Biden: Trump, «extremista» que amenaza cimientos de EU


Joe Biden realizó ayer un exhorto "a la defensa de la democracia" y a "combatir a los extremistas" en un discurso desde el Independence Hall en Filadelfia. Foto Afp

David Brooks, corresponsal / La Jornada

Nueva York. “Fascismo” y “autoritarismo” son palabras frecuentemente usadas por Estados Unidos para criticar a otros países, pero ahora –y a lo largo de los recientes seis años– se emplean cada vez más para describir la amenaza interna a la democracia estadunidense.

El presidente Joe Biden dirigió ayer un llamado “a la defensa de la democracia” y a “combatir a los extremistas” en un discurso trasmitido desde Independence Hall en Filadelfia, sitio histórico donde se enmarcó la Constitución de ese país hace más de dos siglos, donde reiteró el mensaje de su campaña de que Estados Unidos se encuentra en una “batalla por el alma de la nación” entre la democracia y el autoritarismo.

El mandatario declaró que “la libertad y los derechos ciudadanos están bajo asalto” y por eso “esta noche he venido a este lugar donde todo empezó para hablar claramente a la población sobre la amenaza que enfrentamos”.

 

Acusó que Donald Trump y “las fuerzas MAGA” –las siglas de la consigna de Trump, Make America Great Again– son “extremistas que hacen peligrar las fundaciones mismas de nuestra república” y representan “un riesgo para este país”.

 

Ellos, agregó, “no respetan elecciones imparciales y libres” y “están determinados a llevar a este país hacia atrás, a un Estados Unidos donde no hay derecho de optar ni garantía a la privacidad, ni derecho a la contracepción, ni derecho a casarse con quien amas (en referencia al matrimonio gay)”, y denunció que estos extremistas “están nutriendo las flamas de la violencia política”. A la vez, subrayó que no todos los republicanos son MAGA.

 

Convocó a defender los principios democráticos que hicieron a este país “un faro para el mundo”, expuso que los avances y logros bajo su gobierno demuestran que se está caminando a un futuro en beneficio de todos, y advirtió que “por mucho tiempo nos hemos asegurado que la democracia estadunidense está garantizada. Pero no es así. Tenemos que defenderla… Cada uno de nosotros y todos”.

Fue nada menos que un mensaje de campaña disfrazado de un discurso oficial para influir en la contienda por el control de las dos cámaras del Congreso en las elecciones intermedias en poco más de 10 semanas, y para tomar la ofensiva contra Trump, quien se encuentra cada vez más a la defensiva ante múltiples investigaciones criminales por posibles delitos graves.

 

Este debate en torno a la crisis existencial de la democracia estadunidense se intensifica ante encuestas que muestran una creciente preocupación pública por el futuro político del país. Dos tercios (67 por ciento) de los estadunidenses piensan que la democracia está en peligro de un colapso, según el más reciente estudio de opinión Quinnipiac divulgado esta semana.

 

Hace unos días, Biden sorprendió a muchos cuando comentó que el país está amenazado por fuerzas “semifascistas” dentro del Partido Republicano –primera vez que usó esa palabra desde la presidencia.

 

Varios políticos y analistas opositores han empleado el término “fascismo” cada vez más frecuentemente desde que Trump ganó la elección de 2016 hasta su intento de un golpe de Estado, que culminó con el ataque violento contra el Capitolio por sus fanáticos el 6 de enero de 2021 con el propósito de frenar la certificación del voto electoral que otorgó el triunfo a Biden.

 

Trump, pocas horas antes del llamado de ayer de Biden para salvaguardar la democracia, declaró que si es relecto en 2024 emitirá indultos y una disculpa oficial a quienes tomaron acción en ese asalto violento sin precedente, que causó la muerte de cinco personas e hirió a más de 140 policías. Más de 800 participantes en ese ataque han sido arrestados y acusados de cometer delitos federales.

 

El esfuerzo para subvertir la elección presidencial también incluyó intentos del presidente y sus cómplices –entre ellos sus abogados personales y varios legisladores federales– para presionar a funcionarios y políticos estatales a cambiar los resultados en sus estados, mucho de lo cual ahora está bajo investigación en sitios como Georgia, donde el propio ex gobernante podría enfrentar acusaciones formales.

 

Se reveló ayer que entre los cómplices estaba la activista conservadora Virginia Thomas, la esposa de Clarence Thomas, uno de los esos nueve jueces de la Suprema Corte, quien instó a legisladores estatales en Wisconsin y Arizona a revertir el triunfo de Biden en sus estados, reportó The Washington Post.

 

Desde el asalto al Capitolio hasta ahora, autoridades federales han declarado que la mayor amenaza para la seguridad interna del país proviene de agrupaciones extremistas derechistas, muchas de las cuales están armadas.

Por cierto, continúan las amenazas de violencia y hasta muerte contra agentes de la FBI, jueces como el que autorizó la orden de cateo de la residencia de Trump, y legisladores que están investigando el intento de golpe de Estado, entre otros.

 

El debate político nacional incluye ahora de manera cotidiana la probabilidad de actos de violencia política y hasta de una “guerra civil” amenazada por fuerzas ultraderechistas, algunas de las cuales se identifican como supremacistas blancos y hasta neonazis.

 

El propio Trump frecuentemente renvía mensajes ultraderechistas declarando a Biden y el liderazgo demócrata como “enemigos” del pueblo.

 

El analista y ex secretario de Trabajo Robert Reich advierte que el magnate y sus cómplices deben ser obligados a rendir cuentas ante la justicia para proteger la democracia estadunidense, a la vez que se tiene que confrontar a un Partido Republicano que en gran medida ha buscado anular derechos básicos incluso al voto, al aborto, la libertad de expresión en lo que es “un movimiento antidemocrático”.

 

“La decisión política esencial en Estados Unidos ya no es entre demócrata y republicano, izquierda o derecha, liberal o conservador. Es democracia o fascismo autoritario”, concluye en su columna en The Guardian.

 

Más de 18 meses después de ser expulsado de la Casa Blanca, Trump sigue como eje del debate nacional. Pero en días recientes, algunos de sus aliados –incluyendo medios poderosos como Fox News– empiezan a distanciarse y guardar silencio aparentemente asustados ante la gravedad de los posibles delitos cometidos por el ex gobernante.

 

Pero a la vez, algunos concluyen que ahora que él y sus seguidores se encuentran más arrinconados ante posibles jaques legales, son capaces de actos aún más peligrosos para salvarse.