De la Redacción/fotos internet
Los actuales, son tiempos de improvisación, de la “creación” de necesidades en una era mundial de consumismo, así como la búsqueda de distractores para una sociedad inmersa en muchos problemas económicos, financieros, sociales y políticos.
De ahí que el deporte, principalmente, en el futbol, y actualmente en el boxeo, aprovechando la coyuntura de la pelea (para este 6 de mayo) entre Saúl “El Canelo” Álvarez y Julio César Chávez junior, funcione como el opio del pueblo.
Al encuentro entre Chávez y Álvarez, que cuando aparezca este semanario, haya tenido un ganador y, obvio, un perdedor, se le ha dado por calificarla como “La batalla por México (…)”… Que la verán millones de mexicanos por televisión… Se han gastado cantidades enormes de tinta, papel, tiempo aire (redes sociales), muchas ondas hertzianas, de tal manera que los interesados buscan la creación nylon o al vapor de un “ídolo” del boxeo.

Esos millones de personas, que dicen que verán la pelea Chávez junior- Álvarez, padecen de pobreza patrimonial, de vivienda, de alimentación, de salud, de educación y, sin embargo, la sociedad mexicana en su mayoría por estos días se convirtieron en especialistas en boxeo y hasta apostaron lo que no tienen.
Producto de una sociedad consumista, tanto Julio César hijo como Saúl el ex paletero, se integran al juego de los miles de millones de consumidores y de quienes los alienan a través de los medios de comunicación y las redes sociales, para la creación del “ídolo” o del “mesías” que pueda jugar el papel de distractor que los mexicanos requieren, necesitan en medio de esta espiral de inseguridad y de violencia que se padece en México.
Fueron más de 60 días que un día si y otro también, se habló de este encuentro de box. En todo este lapso, no se hablaba nada más que de Saúl Álvarez y Julio César Chávez hijo… Pero la cereza del pastel, en todo este marasmo informativo, es y será el futbol, la Liga Premier en que han convertido el futbol bananero que se practica en México y que se ha convertido en negocio de pocos en detrimento de muchos.

Pero, vayamos al punto.
Al tema de los ídolos del deporte mexicano, en este caso, el boxeo. En el pasado, sin el peso de redes sociales, en el nacimiento de la radio y de la televisión, y solamente con el apoyo de la prensa deportiva escrita, hubo muchos ídolos en este deporte… Movían masas… Se dejaban sentir y los privilegiados de la ciudad de México, solían disfrutar de su presencia física en los gimnasios y en las calles o lugares de reunión del otrora Distrito Federal.
Hablamos de Kid Azteca, de Juan Zurita, del Toluco López, del Ratón Macías, de Vicente Saldívar, de Ultiminio Ramos (procedente de Cuba), de Mantequilla Nápoles, otro gran boxeador cubano, así como de Rubén Olivares, Chucho Castillo, Carlos Zárate, Rafael Herrera, Salvador Sánchez, Lupe Pintor, El Alacrán Torres, Juan Manuel Márquez, hasta llegar a Julio César Chávez, quien es considerada la última leyenda del boxeo nacional.
Desafortunadamente, el box, pasó de un deporte profesional serio, si se le puede calificar de esta manera, a un simple show televisivo del que “nacen” y declinan de inmediato esos ídolos de plástico que, sin ser aventurados, simplemente son el reflejo de lo que la sociedad mexicana acepta.

¿Julio César Chávez junior? ¿Saúl “El Canelo” Álvarez?
Se han quedado en simples promesas en una profesión en la que gracias al dinero se “inflan” boxeadores como den maquila.
El boxeo, se desvirtuó y se denigró, gracias a los intereses creados desde los más alto de los organismos mundiales de este deporte, como es el caso del Consejo Mundial de Boxeo, que se convirtió en el botín de un dictadorcito Mauricio Sulaimán junior.
Esperemos equivocarnos en esta ocasión con el show convertido en deporte “profesional”.














