Bosque y Castillo de Chapultepec, testigos de la grandeza de México


Se yergue majestuoso sobre el bosque.

Paseo a plenitud por ese espacio cargado de vida, historia y oxígeno.   (balazo)

Aniversario 36 del Instituto Mexicano de Ciencias y Humanidades.

Prejuicios, pueden dañar o halagar a las personas.

Aforismo, arte milenario que perdura a través de los siglos.

Reportajes Metropolitanos

Carlos Ravelo Galindo, afirma:

En efecto, fue un sábado de abundancia. Gran idea de don Raúl Gómez Espinosa celebrar el XXXVI aniversario del Instituto de Ciencias y Humanidades, que preside, en el Alcázar del Castillo de Chapultepec. Permitió a sus más de cien invitados disfrutar, casi en totalidad, historia, música, arte, pintura, política, en la que fue morada de los emperadores de América, así llamados por Napoleón, Maximiliano y Carlota. El, fusilado en el Cerro de Las Campanas, Querétaro.

Y ella, su digna esposa, murió en Europa, presa de la locura, al no obtener para su esposo la ayuda de Austria. Sí, nos referimos no sólo a la residencia fincada arriba del cerro de El Chapulín. También al bosque que la rodea y sus lagos que la embellecieron desde siempre. Pero sobre todo a sus aposentos que convierten, pinturas, esculturas, muebles y arte en general de historia que guardamos, los mexicanos, en el Museo Nacional del Castillo de Chapultepec.

Empecemos con la fiesta musical del Instituto de Ciencias y Humanidades.
Casi cien minutos de armonía: Ciclo Beethoven del pianista catalán-mexicano Emilio Lluis con violonchelo ejecutado por Ariadna Chmelik Lluis. De Grieg, sonata en la menor op 36 (alegre agitado-presto presto prestissimo. Andante molto tranquilo). Interpretada por la pianista Ruth Lluis y en el cello Ariadna. Y a cuatro manos, en el soberbio piano de cola completa, los dos pianistas recordaron en sus arpegios al francés Maurice Ravel, con “Ma mére l´Oye”. Y ambos concluyeron el concierto con “Fantasía Bética”, de Manuel de Falla. Para llegar al Castillo de Chapultepec y subir al Alcázar representa caminar por el bosque que lo circunda. Pero antes, guardar en algún estacionamiento del Instituto Nacional de Antropología e Historia, nuestro vehículo.

Permite, entonces, entrar a recorrer, aun cuando sólo sea con la mirada, su interior. Y maravillarse con la hermosa, valga el adjetivo, fuente de piedra, como gran paraguas, que diseñó y construyó otro genio mexicano, el arquitecto don Pedro Ramírez Vázquez. Sorprende la atención al visitante de sus funcionarios. Propios y extraños perciben la gentileza. Y nos hace renacer, ante tal amabilidad, ya casi desaparecida en nuestro país, la esperanza de volver a implementarla. Tan fácil. Pero tan difícil cuando se burocratizan los “funcionarios”. Para cruzar reforma y entrar al prodigioso, perdón por insistir en los calificativos, bosque, agentes de tránsito, increíble, pero cierto, dan la prioridad al transeúnte. Y los automovilistas o autobuseros, atienden el reclamo gentil. Un kilómetro, acaso, de allí a la entrada del bello Castillo. Transitarlo entre miles de añosos árboles y comprobar, pese a los cientos de comercios en sus avenidas, que se le mantiene en óptimas condiciones.
EVOCANDO OTRAS ÉPOCAS
Su fragancia. Su verde esmeralda. Su frescura, nos traslada a otras épocas. En donde, aún niños, don Guillermo y doña María Teresa, nuestros padres, nos llevaban de paseo. Nos compraban alimentos. Nos subían al trenecito. Y si éramos bien portados, al carrusel. Y su lago, surcado por decenas de embarcaciones, nos invita a imitar a sus tripulantes. Bisoños. Pero felices. Subir al Castillo, invitado o no, requiere caminar. Las personas discapacitadas o de mucha edad pueden utilizar el moderno elevador que atraviesa el cerro y llega al “primer piso” de la que fuera morada también de presidentes de México. Allí, en un veloz recorrido, escuchamos, sobre todo a jóvenes –niños y adolescentes—de ambos géneros, preguntar al guía. Las respuestas, que se les daba, están impresas también en cartulinas en cada recinto. En una de las salas aparecen las fotografías de presidentes que vivieron en el Castillo. El primero en hacerlo fue don Porfirio Díaz, hasta 1911 en que renunció al cargo.
PRESIDENTES DE MÉXICO QUE HABITARON EL LUGAR
Y se fue a Francia, donde murió. Luego de la revolución usaron las recámaras de Maximiliano y Carlota, que también se muestra al público, (Sobre todo la cama de la Emperatriz), los siguientes mandatarios, según lo afirma el cartel alusivo: Plutarco Elías Calles, Álvaro Obregón, Emilio Portes Gil, Pascual Ortiz Rubio, Abelardo L. Rodríguez. El general don Lázaro Cárdenas del Río al asumir la jefatura del gobierno en México, en 1934, dispuso construir la casa presidencial, que ahora se le dice Los Pinos. Decretó la entrega del Castillo de Chapultepec al pueblo de México, su propietario, en 1939. Y en mandato del general Manuel Ávila Camacho se abrió al pueblo como Museo Nacional de Historia, Castillo de Chapultepec. Evocar a quien nacionalizó en 1938 el petróleo, nos hace reflexionar que también fue el autor del plan sexenal —seis años de mandato presidencial, que era de cuatro–.

Quien dotó al campesinado mexicano de 20 hectáreas de tierra para sembrar alimentos, con ayuda del gobierno. Éste las redujo a cinco. Y hoy a una. En cambio creo consorcios de quinientas a socios y amigos. Se debe leer a Fernando Benítez y a Enrique Krauze sobre don Lázaro Cárdenas. Su época y su continua ayuda al pueblo, hasta su fallecimiento. Desde la que se dice era la recámara de doña Carlota, se aprecia, al menos así lo vimos, el Paseo de la reforma. Bella estampa, que cubre también el monumentos a los Niños Héroes y se contempla también el Ángel dorado de la Independencia. También desde donde se tiró, envuelto del Lábaro Patrio, uno de los “Niños Héroes”, ante la invasión yanqui. Que duró dos años. 1880-82. Contrastan con el verdor que nos ha traído la lluvia, y las inundaciones, los altos edificios. Fueron varias horas de comprobar que cuando la autoridad quiere, y no es siempre, México vuelve a su esplendor. Y su gente, la de a pie, o con hambre, lo disfruta. El Bosque de Chapultepec es el ejemplo. Y los animales, nos preguntaron. “Están de vacaciones, respondió ella. Ninguna Cámara trabaja”. Fue el aniversario trigésimo sexto del Instituto Mexicano de Ciencias y Humanidades, que no habrá de olvidarse. A plenitud, diríamos agradecidos al también director general de Proyección Económica 2020, don Raúl Gómez Espinosa.

Raúl Gòmez Espinosa
Raúl Gòmez Espinosa

JUICIOS DE VALOR

Carlos Ravelo Galindo, afirma:

Estereotipos, prejuicios que molestan, nos informa la doctora, poeta y escritora doña Rosa Chávez Cárdenas. Pero añade que son los juicios de valor, ideas y creencias que se asocian a grupos de personas que comparten ciertas características. Pueden ser positivos o negativos. Algunos resultan cómicos y otros ofensivos. Añadiríamos.

Ella insiste que ante la realidad del grupo social, son perjuicios que perduran con el tiempo. Los culturales siempre están relacionados con el desenvolvimiento de un pueblo con respecto a la vida cotidiana de género, la comida, la manera de vestir, el futbol, la religión y los usos y costumbres. Los más conocidos son los que representan a la mujer en la sociedad. A pesar de los avances quedan atrapadas en el papel del género débil, con tendencia a erotizar lo relacionado con el cuerpo femenino.

En los medios de comunicación es tema cotidiano, mujeres bellas mostrando sus cuerpos para atraer la atención del público. En la venta de carros, cerveza, objetos de lujo, hasta en productos para la nutrición y la obesidad. El estereotipo está constituido por tres componentes: cognitivo (información), lo afectivo (sentimientos) y lo comportamental (acciones).

Pueden o no estar juntos, pero es la representación de cómo reacciona el individuo ante una colectividad. Los estereotipos se cultivan a través del tiempo, se refuerzan al transmitirlos de boca en boca. Desde hace unos años con la aparición de las redes sociales. Algunos de los más reforzados sobre el género masculino: que los hombres no lloran, que son fuertes, que su hombría se demuestra por tener varias parejas y muchos hijos, y que para ser macho hay que ser golpeador. La época de oro del cine es uno de los mayores proveedores de figuras estereotípicas en nuestro país con Pedro Infante y Jorge Negrete y sus películas que han dado la vuelta al mundo.

 

¿FLOJOS LOS MEXICANOS?

De las mujeres: que son débiles, madres a toda madre y que para manejar son descuidadas, dice doña Rosa. Del futbol: que México siempre pierde, que ya merito ganamos y que futbol y alcohol tienen que ir acompañados. La percepción de los extranjeros hacía la imagen de los mexicanos: que somos flojos, ignorantes, mentirosos. Que el agua es sucia. Viajar a México, sólo comer vitamina T: tacos, tortas, tamales, tequila y tostadas. Y en todo hay corrupción. Pero dice la OCDE (Organización para la cooperación y el Desarrollo económico) que no somos flojos, que el mexicano trabaja más que en otros países.
Hay que tomar en cuenta la creatividad del mexicano. Se desarrolla por las carencias. Repara máquinas sin ser mecánico. Construye sin ser ingeniero (vienen por eso los socavones). Se alivia sin ser doctor. Aconseja sin ser psicólogo.

Defiende o acusa sin ser abogado. Tiene sazón como el mejor chef. Hace drama sin ser artista. Pero eso sí, es el mejor anfitrión y para celebrar “echa la casa por la ventana”. Dice trabajar para ganar el chivo (la comida del día) y sigue las reglas para bailar la Bamba, con un poco de gracia y otra cosita y arriba y arriba. No se trata de rebatir los unos a los otros. Pero si queremos cambiar, como dice la pedagoga: “Todo aquello que quieres que desaparezca ignóralo” Gracias por su instructivo doña Rosa.

Porfirio Díaz en el Castillo de Chapultepec
Porfirio Díaz en el Castillo de Chapultepec

ESOS AFORISMOS

Carlos Ravelo Galindo, afirma:

El aforismo es un arte milenario que se usa frecuentemente para expresar con elegancia el conocimiento y experiencias de la vida. Se ha definido como una sentencia lacónica y doctrinal. Presenta en forma sintética lo más interesante de alguna ciencia, materia, regla, principio, axioma, apotegma, máxima instructiva y generalmente verdadera. Esta habilidad inteligente y demostrativa de las realidades de los sucesos de la vida es de uso poco frecuente en nuestro medio. Sólo algunas personas con cierta cultura lo utilizan para guiar su conducta en los avatares de nuestra existencia.
En la antigüedad el aforismo era de uso frecuente. Sobre todo en el ámbito médico en donde brotan con maestría y en forma ejemplar los aforismos hipocráticos. Estos al parecer fueron los primeros elaborados como una proposición relativa a los síntomas y diagnóstico de las enfermedades. Al respecto, como médico reconocido y escritor empedernido, abunda don Fernando Calderón Ramírez de Aguilar. Posteriormente el concepto se aplica a la ciencia y a diversas disciplinas, principalmente en la filosofía, en donde fue usado prolíficamente en todas las épocas y cuyos aportes aforísticos pasaron a formar parte importante de nuestra existencia, ya que el mundo participa así de su conocimiento y experiencia.
El aforismo se encuentra en todos los pueblos. En las literaturas egipcia, hebrea, sanscrita, védica y china encontramos el aforismo ya adoptado y reconocido como tal. Los conceptos atribuidos a Walmiki en el Ramayana, las sentencias del Código de Manú, los célebres aforismos de Confucio. Los dictámenes de Horo, los preceptos del Libro de los Muertos y los cuentos egipcios contenidos en los célebres papiros de Berlín. Las sentencias de Zoroastro, las de la Biblia en los Proverbios, el Eclesiastés, y la Sabiduría contienen multitud de sabios aforismos religiosos, morales, políticos y sociales. Estos que más o menos transformados con ingenio y adaptados a otras épocas posteriores han enriquecido el caudal de la mentalidad de las civilizaciones surgidas al desaparecer del número de las nacionalidades de aquellos antiguos pueblos.

 

AFORISMOS DE PLATÓN

En Grecia, Platón escribió aforismos en sus obras Timeo y el Banquete. Aristóteles con su gran cualidad de escritor, conciso y claro en su sintética de pensamiento dejó en sus tratados multitud de sabios aforismos. En las obras de Protágoras y Parménides, así como en las de los sofistas, se pueden encontrar multitud de bellos y sabios aforismos. Hesíodo y Homero también utilizaron aforismos. La producción de aforismos bajó en la época de la decadencia. En Roma el aforismo fue cultivado por filósofos, oradores, poetas, historiadores y legistas como lo muestran las obras de Ovidio, Hortensio, Cicerón, Horacio, Virgilio, Plauto, Salustio, Tito Livio, Fedro y Papirio. Basten algunos ejemplos para ilustrar la grandeza de sus autores.

Platón
Platón

CLÁSICOS GRIEGOS
Publio Siro, Cui vis dolori remedium est patientia (La paciencia sirve de remedio para cualquier dolor); Virgilio, Sus pussunt, quia posse videntur (Pueden, porque están convencidos de su poder); Horacio Nil mortalibus arduum est (Nada hay difícil para los mortales). Los santos padres griegos y latinos cultivaron el aforismo sumamente ingenioso sin pretender otra cosa que la enseñanza del bien y la verdad. Desde luego, su fuente de inspiración fueron las Sagradas Escrituras. Todos son dignos de mención, pero destacan San Agustín con la Ciudad de Dios, San Clemente de Alejandría con la Strommata, San Basilio que, con un solo aforismo escriturario, Eis to próseche seautoi (Mira por ti) compusiera una de sus más notables homilías, San Juan Crisóstomo, San Gregorio Nacianceno, San Atanasio, San Jerónimo y San Ambrosio.

 

TRÁNSITO POR LA EDAD MEDIA

El aforismo en la Edad Media y la Edad Moderna. Don Fernando Calderón también nos dice que circunscrito a la medicina y a las ciencias físico-naturales, el aforismo fue cultivado por todos los sabios cristianos, judíos y musulmanes. Desde San Isidoro de Sevilla a Averroes, desde Avicena a Alpetragio, aparece la humana sabiduría ganosa de adoptar formas didácticas breves y compendiosas para incrustar más fácilmente las verdades o principios de una ciencia o arte a sus alumnos. En este sentido, Pedro Lombardo, llamado el maestro de las sentencias; Alberto el Magno y hasta el propio Santo Tomas de Aquino, son esencialmente sentenciosos y, por consecuencia, aforísticos.

En toda la obra del humano ingenio (literaria o científica) es imposible separar la parte expositiva de la sentenciosa. Ello consiste en que la exposición viene a ser como el antecedente de todo raciocinio y el aforismo hace las veces de una magnifica conclusión. En este sentido, Dante Alighieri, Francesco Petrarca y el cardenal Pietro Bembo escribieron inmortales aforismos, y en nuestros tiempos lo hicieron Alessandro Manzoni, Ugo Foscolo y Giacomo Leopardi. Empero hay que distinguir entre el creador y el compilador de aforismos: el primero tiene el mérito inherente a todo creador de una obra original, mientras que el segundo no puede aspirar a otro galardón que el debido a la paciente investigación y a la erudita labor.

Así, Hipócrates, Homero y Aristóteles son autores de aforismos, en tanto que Erasmo de Rotterdam y Miguel de Cervantes Saavedra son eruditos compiladores. Las obras de Paracelso contienen multitud de aforismos, lo que le valió a su autor el nombre de Hipócrates latino. El poema aforístico Regimen Sanitatis Salernitanum conocido más comúnmente como Flos Medicinae Salerni vino a favorecer y fortalecer la opinión que vinculaba el aforismo con la medicina. Es una obra notable por la doctrina médico-higiénico-popular que la contiene. Fue escrita en un latín tan bárbaro como el que se usaba en el siglo XIII. Notable es la compilación de aforismos hecha por Erasmo de Rotterdam y publicada en el siglo XVI.

Tarde lluviosa y visitantes en el Alcázar del Castillo
Tarde lluviosa y visitantes en el Alcázar del Castillo

GUÍAS Y LECCIONES PARA VIVIR LA VIDA
Existen los aforismos jurídicos de Denis Godefroy, las indicaciones relativas a la interpretación de la naturaleza contenidas en el Novum Organum de Francis Bacon, los aforismos políticos de James Harrington. Y los aforismos sobre la sabiduría de la vida del excelente, aunque tachado de misógino, Arthur Schopenhauer, que surgen para la eternidad y los plasma en su magnífica obra Parerga y Paralipómena. Vale la pena mencionar algunos: Aliis laetus, sapiens sibi (Alegre para otros, sabio para sí). En las alturas tiene que haber ciertamente soledad. La ignorancia degrada al hombre tan solo cuando va asociada a la riqueza. Las horas del muchacho son más largas que los días del viejo. La existencia no es más que un episodio de la nada. El que no ha tenido un perro no sabe lo que es querer y ser querido. El viejo es un hombre completamente desencantado y sabe que la vida humana, aunque se le engalane y atavíe, pronto deja trasparecer sus miserias; Aristotle ait omnes ingeniosos melancholicos esse

(Aristóteles dice que todos los hombres geniales son melancólicos). La mujer es un ser de cabellos largos y de ideas cortas (de ahí su acusación por misoginia). Los aforismos de Hermann Boerhaave llevan por título Aphorismi de cognoscendis et curandis morbis (Aforismos para el conocimiento y tratamiento de las enfermedades). En esa obra hay 1378 aforismos. Ahí, cada enfermedad está resumida en un corto aforismo que puede retenerse fácilmente en la memoria. Es un verdadero tratado de patología general, con un plan de enseñanza hecho en 1709. Añade Calderón Ramírez de Aguilar España es rica en aforismos. Se han producido en todos los siglos y los vemos en todas las obras científicas y literarias, desde el infante don Juan Manuel, Miguel de Cervantes Saavedra, Juan Ramón Jiménez y Santiago Ramón y Cajal hasta los autores de la generación del 98, etcétera. Insistimos nosotros. Muchos tienen gran influencia de la cultura árabe y judía. En América también han surgido muchos aforistas como el genial Groucho Marx con una ironía magnifica. Jerome David Salinger, autor de El guardián entre el centeno, tiene un libro de aforismos. Seguramente en el futuro surgirán algunos más, ya hay por ahí algunos autores mexicanos llenos de capacidad para producirlos. Esperemos don Octavio Raziel García, que pronto vean la luz sus escritos. Muchos de ellos en nuestro poder.

craveloygalindo@gmail.com