A la mitad del foro: La veda de López Obrador


Andrés Manuel López Obrador

León García Soler

 No se distraigan. Jesús se llama el comunicador único de Andrés Manuel López Obrador. Jesús Ramírez Cuevas, reflejo y restaurador de la Regeneración de los Flores Magón. De Ricardo, si han de insistir los memoriosos distraídos por la confesión de ignorancia de Paco Ignacio Taibo II al saberse designado director del Fondo de Cultura Económica. El de la Regeneración, heraldo de la hoy aclamada Cuarta Transformación, es de oficio periodístico y para mayor gloria  recomendado por Carlos Monsiváis a su amigo Andrés Manuel para auxiliar en la divulgación del evangelio democrático-moral y cristiano.

Ya en funciones, consciente de que transitan por la larga vía del interregno, puso en claro que el de AMLO no es gobierno, aunque haya quienes confundan propósitos con poder. Así sea para exhibir su gusto por la ausencia notoria de Enrique Peña Nieto, invisible, silencioso, en presurosa fuga rumbo al Nevado de Toluca. El Presidente electo actúa como tal y da pasos rumbo a la democracia participativa en consultas populares, distantes de lo resuelto e impuesto desde la cumbre de la élite, dijo Jesús Ramírez. Pero de inmediato puso el acento en la terca realidad: Dirán que fija la agenda y da órdenes y contraórdenes en el ámbito público; pero es el gobierno el que tiene “los instrumentos del poder”.

Paco Ignacio Taibo II

Ah, si entre los televidentes matutinos estuvieran Alfonso Romo, Javier Jiménez Espriú, Ricardo Monreal, los inconcebibles Martí Batres y Félix Salgado Macedonio, podrían ahorrarse sustos y disgustos los fieles del líder social y vicario de Morena.

Más allá de la consulta popular que no puede llamarse así y cuyos resultados no tendrán carácter vinculatorio, esto es no obligan a cumplirlos ni a los organizadores, ni a los que después del 1º de diciembre dispondrán de los “instrumentos del poder”; podrían dejar de multiplicarse las soluciones y las instalaciones aeroportuarias a debate por el compromiso de campaña del candidato López Obrador: abandonar las obras del Aeropuerto de la Ciudad de México en construcción en territorios del que fuera Lago de Texcoco, por ser ostentoso lujo para un pueblo pobre, que para colmo, no vuela en aviones de pasajeros,

Uno: respetar los contratos y compromisos contraídos, dijo, pero no gastar un centavo más de dinero público. Uno-bis: si la iniciativa privada quiere invertir su dinero, que se concluya la obra faraónica con su capital y podríamos concesionar el aeropuerto. (Y las facilidades derivadas de las declaraciones hechas a un medio de comunicación por Carlos Slim: Si él pone su dinero le daríamos la concesión). Así, directamente, sin concursos de por medio u otras trabas que ponga la ley. De inmediato revivieron los señalamientos de populismo y el grito de terror por el retorno del cesarismo sexenal autoritario. Dos y Tres: Al proyecto de ubicarlo en las pistas de la aviación militar, se añadió en los primeros tropiezos la multiplicación geométrica y aeronáutica; como ya se trasladó la aviación privada a Toluca y ahí está Santa Lucía, hay que adecuar ambas con inversión pública y que el de Texcoco lo hagan los del gran capital privado.

Todo eso sometido a la consulta con lo cual se cumplirá la obligación de dejar que decida el pueblo. Vox populi, vox Dei. Pero ya estaba en marcha la restauración de la democracia directa y participativa. Se iniciaron las consultas en cuanto se declaró candidato vencedor al tenaz suriano que sumó votos como para repetir la frase inmortal de Julio César de retorno de las Galias: ¡Vini, vidi, vici! La inseguridad y la impunidad han sembrado el territorio nacional con tumbas masivas y desgarrado el tejido social. Ahí se enfrentó López Obrador con las víctimas que no pedirían clemencia ni están dispuesta a otorgarla con el perdón que pedía el dirigente elegido en busca del cambio que la daría razón en su discurso de que la violencia no se combate con la violencia.

Alfonso Romo

Un ¡NO! desgarrador y el grito de ¡justicia!, ensordecedor, interminable, fueron al encuentro del amor y paz como proyecto de una Constitución Moral. López Obrador no niega la justicia, insiste en que no habrá persecuciones ni cacerías de brujas. Nada de Chivos expiatorios, sentencia. Y sin los instrumentos de poder, la confusión se extiende, sin faltar las entrevistas al ex gobernador de Veracruz encarcelado y sentenciado en rápida aplicación de los instrumentos nuevos y eternos del derecho penal. Duarte declara que se reía cuando fue detenido porque sabía que todo era un “show”. Pero el choque con la realidad llevó a los colaboradores del Presidente electo a suspender los encuentros programados en Veracruz, Tamaulipas, Sinaloa, Morelos y Jalisco.

Allá, en tierra de nadie, en donde los instrumentos del poder y el estado mismo se esfumaron, no hay gobierno porque el vacío lo ocupó el crimen; donde impera la violencia armada no habrá encuentro con la esperanza que depositaron en los millones de votos del 1º de julio. Alfonso Durazo habla ante los micrófonos de los medios multiplicados por una de las reformas del Pacto bienvenido y ahora maldecido. Pero no hay eco ni entre los habituales de la clase parlanchina. Y en la tarea de anticipar las reformas por venir y cancelar las condenadas en la campaña de pueblo en pueblo, el líder social, hoy Presidente electo, ha tenido que encargar a otros las iniciativas de ley que cambiarían la posición y poderes en el tablero de la Seguridad Pública, el Cisen y los conductos del Ejecutivo con los otros poderes y los gobiernos libres y soberanos de la Unión.

Nada detiene el movimiento constante de López Obrador en la campaña eterna. La electoral se acabó.

Buen plan y mejores intenciones: Fase social y generadora de empleo para aquellos que no puedan encontrar sitio en el programa de aprendices en empresas privadas con sueldos pagados por el erario; inesperado ajuste a las propuesta de crear una “Guardia Civil”, nueva versión de la Gendarmería que se quedó en parto de los montes. Pero hay 600 municipios en México que no tienen un solo policía. Lo de la Guardia Civil trajo sombríos recuerdos del franquismo, de aquellos que “tienen de plomo las calaveras”, tropa armada al servicio de los que gritaron: ¡Viva la muerte! ¡Muera la inteligencia! La leva de López tiene visos progresistas, medidas de emergencia para evitar la pérdida de generaciones, darles una salida que evite sean adictos a las drogas que todavía nos negamos a regular, o halcones en vías de sicarios del narcomenudeo.

Jesús Ramírez Cuevas

Faltan pocos días para que acuda ante el Congreso de la Unión el hoy Presidente electo y rinda protesta para que en él se deposite el Supremo Poder Ejecutivo de la Unión. Imposible que deje de predicar, de seguir los senderos políticos, ahora para expresar gratitud a quienes le dieron su voto. Pero Tendrá que demandar discreción a sus allegados, colaboradores y cortesanos. Y para eso, tiene que dominar la pasión de mandar y la vocación de predicador que lo llevó a designar cuatro evangelistas para que sean autores de la “Constitución Moral” de la Cuarta transformación.

La solución está a la vista. Prometer que no habrá aumento de impuestos congela la desigualdad entre los dueños del dinero y la mayoría cuyos ingresos no alcanzan a cubrir las necesidades básicas. Hay que aumentar los impuestos a los de arriba, a los que más ganan; y a las empresas transnacionales  que se llevan sus utilidades para eludir los impuestos aquí.

En la hora de sumar López Obrador se reunió con Alfredo Del Mazo en el estado de México. Tierra de progreso y políticos ricos, en la que hay ocho millones de mexicanos que sobreviven en la pobreza. Y en Yucatán, el tabasqueño que proyecta invertir miles de millones en el Sureste, dijo a la prensa fifí que hay muchos pobres en el sureste. Y pidió a los gobernadores que imiten el plan de austeridad del panista de Yucatán.