A la mitad del foro. Cero más cero: Cero


El presidente Andrés Manuel López Obrador

León García Soler

Quién iba a decir que en un súbito rapto de rebeldía Porfirio Muñoz Ledo daría un giro de 180º para revalidar la separación de poderes, la ley de secretarías de Estado y la norma que deposita el Supremo Poder Ejecutivo de la Unión en un sólo individuo que puede designar y remover libremente a sus secretarios de Estado. Y de paso, señalar que cada secretario ha de limitarse a atender los asuntos que la ley señala, a pesar de la orden presidencial de extender sus facultades a cuanta encomienda se le haga desde el Palacio Nacional.

O desde el elegante salón desde el cual dicta cada mañana la agenda informativa y la prolongación de la campaña política del cambio de era, de la institucional a la Cuarta Transformación. Ya ni siquiera se habla de la Presidencia de la República sino del Gobierno de la Nación. Cosas de la semántica y algo más. Algo como el lenguaje de la tecnocracia al alza que en el salinato impuso el uso de la política win-win, o la de “suma cero”. Algo así como lo escrito en la perinolas que al detenerse indican: “Toma todo”  o “Pon todo” o “Todos Ponen”. Ah, después del duro trance sucesorio del 88 había más de uno en la búsqueda del poder. Lejos quedó el tiempo del partido casi único; del tiempo en el que al anunciarse la alianza de dos partidos partiquinos, uno de los guardianes del templo sentenció: “No importa, cero más cero, da cero”.

Porfirio Muñoz Ledo

Y con la apabullante victoria electoral de Andrés Manuel López Obrador se redujeron a ínfimas fracciones todos los partidos que llegaron a ser gala democrática de un sistema plural de partidos. Por ese impacto celebraría el hoy defensor de la separación de poderes, el arribo del “año cero de la Cuarta Transformación”. Y eso que cuando despertó en el calor de Tijuana, el teórico Muñoz Ledo todavía estaba ahí. Y como no hay año cero en calendario alguno de todas las eras habidas y por haber, vinieron los primeros cien días de la transformación de la República en los pasos de López hacia el Este del Edén. Con todo y las invocaciones al amor cristiano y a la tolerancia del amor y paz, aún cuando se trate de violar la norma constitucional que declara democrática y laica a nuestra República. Y ahí vamos. Cada mañana escuchamos el sermón del progreso en puerta, digan lo que digan las cifras de expertos o calificadoras: “Yo tengo otros datos”.

Y el silencio se hace en la sala. Y pasamos de la defensa de la patria amenazada por los aranceles impuestos por Trump el Impostor, a la celebración de lo acatado por Ebrard el mil usos, del acuerdo con lo dictado en Washington para contener el paso de migrantes en la frontera sur y recibir a los que lleguen a pasar la frontera norte y atenderlos en nuestra tierra durante el tiempo que tarden sus jueces en aprobar o negar su solicitud de asilo. Y el milagro se hizo: Trump tuiteó unas líneas de reconocimiento al Presidente López Obrador porque “México está haciendo más de lo esperado”. Y si así no fuera, aumentaría el monto del castigo imperiosamente impuesto. Ay, señor Don Porfirio, “Pobre de México tan lejos de Dios y tan cerca de los Estados Unidos”, por mucho que en la nueva era esté el gobierno de México tan cerca de Dios y los predicadores religiosos de la dispersión moderna.

José Narro

Ya ni llorar es bueno. El Senado de la República aprobó en vertiginosa sesión el texto del Tratado que vino a sustituir al TLC-NAFTA. Al mal paso darle prisa. Y a enfrentar los riesgos de la dispersión de partidos políticos y la concentración del poder en un solo individuo, con el apoyo persistente de los fieles de Morena, el movimiento trasformado en muy poco tiempo en partido con registro del INE. El poder se ejerce o se pierde. Y de eso sabe mucho el profeta que navegó el desierto durante dos décadas y llegó a la tierra prometida en el instante preciso en que los partidos se desmoronaban y la pluralidad no alcanzaba a sumar ni siquiera dos. El PRI, el de las siglas del alemanismo y la institucionalidad incomprendida que acabó por devorarse a sí misma, llegó al borde del abismo y saltó. Envuelto en la bandera, uno que nunca militó en el del cesarismo sexenal y hacia gala de su condición distante. El suicidio colectivo con un penoso mensaje: imaginar que el desprestigio desaparecería con un candidato clonado que ondeara banderas de maromas anteriores.

Extraña travesía la del priato que llega con la pretensión de arribar al civilismo, como si Obregón, Calles, Cárdenas y Ávila Camacho hubieran sido graduados de academia militar y no pueblo en armas. En 1946 llegó la era de los universitarios bajo el mando de quien no combatió en la Revolución; pero se trataba de un político producto del constitucionalismo creador de instituciones; y el gabinete de lujo permitió el tránsito bajo el lema de “primero crear la riqueza y luego distribuirla”. Y la repartieron en las alturas. De ahí que al anunciar AMLO la Cuarta Transformación se destruyan las instituciones con la idea de acabar con la corrupción y se cumpla así, trágicamente, con la aspiración del llamado neoliberalismo: reducir al Estado hasta que nada quede y nada imponga reglamentación alguna al capitalismo financiero.

Ivonne Ortega

A querer o no, quedan restos del PRI apoyados por masas que durante más de medio siglo fueron clientela. Y beneficiarios inerciales de las instituciones erigidas en los largos años del nacionalismo revolucionario. Tanto así que el IMSS creado en el sexenio del avilacamachismo, es institución integrada por las cuotas de los trabajadores, las de los patrones y una inversión del 20% del gobierno de la federación. Y aunque el Presidente López Obrador tenga otros datos y afirme que no ha caído estrepitosamente el empleo porque no cuentan a los aprendices del programa de subsidios gubernamentales a las empresas privadas. Los cientos de miles de jóvenes no son asalariados ni pagan cuotas al Seguro Social. Son parte del ejército de trabajadores de la economía informal; con la oportunidad de aprender y ejercer un oficio, desde luego, pero todavía en la informalidad.

Algo así como los numerosos compañeros de viaje del priato tardío. Algunos de buena cepa, o nepotes de cuño papal: o graduados del sistema privado de institutos de educación superior, cuyo número y calidad aumentaron al inclinarse a la derecha los autonombrados herederos de la Revolución que acabaron por denostar a los que llamaron “nostálgicos del nacionalismo revolucionario”, al consolidarse en el poder político los oligarcas criollos. Sin los pesos y contrapesos en la separación de poderes, la Cuarta Transformación se inmovilizará a sí misma. Destruir las instituciones del estado mexicano moderno hará realidad la ambición de los neoliberales. Los que AMLO llama conservadores y en realidad son reaccionarios al servicio de los dueños del capital; de los del uno por ciento, postulantes de la reducción del Estado al papel de guardián de la plutocracia. Por eso habrá que seguir con cuidado el debate sobre la revocación del mandato como instrumento para el poder personal por sobre el estatal.

Alejandro Moreno Cárdenas

Ahí, en la discusión en torno a la revocación, se comprobó que por reducido que fuese el número de votos de las oposiciones, son suficientes por ahora en el Senado de la República para impedir la imposición de una mayoría, legal y legitimada por el voto popular, pero en situación de someter y erigirse en escala para una dictadura, para el mando autoritario de uno en perpetua campaña para ratificar su mandato en consultas populares a mano alzada.

El sistema plural de partidos depende ahora en gran medida, en elecciones democráticas; de la consulta directa a la base del PRI. O lo que del PRI quede tras la caída. El PAN sobrevivirá bajo el manto de única oposición auténtica. Bajo las sotanas de la intolerancia cristera y la multiplicación de aspirantes a la kakistocracia. La división del momento puede producir otro partido conservador, de veras, o de plano reaccionario. Monta tanto, tanto monta, Isabel como Fernando. Pero del PRI salieron los del liderazgo del mal llamado populismo, con Andrés Manuel López Obrador a la cabeza, a pesar del importante papel de Cuauhtémoc Cárdenas en el vuelco que trajera por fin la democracia formal al régimen de gobierno constitucional, de la no reelección absoluta y la democracia “real” como sucedáneo de la electoral. Ahí tiene que ser firme el dirigente de la IVT. Las voces que demandan la desaparición del IFE, son las voces de ranas pidiendo rey.

Desempleo en México

Lo del PRI ya está en marcha. Siempre bajo sospecha, habrá elecciones abiertas en consulta directa a las bases. Y ya estalló la guerra intestina. No la de una violencia más que todo deseada por los del honor al servicio de obrador y los que ya sujetaban el freno y el fuste de la generación que perdió el rumbo y el poder. Eran seis los aspirantes a la presidencia del CEN del PRI. Y dos los que disputarían la victoria en un proceso celosamente vigilado, en espera del juego de birlibirloque digno de la frase atribuida al general Jasso ante unas elecciones elecciones democráticas: “A la legalona perdemos, mí general”-

El ex rector de la UNAM, José Narro, inició rápidamente su campaña. Y más rápidamente todavía, presentó su renuncia para denunciar que se trataba de una elección amañada, arreglada por las cúpulas del partido. Buen rector y buen hombre, Narro nunca fue militante de las bases sectoriales. Militó más de cuarenta años y estuvo al lado de Luis Donaldo Colosio en la hora del discurso definitorio de su campaña y del trágico final del de Sonora. Recibió apoyo firme de Manlio Fabio Beltrones, quien no renunció al PRI, pero declaro que no votaría en estas elecciones de importancia vital. Quedaron entre los inscritos Ulises Ruiz, Ivonne Ortega, José Ramón Martel, Lorena Piñón y Alejandro Moreno Cárdenas.

Todos ponen

La única que podría haber disputado el triunfo a Alejandro Moreno Cárdenas era Ivonne Ortega. Era, porque las ventajas del de Campeche lo han puesto muy por delante en las elecciones. Tanto que de inmediato lo señalaron como presunto candidato de Enrique Peña Nieto. Y tras la renuncia de Narro y sus amargas declaraciones sobre “groseros indicios” de injerencia del gobierno federal, hubo quienes señalaran al Presidente López Obrador de intervenir a favor de Alejandro Moreno Cárdenas. AMLO negó la presunta intervención.

El de Campeche se ha reunido con diez de los doce gobernadores del PRI. Y sobre todo es militante de base desde los años juveniles. Con firmeza dice que no es hijo  de político y legítimamente pertenece a “la cultura del esfuerzo”. Y ahora va en caballo de hacienda , Alejandro Moreno Cárdenas..