Bendita austeridad


Manuel J. Jáuregui/Reforma

Seguramente no les pasó inadvertido, estimados amigos, que ayer a su arribo a Washington el Papa Francisco se trasladó a la Embajada del Vaticano a bordo de un diminuto Fiat 500 cuatro puertas color negro. Se veía harto simpático el cochecito con un sonriente Papa, ventana abajo, saludando, siendo escoltado por las monstruosas limosinas del Servicio Secreto norteamericano.

¡Parecía de juguete!

El Papa pudo haber empleado cualquier coche para moverse, mas escogió el equivalente italiano de un «bocho» para ser consistente con el mensaje central de su papado: la humildad, la cual se muestra de numerosas maneras siendo una la conducta personal AUSTERA. Esto es desproveerse de lujos, ya en la persona como en el ejercicio de su misión pastoral.

Cuando vimos al Papa en su diminuto «Topolino» nos acordamos de otra vivencia personal que nos tocó vivir años atrás: ser testigos (vil mirones) del arribo del Cardenal Joseph Hoffner a la Catedral de Colonia, en Alemania, a bordo de una enorme e imponente limosina Mercedes-Benz, seguido de importante séquito, con toda la pompa y ceremonia de un magnate.

El Papa Francisco, obviamente, pretende dar ejemplo de exactamente lo contrario: no de una Iglesia católica imperial, sino de una Iglesia humanista, incluyente, no excluyente.

Hoy pretendemos convencerlos, amigos lectores, que ESTO PRECISAMENTE es lo que deberían hacer nuestros políticos.

El chiste no es subirse UN DÍA (que casualmente fue ayer) a un transporte público, o a una bicicleta para aparentar ser «políticamente correcto», sino practicar TODOS LOS DÍAS la austeridad.

Andar en bicicleta a diario como el Alcalde de Londres, Boris Johnson… ¡o mínimo andar en «bocho» como Pepe Mujica, ex Presidente de Uruguay! La verdad es que nuestra clase política está muy chiflada y tiene décadas viviendo más allá de sus merecimientos con CARGO AL PUEBLO. ¡No da! Un pueblo pobre, como somos, no podemos ni debemos soportar los excesos de nuestra clase política acostumbrada como está a colgarse del erario para satisfacer no necesidades, sino complejos elitistas.

jauregui  legisladores adictos al dinero

Y conste que hablamos sólo de lo visible, de lo palpable: de cómo viven, cómo se transportan y de qué privilegios abusan, y no tocamos el tema de lo oculto, la CORRUPCIÓN, la única droga que satisface a aquellos que se hacen adictos a una vida ficticia de lujos y confort.

Flotillas enteras de vehículos, ejércitos de choferes, guaruras, triples celulares, helicópteros, aviones privados, comidas opíparas, viajes suntuosos: todo pagado con dinero de un pueblo oprimido y carente de lo más básico; de esto y más dispone nuestra clase política. ¡Con razón no da el presupuesto y le tienen que meter tijera!

Siendo bueno que reconozcan los actuales responsables de las finanzas públicas las limitaciones inherentes al ejercicio de los fondos que aporta la ciudadanía, es malo que a la hora de recortar NO PREDIQUEN CON EL EJEMPLO.

Hay cosas que pudiendo hacerse no se deben hacer. Siendo una de éstas, y quizás la principal, ¡evitar derrochar el dinero de los ciudadanos! Al sacar la TIJERA de los recortes los primeros trazos deben salir de la tela PROPIA.

Si un Fiat cinquecento es suficiente para el Papa Francisco, ¿quién dice que nuestros maletas políticos merecen andar en suburbans blindadas? ¿O de dónde sacan que es su derecho viajar en helicóptero, o en aviones ejecutivos que rentan o compran con cargo a las dependencias que manejan?

Las cuales -obviamente- se alimentan de los impuestos que pagamos todos y de cuya aplicación honesta y cabal no poseemos los ciudadanos control alguno. ¿Por qué?

Porque el Poder Legislativo que «nos representa» ya se hizo también adicto a la droga del dinero: ¡es el primero en meter el popote a succionar el polvo presupuestal.

Necesitamos en la vida pública -y lo tendremos más pronto que tarde, lo quieran o no los actores actuales- un Papa Francisco: austero, humilde, dispuesto a predicar con el ejemplo, empujado al poder por la indignación de un pueblo hastiado de una élite política que ABUSA de él cotidiana y sistemáticamente.

jauregui   Boris Johnson