreso humano, los EEUU son el mejor exponente de esta civilización. Aquí tenemos otra vez a Allen Bloom: «Este es el momento de EEUU en la historia mundial….América nos cuenta una historia, el continuo, inevitable progreso de la libertad y la igualdad. De sus primeros colonizadores y de sus comienzos políticos en adelante, es indiscutible que la libertad y la igualdad son la esencia de la justicia para nosotros..»

Teodore Roosevelt

Sí, dile a los negros y a los americanos nativos, a los vagabundos, a los que no tienen Seguro de Enfermedad, y a todas las víctimas de la política exterior americana, que América «nos cuenta una historia….de libertad e igualdad».

La civilización occidental es muy compleja. Representa muchas cosas, algunas decentes, otras espantosas. Tendríamos que detenernos a pensar antes de ensalzarla sin criticas cuando advertimos que David Duke, un miembro del Ku Klux Klan de Louisiana, y ex Nazi, dice que lo malinterpretaron. «El fundamento más fuerte de mi pensamiento» le dijo a un periodista «es mi amor por la civilización occidental».

Los que insistimos en considerar críticamente la historia de Colón, e igualmente todo aquello de nuestra historia tradicional, somos habitualmente acusados de insistir en la corrección política, en perjuicio de la libertad de expresión. A mi esto me parece raro. Es el guardián de las viejas historias, las historias ortodoxas, el que rechaza abrir el espectro de las ideas, exponerlas en libros nuevos, nuevos enfoques, nueva información, nuevas visiones de la historia. Los que reivindican creer en el «libre mercado» ya no creen en un libre mercado de ideas, creen en un libre mercado de bienes y servicios. En ambos casos, bienes materiales e ideas, quieren un mercado dominado por aquellos que siempre han detentado el poder y la riqueza. Les preocupa que si hay nuevas ideas en el mercado, la gente pueda empezar a reflexionar sobre los planes sociales que nos han causado tantos sufrimientos, tanta violencia, tantas guerras durante estos últimos quinientos años de «civilización».

David Duke

Por supuesto que ya nos pasaba eso antes de que Colón llegara a este hemisferio, pero los recursos eran insignificantes, la gente estaba aislada unos de otros, y las posibilidades eran muy limitadas. En los siglos recientes, sin embargo, el mundo se ha convertido en un lugar sorprendentemente pequeño, nuestras posibilidades de crear una sociedad decente se han incrementado enormemente, así que ya no existen excusas para el hambre, el analfabetismo, la violencia y el racismo.

Revisando nuestra historia, no solo estamos mirando al pasado, sino al presente, y tratando de observarlo desde el punto de vista de aquellos que han sido excluidos de los beneficios de las llamadas civilizaciones. Lo que estamos intentando realizar es una cosa muy sencilla pero profundamente importante, mirar el mundo desde otros puntos de vista. Necesitamos hacerlo empezando este nuevo siglo, si queremos que este siglo sea diferente, si queremos que sea, no un siglo Americano, o un siglo occidental, o un siglo blanco o un siglo masculino, o el siglo de alguna nación o algún grupo, sino el siglo de la raza humana.

*Centro de Estudios Miguel Enríquez (CEME), de Chile.