A la mitad del foro: El retorno del retroceso


El presidente Andrés Manuel López Obrador

León García Soler

Hay asuntos vitales en las comunidades de lo que los combatientes de la era insisten en llamar “pueblos primigenios”. No lo digo porque sea incorrecto, ni siquiera socialmente como sería llamarlos “aborígenes”, o simplemente dejarlo en lo que fuera error de Colón y sus marineros y llamarlos indios. Como lo hiciéramos en nuestra tierra mestiza desde los criollos o polkos, o curros, o para revivir la etapa final del porfiriato: “fifíes”. Tal cual. Que hoy estamos en la Cuarta Transformación y ni a quien se le ocurra pensar en la cuarta República.

¡Viva Agustín I!, gritó el sargento Pío Marcha y empezó el combate intestino que siguió a la guerra Insurgente. Cosas del instante en el que nace y muere una república para acceder a su transformación en Imperio. Así sea el Primero de esta tierra que hubo de esperar hasta la intervención francesa para volver a tener Emperador. Paréntesis entre la victoria liberal de 1857 que nos hizo república radical y laica. A querer o no. Después de la Guerra de Diez Años y el largo combate contra las tropas conservadoras, auxiliares de los franceses que servirían a Maximiliano y finalmente lo dejarían hasta la hora del pelotón de fusilamiento en el Cerro de las Campanas. Y ahí vamos. Con breves lapsos de paz y largos años de guerra.

Criticado “homenaje” en el Palacio de Bellas Artes

Porque tras la restauración de la República hubo necesidad de hacer una revolución, la Revolución Mexicana, con mayúsculas, para restaurar la Constitución violentada por el Chacal Huerta, cuya foto aparecía hasta hace apenas unos años en la antesala de la secretaría de Gobernación, en la casona de Bucareli. Y eso a pesar de que el triunfo de la revolución constitucionalista no se conformó con restaurar la de 1824, sino se aplicó a debatir y aprobar la primera Constitución escrita que añadiera los derechos sociales a los individuales propios de las normas supremas hasta ese momento. No es poca cosa.

Y, además de los problemas y conflictos entre comunidades indígenas, persiste el combate por la tenencia de la tierra; y tan fiero combate como aquel, sigue el laboral, el de la lucha entre patrones y trabajadores; lucha de clases, así la dieran por desaparecida los de la tierna oligarquía que hoy se asusta con el estilo populista de López Obrador. Y el duro tránsito de una era colonial a insurgente; y de conservadora a una de liberalismo radical; y de ahí al positivismo de los científicos porfirianos; y a la Revolución creadora de instituciones, fuente del moderno estado mexicano. De la República federal, democrática y laica que somos. Bajo sitio de fuerzas opuestas pero unidas al tocarse los extremos ideológicos, que ellos mismos aseguran son sombras del pasado.

Hablaba de los conflictos continuos entre las comunidades, digamos campesinas para no llamarlas rurales y menos todavía primigenias. Pueblo mestizo el nuestro. El de “nuestras tres sangres”, que nos recordaba siempre Andrés Henestrosa, zapoteco que aprendió el Castilla con un vendedor ambulante sirio-libanés. Turcos les decían entonces y todavía, desde el sureste al que consultarán sobre el Tren Maya los de la “Cuarta Transformación”, hasta Sonora de donde vinieron los yaquis desterrados a Valle Nacional y los ideólogos de la revolución del norte, como Salvador Alvarado. Revolución armada y de ideas, la que siguió a los largos años de gobierno de Benito Juárez y la eternidad de la dictadura Porfirio Díaz.

El gobernador Alejandro Murat Hinojosa atestiguó la firma del acuerdo suscrito entre autoridades de Tamazulápam del Espíritu Santo y San Pedro y San Pablo Ayutla, región Mixe

Más de medio siglo de mandato oaxaqueño en el México que todavía oye a los hoy cruzados de la 4T hablar del color, de la piel pálida, como distintivo de las clases superiores frente a  los del común que han combatido en cada una de nuestras guerras revolucionarias. Y a veces damos demasiada importancia a los halagos zalameros de los cortesanos que siguen el modelo de los mexicas que llegaban ante Moctezuma, ante el Tlatoani, vestidos de mendigos, sin alzar la vista y repitiendo: “Señor, mí Señor, gran Señor”. Carajo, todavía olvidan las palabras del Voto Particular de Ponciano Arriaga. Y todavía dicen que Ignacio Ramírez, El Nigromante, era cristiano y creyente. Carajo, el autor de la frase radical en su primer discurso en la Academia de Letrán: “Dios no existe”.

Y en Oaxaca, vive Juárez el que sentenció firmemente: “El triunfo de la reacción es moralmente imposible”. No son llamados a misa las leyes de Reforma que liberaron las enormes extensiones de tierra “propiedad” de la Iglesia Católica, Apostólica y Romana; ni la liberación expresa en Registro Civil. Quienes no hayan dejado de pisar por un momento lo pavimentado, pueden fingir tolerancia al cerrar los ojos al hecho indudable de la carencia absoluta de presencia y derechos que significa no contar con el acta de nacimiento del registro civil. Y ahora ofrecen estaciones de televisión abierta a todas las iglesias. Bellas Artes se renta para el solemne acto religioso de la Luz del Mundo. Y el senador morenista Martí Batres asiste y sonríe beatíficamente al escuchar el evangelio cultural de la nueva era.

No todo el monte es orégano. El 13 de mayo de este 2019, el gobernador de Oaxaca, Alejandro Murat Hinojosa atestiguó la firma del acuerdo suscrito entre las autoridades de Tamazulápam del Espíritu Santo y San Pedro y San Pablo Ayutla, comunidades de la zona Mixe. Años de conflicto por la toma de agua de un manantial; el gobernador atendió al llamado de la ONU. Pero sobre todo a su obligación de servir a sus mandantes. No se trata de mandar obedeciendo, sino de reconocer quién manda. Y sobre todo, a quién asisten la razón y el derecho. Imposible olvidar eso en Oaxaca, donde se incendió el país con el movimiento magisterial, con la combatividad de la Coordinadora empeñada en recuperar y aumentar su control sobre las plazas y el manejo de los salarios.

Cosas que están lejos de ser de usos y costumbres. Ahí en Oaxaca tendrán que enfrentar la terca realidad el secretario de Educación Pública, Esteban Moctezuma Barragán, y el hasta ahora escribano-secretario de Seguridad, Alfonso Durazo. Años de tozudo activismo y marchas interminables en busca de un siempre elusivo acuerdo. Ese es el modo de hacer política de la sección 22, a la que ahora se añade la intempestiva alianza de Elba Ester Gordillo. La maestra milagrosa hizo un llamado a la unidad sindical, bajo su liderazgo con el signo o sello que guste. Y mientras los de la Coordinadora escuchaban en silencio el llamado de “la luchadora”, encerraban a la mayoría de legisladores de Morena en la sede del Congreso, o impedían el acceso de las huestes de la 4T que estrenan la hegemonía bajo voto de obediencia: Hay que esperar la aprobación de los trabajadores del sindicato, les diría el que madruga.

Y como siempre hay uno que no se acuesta, la reforma de la dizque reforma peñista pasó entre sesiones de la Permanente y sesiones extraordinarias de seguimiento inmediato de ordinarias. Y el Día del Maestro, los de Oaxaca salieron a la calle. Y no marcharon solos, a pesar del ambiente envilecido en la CDMX que alguna vez fuera la región más transparente del aire. Hubo maestros de otras secciones. Y al paro de tres días seguirán paros sucesivos hasta llegar al paro nacional. Y para preguntar en voz alta a los del encuentro de madrugada: ¿Quién manda aquí? ¿De veras es el gobierno de un hombre solo?

Ojalá no responda Marcelo Ebrard, o invite al yerno de Trump a fijar linderos del Bravo al Suchiate.