Con patrocinio oficial sigue la destrucción de Los Chimalapas


Iván Restrepo/La Jornada

Por enésima vez grupos sociales y técnicos que defienden la integridad del territorio comunal, que por cientos de años ha ocupado la comunidad indígena zoque en Oaxaca, se dirigen a las máximas autoridades del país denunciando los graves daños que sufre la región, la cual contiene la mayor biodiversidad de Mesoamérica: Los Chimalapas. En una carta enviada también a los gobernadores de Oaxaca y Chiapas, a la Comisión Nacional de los Derechos Humanos y a organizaciones que luchan por la conservación de la naturaleza y el bienestar de los grupos indígenas, denuncian cómo, especialmente este mes, la paz social en esa extensa región se ha visto perturbada ante la negligencia de las instancias oficiales, responsables de garantizar la integridad de ese pulmón verde y la seguridad de sus habitantes, que buscan su manejo sustentable.

Desde hace 60 años empresas madereras y colonos procedentes del vecino estado de Chiapas invaden Los Chimalapas para sacar madera y tumbar la selva, con el fin de apropiarse de terreno comunal y establecer ganadería extensiva. Lo han hecho con la complacencia de mandatarios y políticos de esa entidad, así como con la falta de voluntad de varias dependencias del gobierno federal, como la Secretaría del Medio Ambiente y Recursos Naturales (Semarnat) y su apéndice la Procuraduría Federal de Protección al Ambiente, al igual que la dependencia que encabeza Rosario Robles.

Esa devastación y saqueo continúan, pese a tantas evidencias presentadas ante las autoridades federales responsables de evitarla y sancionarla. Como sucede ahora en el ejido Rodulfo Figueroa y otros invasores que dicen ser propietarios de tierra en Los Chimalapas. No menos grave es que la Semarnat otorga permisos de aprovechamiento forestal en terrenos comunales y en zonas que los zoques tienen como de conservación. Es el caso de las 15 mil hectáreas que conforman una de ellas: El Retén. Ante la pasividad oficial, la respuesta de los comuneros este mes ha sido detener a los talamontes chiapanecos, protestar por la libertad de un invasor y pistolero con negros antecedentes, David Vega, y exigir diálogo entre las partes involucradas en los conflictos, con el objetivo de garantizar la seguridad de la población zoque y los recursos naturales. Además, piden que se cumpla la promesa del gobierno federal de desalojar a otros grupos invasores en la zona de Reforma y que la Secretaría de Gobernación restablezca la mesa agraria ambiental creada para resolver los conflictos en tan importante región del país. No sobra advertir la violencia que estas invasiones e intereses político-empresariales han creado en Los Chimalapas, con el fin de explotar sus recursos naturales. Ahora la mira está puesta en la minería.

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El estado de Oaxaca reúne la mayor biodiversidad de México, con especies que no existen en ninguna otra parte del mundo. Posee ricos ecosistemas en su franja costera, valles y montañas. Todos fundamentales para garantizar la base material y económica de la población y contrarrestar los efectos nocivos del cambio climático. Tan variada gama de recursos la han cuidado y utilizado durante siglos los grupos indígenas, que conocen las propiedades de las plantas y la importancia de la fauna y medio en que viven. Aunque por pobreza e intereses de unos cuantos con frecuencia los destruyan. Además, el maíz, el auténtico, no el transgénico, es la base de su alimentación y cultura.

Una parte de ese incalculable y enorme patrimonio se localiza en las 600 mil hectáreas de Los Chimalapas. Aquí la diversidad de plantas vasculares se estima en casi 3 mil 800 especies, y 200 de árboles del dosel. Es la región más importante de selva tropical en México, por los tipos de vegetación que solamente allí existen. Y eso que falta mucho por investigar. Además, se encuentra el grupo de orquídeas más grande de México: casi 300 especies. De aves hay unas 500 diferentes, algunas en peligro de extinción. Igual ocurre con vertebrados y mamíferos.

Mientras el gobierno federal presume internacionalmente sus políticas para contrarrestar los efectos del cambio climático, en Los Chimalapas permite y solapa que se haga todo lo contrario.

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