Conjeturas de un magnicidio fallido


Cristina Fernández de Kirchner

José Steinsleger/La Jornada

Atentado

Uno. Hace 15 días, a último momento, cambié el título de mi artículo en este espacio. El título era: ¿Y si la matan a Cristina? Un colega con mayor experiencia, me dijo que sonaba agorero. Le di la razón y lo cambié por Argentina vive momentos gloriosos, más optimista. Al día siguiente, intentaron matarla.

Dos. En mi último artículo, advertí que la expresión loco suelto para aludir al extremista que atentó contra la lideresa de millones de argentinos, carecía de signos de interrogación. Adrenalínico gazapo que no pude corregir. La edición había cerrado. https://www.jornada.com.mx/2022/09/07/opinion/015a2pol.

Tres. El yerro pudo surgir tras leer una entrevista a Cristina, durante la campaña electoral de 2017. ¿Cómo te imaginás de acá en cinco años?, preguntó el periodista Gerardo Rozin. La entonces candidata por Unidad Ciudadana respondió: “Qué sé yo, tanto loco suelto [sic]… No sé qué pasará dentro de cinco años. Si está el mundo, si se acabó el mundo […] No sé. No tengo comprada la vida” (Telefé, 17/10/17).

Gerardo Milman

Cuatro. Increíblemente, el presidente Alberto Fernández (AF), parece (o simula), no darse cuenta de la gravísima situación del país, habiendo dejado la investigación del atentado en fiscales y jueces de un Poder Judicial que, al asumir la presidencia, él mismo calificó de sótano de la democracia.

Cinco. Los magnicidios suelen incubarse en causas políticas (conspiración, complot), a título individual (insania, despecho ideológico), o en medios de difusión masiva qué en forma sostenida y reiterada, direccionan virulentos mensajes de odio contra líderes populares, creando asfixiantes y peligrosos climas de crispación social.

Seis. Prestemos atención, entonces, al diputado Rodolfo Tailhade, entrevistado en la radio El Destape: El 18 de agosto, los legisladores Gerardo Milman y Francisco Sánchez [macristas], presentaron un proyecto de resolución en que advertían la posibilidad de un atentado contra Cristina Fernández de Kirchner, pidiendo al Ministerio de Seguridad información para saber si habían extremado la seguridad de jueces, fiscales y periodistas, que estaban siendo agredidos por las personas que seguían a Cristina.

Siete. Tailhade agrega: El 1º de septiembre por la mañana [día del atentado], Milman presentó otro proyecto de resolución con nuevo pedido de informes, preguntando por qué se había reforzado la custodia de Cristina, y haciendo hincapié en que era absolutamente innecesario, porque se estaba gastando mucha plata [sic]. O sea, todo lo contrario a lo que había dicho 10 días antes.

Patricia Bullrich

Ocho. Sigue: “Afirmaban [Milman y Sánchez], que en cualquier momento iba a ocurrir un atentado… También pedían el refuerzo de la custodia de Cristina por si se cometía un atentado. Hablaban incluso de un ‘autoatentado’ para victimizarse”. Pero el 23 de agosto, tan sólo cinco días después de haber presentado el primer proyecto, Sánchez salió a promocionar la instauración de la pena de muerte para casos de corrupción”.

Nueve. ¿Mensaje mafioso al grupo de locos sueltos que participaron en el atentado? Tailhade sospecha que se estaba buscando un nivel de información absolutamente inadmisible, respecto del funcionamiento de la custodia de Cristina.

Diez. Adenda: Milman es un alfil de la lideresa de la oposición, Patricia Bullrich, ex ministra de Seguridad de Mauricio Macri. En marzo pasado viajó a Ucrania en solidaridad por la ocupación rusa. En la primera semana de junio impulsó el pedido de explicaciones al gobierno de AF por el avión iraní-venezolano [sic], que permanece secuestrado en Argentina (junto con sus 19 tripulantes), a pedido de Estados Unidos.

Once. Veo que en el punto cuatro usé el adverbio increíblemente para referirme al presidente. Atinado. Porque AF puede ser creíble, increíble, o ambas cosas al unísono. Acaban de atentar contra la vida de la mujer que lo puso en el cargo, y acorde con la anomia política y social que envuelve a los argentinos, no se le ocurrió nada mejor que celebrar una misa, pidiendo poner fin a los discursos de odio. ¡Sarasa!

Alberto Fernández

Doce. Sarasa (o zarasa), es un gracioso modismo, distinto al apuntado por la Real Academia (con s, hombre afeminado; con z, tela de algodón estampado), y que en Argentina se usa coloquialmente frente al discurso vacío, inconsistente, improvisado. O para ganar tiempo.

Trece. Tiempo que AF necesita para finalizar su mandato; tiempo que hace un mes, el embajador de Washington Marc Stanley pidió acotar en un acto con la oposición macrista (no esperen a las elecciones de 2023, dijo), y tiempo que arrancó cuando un loco suelto (¿?), estuvo a punto de volar la cabeza de Cristina.

Catorce. El mensaje mafioso fue explícito, convalidando la idea de que en Argentina hay muchos interesados en abonar al caos, dinamitando el de por sí precario equilibrio institucional. Que Cristina me perdone. Ahora, prefiero ser agorero. La tienen en la mira. ¿Quiénes? Adivinen.