A la mitad del foro: El tren que corría…


Alejandro Moreno Cárdenas

León García Soler

Los primeros cien días fueron como doscientos. Y a nadie sorprende que AMLO tuviera arranque de potro fino, después de ganar el 1º de julio y asegurar que su sexenio corto iba a ser gobierno de dos sexenios. La prisa provoca muchos tropiezos. Sobre todo cuando se anuncia la nueva era, la Cuarta Transformación, se guarda la República en un cajón y el gobierno se presenta como “Gobierno de México”. Y el jefe del Poder Ejecutivo muestra un escapulario cristero que dice: “¡Detente enemigo, el Sagrado Corazón de Jesús está conmigo!”

Nadie vea dudas en el párrafo anterior. Nadie anticipe una catástrofe para el vencedor que madruga y señala el rumbo al país cada amanecer. Al salón de Palacio llegan los reporteros y cuanto voluntario aspira a gozar del púlpito del poder por unos minutos. Nunca antes hubo presidente de la República, de ésta o la que usted guste, que ofreciera una conferencia de prensa diaria, a pesar del desgaste previsto por los analistas, o anticipado por quienes dijeran que López Obrador era “un peligro para México”.  Los voceros empresariales, los de la patronal y cuanto poseedor de gran parte de la riqueza nacional, compartieron hasta el gusto beisbolero con el tabasqueño que propagó el término batear como sinónimo de rechazar o mandar al diablo a quien sea o lo que sea.

Conferencias de prensa mañaneras

Cien días ya. Y todavía no hay signos claros del Apocalipsis. Aunque se prevea en los círculos de la globalidad financiera que estamos ya en recesión y podríamos acabar el primer trimestre del doble sexenio corto con números negativos. Con eso que insisten en llamar “crecimiento negativo”. Sea desplome o crecer para abajo, el hecho es que la popularidad de López Obrador sigue en alza. Los encuestadores hablan de un aumento a sesenta y tantos por ciento de reconocimientos positivos y los que utilizan otras medidas hablan de haber alcanzado algo más de ochenta y tres por ciento los que confían en el del bate al hombro y proclaman su popularidad en constante aumento. Vamos a ver, dicen los aferrados a la lógica implacable de la austeridad que en modo alguno puede ser crecimiento.

Por lo pronto, amanece temprano y sigue indicando el rumbo. Paso a paso, golpe a golpe, Andrés Manuel López Obrador abre otra puerta rumbo a su profetizada Cuarta Transformación. Viaja en avión comercial y cumple a la letra lo anticipado de jamás subirse al avión presidencial que “ni Obama”, “ni Trump” tienen. Los cuentachiles aseguran que el costo del rechazo es de algo más de un millón diario; un solo vuelo de Peña Nieto costó más que los hechos estos cien días, responden los de la casa que proféticamente estuvo primero en la Roma de la gloria cinematográfica y ahora espera el fin del año escolar para estar en Palacio, ahí donde vivió Juárez. Y toma vuelo el vencedor para impactar a partidarios y contrincantes cada día.

Ivonne Ortega Pacheco

Con su visita a las Islas Marías volvieron los recuerdos del porvenir: la endemoniada isla prisión fue inaugurada por Porfirio Díaz y clausurada por AMLO. Nadie derramó una lágrima por aquellos “tiempos en que era Dios omnipotente– y el Señor Don Porfirio era Presidente.- Tiempos, ay, tan lejanos del presente”, que dijera el gran Renato Leduc. Cien días de mandatario y cien años borrados a la voz de ahora mismo, para que los colaboradores anunciaran que en tres meses se convertirá la porfiriana isla del diablo en centro cultural y paraíso turístico sin miedo a las tan temidas cuerdas de antaño. Ojalá. Porque el señor López Obrador responde a los calificadores que él tiene sus propias cuentas. Y reafirma que habrá tres terminales para suplir al ostentoso aeropuerto cancelado en el lago de Texcoco: digan lo que digan los expertos de la IATA.

Más vale volver la vista a la visión hogareña que seguramente inquietó a Manuel Bartlett algo más que haber atribuido a Jesús Reyes Heroles González Garza, así con cuatro apellidos, haber sido director de Pemex en el gobierno de Carlos Salinas de Gortari. La señora esposa del mandón del mal llamado poder de un hombre solo, le preguntó porque llegaban tan caros los recibos de la Luz. Habrá respuesta inmediata, porque el de los informes diarios cumple de madrugada con lo que dicen que dicen las mujeres de Chihuahua: “La basura y el marido, a la calle temprano”. Un respiro en la gobernanza que no se manifiesta en el presupuesto; en una ley de ingresos altos para los de arriba y  de egresos generosos para los de abajo y los programas sociales comprometidos.

Miguel A. Osorio Chong

Vuelta a la hoja. El vencedor no es el único que tiene prisa. Envió a la Cámara de Diputados su iniciativa para la creación de una Guardia Nacional. Fue aprobada de inmediato y enviada a la Cámara revisora, la de Senadores. Y ahí se acordó o hizo como que se acordaba de cómo se debe hacer política, el zacatecano Ricardo Monreal que fuera gobernador y como delegado de la Cuauhtémoc, hoy municipalidad, aspirara al cargo de Jefe de Gobierno de la CDMX. Y los de PRI sacudieron el letargo, ante la inminente elección de presidente y secretario general del partido que perdió el 1º de julio hasta el  modo de andar. Y Dante Delgado acompañó a Enrique Alfaro, gobernador de Jalisco, en la visión del horizonte; y los panistas alzaron la voz para silenciar la tristeza: Por unanimidad se reformó la iniciativa del invencible conductor de la mayoría. Y volvió a San Lázaro, donde los de Morena doblaron las manitas y aprobaron los cambios casi `por unanimidad: con un solitario voto en contra.

Total. Sea como fuere, López Obrador les recordó que es facultad suya, del titular del Poder Ejecutivo de la Unión, designar al jefe, al mando, de la Guardia: Será, sentenció, un militar retirado o en activo. Aunque sabe que tendría que pedir licencia el del cargo, aunque lo nombre el Presidente de la República. Mayor gloria para el vencedor en la derrota que en el resto de los primeros cien días del doble sexenio corto. Ahí se manifestó la separación de poderes y la innegable urgencia de abandonar la visión del adversario como enemigo o delincuente en espera del juicio implacable del pueblo sabio y bueno. Y sobre todo, el llamado a hacer efectivo el imperio de la ley, atender al llamado de Lorenzo Córdoba desde el INE: es imposible la democracia sin contrapesos.

El presidente Andrés Manuel López Obrador en vuelo comercial

Así nadie se indignaría al saber que en la asamblea del apresurado PRI se dijo que el gobierno es excluyente y con actitudes dictatoriales. Hágame usted el favor; dirían los nostálgicos del cesarismo sexenal; y los auténticos conservadores del PAN que acudió a los bárbaros del norte y levantó una estatua al Maquío Clouthier. Terca que es la realidad. Los militantes y los adormilados en las alturas del poder hegemónico en desgracia, saben que han de dar paso a elecciones abiertas en las que se escuche la voz de los militantes. Sobre todo, que esos votos se cuenten y cuenten más que los de la oligarquía. No son pocos los de a pié en el llamado sector territorial; diez gobernadores son más que los que dieron la espalda a Roberto Madrazo y siguieron a Elba Ester Gordillo en alianza contra natura con la reacción.

Con la reacción, cuyo triunfo “es moralmente imposible, según dijera Benito Juárez, mucho antes de que se olvidarán sus luchas contra el poder de la Iglesia, dueña de las mayores extensiones de la tierra y propiedades del país.

El hecho es que el PRI tiene Prisa. Y ya votaron a favor de una elección abierta, democrática, bajo la norma del INE y de ninguna manera cerradas, simuladas, a menos que tuvieran prisa por irse al basurero de la Historia y traicionar el origen del nacionalismo revolucionario al que combatieron en la obsesión de desmantelar las instituciones del moderno estado mexicano, en busca del abismo de la modernidad global y la democracia como sinónimo del capitalismo financiero.

Ulises Ruiz Ortiz

Se acabó. Por eso hay ya cuatro aspirantes declarados y uno de ellos, José Narro, ya en campaña con renuncia prematura a su labor de investigador de la UNAM. Prematura, porque no hay todavía convocatoria. Y así puede recordar al recurso del método en la era hegemónica; ya sin la decisión inapelable del presidente de turno, sino con la de una nomenklatura reducida a la búsqueda  de sobrevivir a los errores propios y los que no pudo evitar en el ocaso del priato obsesionado con la falaz ley del péndulo sexenal y la entrega del poder al servicio de los dueños del dinero. José Narro merece mucho más que eso.

Tendrán que movilizar a los militantes de abajo, únicos que pueden recuperar la vocación de poder y la voluntad política que impidió durante más de medio siglo que la reacción disolviera, redujera al Estado a símbolo apenas. En fin. Ahí están ya Alejandro Moreno, gobernador de Campeche, activista y militante desde el sector juvenil; Ivonne Ortega, ex gobernadora de Yucatán,  política de raza que no espero permiso para lanzar su candidatura: Miguel Ángel Osorio político que llegó a gobernar su estado nativo y hacer carrera con el vigor de la herencia política de Hidalgo; líder de la oposición tricolor en el Senado, donde reclamó el logro de la concertación a favor del mando civil en la Guardia Nacional. Y embarcado en busca del retorno a Ítaca, Ulises  Ruiz, con el peso de su paso por el gobierno y la violencia de la CNTE, ahora enfrentada al gobierno de México.

Al de López Obrador a quien repudiaron los chiapanecos del EZLN. Y ahora ha acudido en Morelos  a las consultas de la democracia participativa que rechazaron los zapatistas en los terrenos del ferrocarril Maya. Después de cien días de gobierno de un solo hombre, lamentos del PAN y las prisas del PRI, llega la dura sentencia de la IATA. Y se oye la vieja canción: “El tren que corría por el ancha vía: muy pronto se fue a estrellar/ contra un aeroplano que andaba en el llano/ vuela y vuela sin cesar”.