A la mitad del foro: Comunicación y conocimiento


Donald Trump

León García Soler

 Creo en el poder de la palabra. Creo en el poder inconmensurable de la palabra escrita. Tal vez por eso, sobre todo por eso, acepte la generosa invitación a recibir un premio de periodismo por “Trayectoria”. En la hora amarga del imperio de la pos verdad y la mentira como instrumento de la pasión de mandar de Donald Trump. Y de la amenaza del fascismo resurgente en Europa, en Asia, en la América nuestra. En la hora del triunfo arrollador del sufragio efectivo en nuestra transición en presente continuo. Y de la desigualdad perenne que padecemos con más de cincuenta millones de mexicanos en la pobreza.

Jair Bolsonaro

Toda pobreza es extrema. Y el sometimiento de la política al servicio del capital, del capitalismo coronado como el sistema sin par para producir riqueza, pero no para distribuirla, ha puesto al mundo entero en retroceso a la pesadilla del odio a la otredad, de la ira y la desesperanza que estalla en desaliento, desprecio y hartazgo con los que hacen como que hacen política, con los partidos sin los cuales no es posible la democracia electoral. La adoración de la mentira; la aceptación del chivo expiatorio, del envilecimiento del lenguaje y de la barbarie vestida de seda. Trump montado en el Muro símbolo del aislacionismo, de la xenofobia, de la mentira multiplicada una y mil veces a través del twitter y la red infinita del mundo mágico digital.

Marchas nómadas de miserables cruzan hoy el territorio mexicano. Y el Mediterráneo, el Mare Nostrum, es tumba para multitudes que intentan cruzarlo y encontrar asilo, trabajo, salud, futuro, en la Unión Europea. Cuna de la libertad, igualdad y fraternidad en la que hoy se imponen los neonazis, así sea en Hungría o en Italia. No hay espacio a salvo.

Lula Da Silva

En Brasil, la tierra del futuro que decía Stephan Zweig, Lula está en la cárcel; y a las puertas del poder está Jair Bolsonaro, criatura de la ultraderecha que crítica a los golpistas por haber torturado y no matado a los opositores.

No es este el momento para debatir lo que se resolvió en la urnas el 1º de julio. Pero el anuncio de la Cuarta Transformación obliga a ejercer el oficio de periodistas, a reconocer la importancia de las instituciones del estado moderno mexicano, obra del duro y portentoso siglo XX. El de la Revolución Mexicana que, como dice Friederich Katz, llegó al fin del siglo viva en el imaginario colectivo como signo de identidad de México y los mexicanos. Si se disolvió en menos de dos décadas el sistema plural de partidos, habrá que reponerlo en el único terreno propicio a la auténtica unidad: el del conocimiento, el de la comunicación, el de la palabra.

La palabra escrita decía al iniciar este ensayo. Dicho sea con respeto al verdadero significado del término, ensayo, intento, búsqueda de la palabra que nos une. Y de la libertad de pensamiento. La mayor, la primera de las libertades, pero imposible sin la libertad de expresión. De ahí la fuerza y el riesgo de la comunicación sin límites en el universo de lo digital, de la red tejida por la generosidad científica de quienes ofrecieron un nuevo mundo a la comunicación, de imágenes, de ideas, de información. Particularmente, de información, que como ustedes saben no es sinónimo de conocimiento.

Barack Obama

Lo mío, lo nuestro, es ejercer el oficio de periodista. Oficio, como el de los “pájaros de oficio carpintero” que nos regala Ramón López Velarde en la Suave Patria y entre “el verde relámpago de los loros”. Gran compromiso hay en ejercer ese oficio. Por el poder de la palabra. Y porque representa, asume, hace suya la libertad de expresión. De Sócrates a Vico, de Platón a Kant y Hegel, de Marx a Gramsci, de Tomás Moro y Campanella a Maquiavelo. Y hasta encarnar en el “Príncipe Electrónico” del poder mediático espectacular ante el que se han puesto de hinojos quienes hoy se ocupan de la cosa pública.

Tan lejos, tan distante del debate en la hora decisiva de la Revolución Francesa en la que el grito de ¡Ciudadanos a las plumas! Fue eco y sentido al llamado a las armas, a nombre y a favor de los Derechos del Hombre y del Ciudadano. Nada menos. Sin libertad de expresión de nada sirve la libertad de pensamiento. Aunque sea fuente de todo lo que somos y de todo lo que hemos hecho. El pensamiento que no se expresa, mal puede traducirse a un derecho, al estado de Derecho, al Imperio de la Ley.

Isaiah Berlin

Cuál es el estado de esa libertad. Cómo puede expresarse la palabra libre en el terremoto de la crisis global del fin del pasado; en el caos que preside el nacimiento de un nuevo sistema, de un renovado mecanismo de pesos y contrapesos, de layes y normas que sean garantes de libertad. “Sin ley no hay libertad”, dice Isaiah Berlin. Y el desplome económico, la falla fatal del flujo de capitales sin regulación alguna, le han dado la razón al gran pensador nativo de Riga, catedrático de Oxford, formidable pensador, liberal de veras, defensor y expositor de la palabra libre. Con el sismo de la desigualdad surgió el talento retórico de Barack Obama. El orador que dio la gran sorpresa con “la resurrección del poder de la palabra”, escribió Simon Schama en The Guardian del ya distante 20 de enero de 2009.

No se trata de meros recursos discursivos, sino de la convicción de que las palabras son hechos. Por eso pudo Obama alentar a nuevas generaciones a la acción política. A tantos desalentados, desilusionados, disgustados, hartos de la política y los políticos. “Pero nada de eso hubiera servido sin haber hecho la más simple de las cosas: decir la verdad”, asegura Simon Schama. Y no se equivoca, Aunque hoy se ha impuesto la mentira de Trump y el hartazgo haya sido capitalizado por los dueños del dinero, los del 1%, los de arriba, a quienes el gesticulador redujo un 45% el impuesto sobre la renta.

Ya estamos en el reaccionar político del tejido de la red llena de agujeros. Y en el lamento y crujir de lo que la crisis desmanteló y la desigualdad a la que nos condena. Al borde el abismo. Al filo del ojo del huracán, la prensa escrita recupera aliento y esgrime la palabra escrita con la fuerza del que fuera alguna vez llamado el Cuarto Poder. Respuesta a la falaz “verdad alternativa” del tartajeo de Donald Trump. Al otro lado del Rio Bravo, meta de los migrantes hondureños, salvadoreños y nicaragüenses, el discurso del odio mueve a la locura criminal del fanatismo que manda cartas-bomba por correo a los opositores y a la CNN. Los medios de la prensa son “enemigos del pueblo”, sentencia el de la Casa Blanca.

Caravana…

Algo más habrá que hacer en las aguas turbulentas de la confusión entre información y conocimiento, comunicación y difusión del pensamiento libre por medio de la palabra escrita. No hay respuesta en el ágora electrónica. La información digital en la vasta red no alcanza todavía el valor de mercado que supla al de los anunciantes. Otras son sus fuentes de ingresos multibillonarios: la distribución de los gustos, necesidades, recursos y aspiraciones del universo de usuarios. Sin límites, sin excluir el aparato político electoral del mundo y las listas de electores, así como sus inclinaciones en el centro inane.

Ahí está el escándalo de la intervención rusa en la elecciones presidenciales del vecino todopoderoso del norte. Ya se aclarará el cómo y porqué del enlace Trump-Putin. Por lo pronto, los anunciantes desaparecieron entre dudas y ambiciones ignaras de los dueños de grandes rotativos. Prensa tan notable como Le Monde y El País tampoco fueron inmunes al contagio de la pandemia que vino con la apuesta a favor del poder financiero, de la economía casino en la que la prensa escrita, impresa en papel, llegó a ser vista como ficha menor en el tablero de jugadores que se subliman al perder el valor de la palabra.

Un descanso en Huixtla, Chiapas

Unas palabras acerca de la llamada prensa gratuita, Hoy más que nunca en duda al brotar los mal llamados “candidatos independientes” en la contienda electoral que vio el triunfo arrollador de Andrés Manuel López Obrador y confirmó que, si acaso, son candidatos sin partido los que dependen del dinero y el poder ajenos. Durante la Feria Mundial celebrada en Nueva York, respondería un inmigrante italiano, triunfal dueño de una gran boleria de zapatos a espaldas del Waldorf Astoria, a quien preguntaron qué era lo más importante que había aprendido en el nuevo mundo: “There’s no free lunch”. Y efectivamente, nada es gratis.

La gran marcha de centroamericanos que avanza y espera llegar a Oaxaca para decidir si solicitan asilo en México, individualmente, ad hominem, como dijo Alfonso Navarrete Prida, secretario de Gobernación del gobierno que se va. O siguen hasta enfrentar a las fuerzas armadas de Donald Trump, señor de las mentiras que asegura hay terroristas del Medio Oriente infiltrados entre los migrantes. La consulta sobre el aeropuerto en obra y siempre en duda, tampoco será gratis para vencedores y vencidos del milagro democrático en transición anticipada.

Lo importante es el poder de la palabra escrita, impresa y distribuida libremente; ejercer el oficio de periodistas, responder fielmente al qué, quién, cómo, cuándo, dónde y porqué. Ser testigo comprometido y obedecer la consigna de Bergamín: “Soy subjetivo porque soy sujeto. Si fuera objeto sería objetivo.”

Creo firmemente en el poder de la palabra, En el futuro luminoso de la prensa regional. Porque toda fue regional en el principio. Y porque no se equivocó Tip O’neil: “Toda política es local”.

Ryzard Kapuscinski, el gran reportero, gran escritor polonés, cita a Novalis en un epígrafe de su obra, Viajes con Herodoto. Y dice Novalis: “Toda memoria es presente”.