Asaltan hordas de Trump el Capitolio; falla el “autogolpe”


Agentes encargados de la seguridad en el Capitolio, en posición de disparo ante la toma violenta del recinto legislativo, ayer en Washington. Foto Ap

David Brooks, corresponsal / La Jornada

Nueva York. En un intento de golpe político, miles de ultraderechistas instigados por el presidente Donald Trump invadieron el Capitolio obligando la interrupción del proceso constitucional de la certificación de los comicios presidenciales generando pánico, órdenes de desalojo incluso del vicepresidente, distribución de máscaras antigás a legisladores con órdenes de mantenerse encerrados en sus oficinas mientras el comandante en jefe mantuvo silencio ante el hecho sin precedente en la historia de este país.

Anoche, después de varias horas de caos y temor ante lo que diversos políticos y analistas llamaron un intento de “golpe”, una “insurrección” y la cosecha de lo cultivado por Trump y sus seguidores con sus ataques contra el proceso democrático durante el ciclo electoral, los legisladores reiniciaron el proceso de certificación del voto entregado por cada estado al Colegio Electoral, el cual culminará con la ratificación del triunfo del demócrata Joe Biden como presidente y Kamala Harris en la vicepresidencia.

Pero lo ocurrido horas antes sacudió en sus centros la estructura política estadunidense. El asalto comenzó alrededor de las 14 horas; los fanáticos del presidente tumbaron barreras de seguridad e irrumpieron en la sede del Poder Legislativo, sobrepasando a las fuerzas de la policía del Capitolio –hecho que provocó sospechas sobre por qué no había más fuerzas de seguridad presentes–, rompieron ventanas, ingresaron al centro del edificio, a las grandes salas de ambas cámaras legislativas, paseando, gritando, enfrentando a policías sin respaldo y provocando pánico.

Varias banderas de la confederación –símbolo de los estados sureños proesclavistas del siglo XIX– ondeaban por los pasillos del Capitolio, algo que nunca fue posible, ni durante la Guerra Civil.

Hubo escenas de policía federal del Capitolio desenfundado pistolas y portando rifles, instrucciones a legisladores y sus equipos de tener a la mano máscaras antigás, alejarse de ventanas y puertas y estar preparados para esconderse debajo de sus escritorios, versiones de paquetes sospechosos y amenazas de bomba, evacuaciones de edificios legislativos en la zona generaron pánico e incredulidad. Una y otra vez políticos y periodistas repetían: “nunca hemos visto algo así”. Para el legislador demócrata Jim McGovern, “esto es un ataque terrorista contra nuestra democracia”.

Los asaltantes ingresaron a las salas del Senado y la Cámara de Representantes, uno entró a las oficinas de la presidenta de la cámara baja, Nancy Pelosi; otro se sentó en la silla desde donde sólo un par de horas antes presidía Pence. Cundió la preocupación por “paquetes sospechosos” y se confirmaron dos artefactos explosivos dentro del Capitolio.

Una mujer aún sin identificar fue herida de bala por policías del Capitolio y más tarde murió en un hospital, y se informó de otras tres muertes por “emergencias médicas”; se reportaron varios policías heridos y más de 50 arrestos.

Según historiadores, el Capitolio no había sido asaltado desde 1814, en la guerra contra Gran Bretaña.

La alcaldesa de Washington, Muriel Bowser, declaró un toque de queda absoluto en la capital a partir de las 18 horas, nunca antes impuesto a ese extremo. Aunque se anunció que se había ordenado y estaban en camino la Guardia Nacional –Trump inicialmente rehusó aprobar la solicitud para activarla– y fuerzas de la policía estatal de Maryland y Virginia, la ausencia de fuerzas de seguridad asombró a observadores a lo largo de la tarde.

Unas cuatro horas después, las autoridades declararon que el Capitolio estaba de nuevo bajo su control, pero manifestantes se mantenían en la periferia, a pesar del inicio del toque de queda.

Durante las primeras horas del asalto, Trump guardó silencio, sólo envió un tuit por medio del cual solicitó a sus fanáticos respetar a la policía, pero no retirarse del Capitolio.

El presidente electo, Joe Biden, declaró, en un mensaje al país: “en estos momentos, nuestra democracia está bajo un asalto sin precedente… un asalto sobre los representantes del pueblo… un asalto sobre el imperio de la ley”. Agregó que “esto no es disidencia; es desorden, es caos…. tiene que acabar ahora”. Exigió a Trump que de inmediato “demande un fin a este sitio”.

Minutos después, a las 16:22, Trump apareció en un mensaje videograbado en el cual reiteró que fue una “elección fraudulenta”, antes de solicitar a los manifestantes: “tenemos que tener paz, ley y orden…” y les pidió: “tienen que irse a casa ahora”. Se despidió afirmando: “los queremos. Son muy especiales… Entiendo cómo se sienten”.

Y poco más tarde, en un tuit que fue borrado poco después, el presidente justificó lo ocurrido a sus seguidores explicando que éstas son “las cosas y eventos que ocurren cuando una victoria sagrada de una elección abrumadora es… arrancada a grandes patriotas, quienes han sido tan mal tratados durante tanto tiempo. Vayan a casa en amor y paz. Recuerden este día para siempre”.

Por cierto, en parte por estos mensajes, Twitter por primer vez suspendió la cuenta de Trump por incitar a la violencia. Más tarde, Facebook e Instagram suspendieron temporalmente las cuentas del presidente por razones similares.

Trump declaró a miles de sus fanáticos que respondieron a su convocatoria de ayer por la mañana: “jamás cederemos la elección”, y los invitó a acudir al Capitolio para apoyar a los legisladores republicanos que estaban buscando descarrilar la certificación del voto del Colegio Electoral. Más aún, sostuvo que esperaba que su vicepresidente Mike Pence, quien presidiría la sesión conjunta de ambas cámaras del Congreso, frenaría el proceso.

Dentro del Capitolio a las 13 horas se inició la sesión para ratificar los resultados del voto del Colegio Electoral que le entregó la victoria a Biden. Para entonces Pence ya le había comunicado al presidente, y dejó constancia por escrito, que se apegaría estrictamente a su papel constitucional y no podía unilateralmente suspender o descarrilar el proceso.

Aparentemente esto enfureció a Trump y al inicio del asalto del Capitolio por sus huestes, el magnate decidió atacar a su propio vicepresidente mientras éste era “evacuado” a “un lugar seguro” al fallar la seguridad. “Pence no tuvo la valentía para hacer lo que se tenía que hacer para proteger a nuestro país y nuestra Constitución”, acusó en un tuit.

El proceso de ratificación del voto inició con la lectura en orden alfabético de los resultados oficiales de cada estado en términos de electores otorgados. Cuando se llegó a Arizona, como se había anunciado, legisladores republicanos expresaron su oposición a aceptar ese resultado con lo cual, según las reglas, se suspendió la sesión conjunta para que ambas cámaras sostuvieran un debate y voto sobre el rechazo interpuesto en sus salas respectivas. Fue poco después que lo hicieron cuando sonó la alarma del asalto al Capitolio, se interrumpió el proceso constitucional en curso para ratificar la elección presidencial.

Los legisladores republicanos –más de 100 diputados y una docena de senadores– que se habían comprometido a apoyar a Trump para cuestionar los resultados en por lo menos tres estados claves que perdió, provocaron una severa escisión dentro del Partido Republicano que incluyó un enfrentamiento con el líder de su mayoría en la cámara alta, Mitch McConnell, quien se había opuesto a la maniobra y ha reconocido a Biden como presidente electo.

McConnell declaró ante el pleno al inicio de la sesión conjunta y poco antes de que el asalto al Capitolio suspendió el proceso que “he servido 36 años en el Senado –este será el voto más importante que jamás he emitido… Los votantes, los tribunales y los estados se han declarado. Si revertimos eso, dañará nuestra república para siempre”, y “nuestra democracia entraría a una espiral de la muerte”.

No sabía que pocos minutos después sería testigo y víctima de un asalto físico contra la institución democrática de la cual es líder, gracias al presidente que hasta hace pocos días él respaldó, le facilitó la implementación de su agenda y hasta aseguró que quedara impune al concluir su juicio político.

Con discursos autoelogiando la “resiliencia” y su “sagrada” institución, agradecimientos a la policía y condenas contra el asalto, el Senado reinició su sesión a las 20 horas, y la cámara baja una hora después, donde fue notable que muchos menos legisladores estaban dispuestos a presentar objeciones al conteo del voto del Colegio Electoral.

Pence, frente al pleno del Senado, invitó a retomar la tarea de la certificación y afirmó: “hoy fue un día oscuro en la historia del Capitolio de Estados Unidos”, pero prometió que “el mundo una vez más atestiguará la resiliencia y fortaleza de nuestra democracia”.

El líder demócrata Charles Schumer denunció lo que llamó “terroristas domésticos” y acusó que “esta violencia es en buena parte responsabilidad” de Trump, “su vergüenza para siempre”. La senadora demócrata Tammy Duckworth, veterana militar que perdió ambas piernas en la guerra en Irak, dijo: “he dedicado toda mi vida adulta a defender nuestra democracia, pero nunca pensé que sería necesario defenderla de un intento de derrocamiento violento en el edificio del Capitolio de nuestra propia nación”.

En la cámara baja, la líder demócrata Nancy Pelosi inició la sesión denunciando la “profanación de éste, nuestro templo de la democracia” y afirmó que “a pesar de las acciones vergonzosas de hoy”, se “demostrará una vez más el traslado pacífico del poder de un presidente al próximo”.

Anoche el Congreso continuó certificando los resultados del voto de cada estado, con un par de debates y votos sobre los resultados en dos estados que sólo alargaron pero no modificaron el final ya pronosticado, y nadie dudaba que todo culminaría con la ratificación del triunfo de Biden y Harris en las próximas horas.

Ante los sucesos del día, un coro creciente de legisladores, ex funcionarios y líderes empresariales empezaron a solicitar la destitución del presidente según la 25 Enmienda de la Constitución, que permite al vicepresidente y al gabinete remover al mandatario si se muestra incapaz de ejercer sus responsabilidades. Anoche, algunos integrantes del gabinete de Trump discutieron invocar la 25 Enmienda, reportaron ABC News y CNN.

También algunos funcionarios del gobierno de Trump han renunciado, y se esperan más como resultado de la intentona del miércoles.

En el mitin de los trumpistas al inicio del día hubo una ruta sonora grabada que incluyó el tema de la película Titanic que interpreta Celine Dion.

Faltan 14 días para que termine su presidencia.