Quién puede lanzar la primera piedra?
La experiencia vivida con Vicente Fox en la Presidencia ¿dejo enseñanza?
Llega Jaime Rodríguez al gobierno de Nuevo León con espada desenvainada.
¿Qué tan cierta resulta la publicitada austeridad y honestidad de López Obrador?
Ari Salgueiro
¿Qué es lo que pasa en México, que ahora los independientes resultan ser la neta? ¿Desde cuando un ranchero, que no es precisamente un dechado de virtudes verbales y mucho menos un insigne pensador político se convierte en un formidable aspirante para la Presidencia?
Ya nos pasó una vez con alguien así y el resultado fue desastroso, el país prácticamente se fue a pique y los últimos años del sexenio de Vicente Fox los vivimos entre ocurrencias y el Prozac.
Pero al parecer a los mexicanos nos cuesta mucho trabajo escarmentar y ahora una gran mayoría de mexicanos están encantados con el famoso Bronco.
Y no sólo eso nos encanta que se pelee con otro magistral personaje de la política mexicana, el también famoso peje lagarto.
Llega el flamante gobernador de Nuevo León con espada flamígera, anunciando que va a acabar con todos los bandidos que vaciaron las arcas de su estado y se la creemos, y no solo se la creemos hasta lo apoyamos en la frenética cruzada que ha prometido realizar para encontrar a los corruptos.
¿SE QUEDARÍA SIN GABINETE?
Ya ni la burla perdona, el famoso bronco, pues para hacer eso tendría que quedarse sin buena parte de su gabinete.
Y no, no es que uno peque de cínico, no, pero, aun cuando suene políticamente incorrecto, y aunque nos cueste mucho trabajo aceptarlo, la corrupción es algo natural, no solo en nuevo León, también en el resto del país.
La sociedad mexicana, es una maquinaria en la que varios de sus engranes se mueven bajo la dinámica de la corrupción por lo que erradicar esta cultura corrupta no resultará una tarea simple y mucho menos, con todo respeto, suena al reto de un hombre que, honestamente no está preparado hasta para iniciarla.
Porque la lucha contra la corrupción no consiste únicamente en despedir a quien agarren haciendo una transa, eso no es combatir la corrupción, para desterrar ese flagelo, que afecta a casi todos los países del mundo, se necesita una estrategia integral, muy bien estructurada y planeada científicamente.
Y no creo que Jaime Rodríguez Calderón, el famoso bronco esté capacitado o al menos entienda el reto que esto representa. Porque además de eliminar las prácticas corruptas, que es otra cosa, distinta a eliminar la corrupción, se debe tener una estrategia de largo plazo para recomponer el tejido social afectado por la corrupción.
En fin, este trabajo se puede extender por varios años, e incluso por más de dos generaciones, siempre y cuando se haga bien.
Y es que hay cosas que son claros ejemplos de corrupción y la gente ya no lo ve como tal. Es el caso de Andrés Manuel López Obrador, el tabasqueño que siempre se ha jactado de ser un hombre probo, sin tacha y dechado de dignidad.
Pero cuando se le pregunta cuál es su modus vivendi, asegura que vive de lo que la gente le da y que lo hace de manera modesta.
Si hiciéramos caso de las redes sociales, por la manera en que sus hijos se visten y sus paseos por el mundo, de in mediato dudaríamos de los golpes de pecho del tabasqueño, pero aun ignorando esta “pequeña” circunstancia, y enfocándonos sólo en su persona hay tela de donde cortar.
Desde hace años, cuando perdió la presidencia con Felipe Calderón, López Obrador dejo de trabajar, dejo de hacer tareas productivas y desde entonces vive de limosnas.
Al menos eso dice él, pero si así fuera ¿no estaría incurriendo en un acto de corrupción al recibir dinero sin hacer nada?
Y si vamos más lejos, de donde salen esos recursos, ¿acaso López Obrador les pide a cada uno de sus “contribuyentes” santo y seña del dinero que le dan para vivir?
Así es que no le queda hablar de probidad cuando vive de la caridad pública, en algunos países el mendigar es delito.
Así que ahí tenemos a los dos más importantes prospectos rumbo a 2018, ambos atacándose con todo, ambos hablando de corrupción y ambos sin tener la menor idea de lo que dicen.