La Tía Justa: Los judas del PAN


Dolores Padierna

Adrián Trejo

Ora si sobrinas y sobrinas, vayan por café y galletas que el chisme polaco está a todo lo que da.

Seguro ya saben cómo estuvo el asunto de la elección de la mesa directiva del Senado para el último año de la actual Legislatura.

Si no lo saben, porque andaban de compras en Nueva York, Dubai, Madrid, Londres o juntando lo de la tanda, no se preocupen, aquí se lo sintetizo.

Al inicio de la semana pasada, el coordinador de los senadores del PRI, Emilio Gamboa Patrón, anunció que su partido se quedaría con la presidencia del Senado y con la de la Junta de Coordinación Política, la Jucopo, que es en donde se toman las decisiones importantes.

El anuncio de Gamboa puso a panistas y perredistas literalmente a berrear, pues una “práctica parlamentaria’’, es decir, una ley no escrita, impedía desde 1997 que un partido político se quedara con las dos posiciones más importantes.

Emilio Gamboa

El colmilludo líder tricolor siguió atizándole al fuego hasta que tuvo que sentarse a negociar con los panistas, que reclamaban una de las dos posiciones.

El miércoles pasado, durante el último día de trabajo de su XI reunión plenaria, los senadores del tricolor dejaron correr la versión de que una de las suyas –o sea, una legisladora, no “de las suyas’’-, sería la presidenta, Graciela Ortiz.

Pero el zorro que es Gamboa, cambió la jugada al día siguiente; ofreció al PAN la presidencia de la mesa directiva en tanto que el PRI se quedaba con la Junta de Coordinación Política.

Nada mal, ¿verdad?

Ma. de Los Ángeles Moreno

Los panistas se juntaron todos en su saloncito para votar a quien iban proponer para presidente; se propusieron dos nombres, el de las senadoras Laura Rojas y Adriana Dávila.

Con la resolución fueron a ver a Gamboa, que nomás les dijo: pérenme tantito, voy a consultarlo con mis 55 senadores.

Y fue –o hizo cómo que fue-, y regresó con los panistas a decirles que su bancada nomás no quería a ninguna de las dos.

¿Por qué? Pues por una sencilla razón; no querían que una mujer panista presidiera el Senado porque pasaría a la historia como la segunda legisladora en ocupar esa posición que sólo ha detentado otra mujer, María de los Ángeles Moreno, en el 1999-2000.

Los panistas se hicieron bolita –estaba lloviendo y hacía frío- para votar otros nombres sin enterarse que en otro salón, el viejo lobo de tierra que es Gamboa ya le estaba envenenando la manzana a un panista de convicciones flácidas: Ernesto Cordero.

Quién $abe que les haya ofrecido, pero Gamboa logró que Cordero, Javier Lozano Alarcón, Roberto Gil Zuarth, traicionaran un acuerdo tomado por la Comisión Permanente del PAN y ratificado por la fracción parlamentaria de oponerse no solo al nombramiento del fiscal-carnal, sino de aquellos intentos priistas por apropiarse de la Cámara Alta.

Ernesto Cordero

Gamboa hizo su trabajo; les habló al oído a estos panistas pero no sólo eso, utilizando sus artimañas de encantador de serpientes también convenció a los de Morena y del PRD que apoyaran a Cordero para hacerlo presidente del Senado.

Y si, Cordero es ahora flamante presidente; sus compañeros lo tildaron de traidor, junto con Lozano Alarcón, al que bien puede aplicarse aquella frase dicha por la deidad de la comedia, Groucho Marx: “Estos son mis principios. Si no le gustan, aquí tengo otros’’.

Seguramente el PAN no aceptará tal afrenta y expulsará a los traidores.

Pero será demasiado tarde; el daño está hecho y justo con esas traiciones o deserciones el PRI acabala los votos necesarios para sacar la Ley Orgánica de la nueva Fiscalía General y, por supuesto, la cereza del pastel que es el pase automático del actual procurador, Raúl Cervantes, a fiscal general, a lo que se oponía no sólo el PAN y el PRD, sino más de un centenar de organizaciones civiles que incluso el miércoles pasado realizaron una manifestación en el Ángel de la Independencia.

Gamboa ganó una partida importantísima para su partido y para el gobierno que parece ser el más interesado en llevar a Cervantes a la Fiscalía.

Roberto Gil Zuarth

¿VICIOS Y VIRTUDES?

Y de paso, el priista exhibió no los viejos modos de hacer del PRI, sino la falta de convicción que tienen los panistas así como los pleitos internos que harán que esté partido llegue –si llega-, totalmente desmadejado a las elecciones del 2018.

Y respecto al PRD, que sólo cuenta con una docena de senadores, es probable que cuando usted tenga en las manos este ejemplar –o sea la revista-, se haya quedado con 8 o 10, pues comenzando por su coordinadora, la ínclita Dolores Padierna y algunos más, hayan dado el chaquetazo –eso quiere decir cambiar de chaqueta, háganme el favor de no confundirse-, para unir sus carnes al proyecto de Morena y su dueño, Andrés Manuel López Obrador.

¿Por qué esta dama, luchadora desinteresada –ajá por la democracia y el bienestar de los mexicanos –ajá ajá-, tendría que dejar al partido que le dio todo –y todo es todo- para migrar a otro nido?

¿Acaso quiere exculpar sus pecados porque descubrió que el camino a la luz pasa por la casa de López Obrador, el único político capaz de convertir a un delincuente en mensajero de la paz?

¿O será que ya no tiene futuro en el PRD porque su corriente –o sea, su fracción, no hablamos de ningún familiar o algo parecido-, Izquierda (dizque)Democrática Nacional ya ni siquiera pinta en el partido?

¿Cuántos votos –o millones- le puede sumar a la campaña de López Obrador la dupla Bejarano-Padierna?

Nadie sabe, nadie supo, que sus calzones –los de ustedes, porque los señores usan fino-, son de la Conasupo.

Sobrinas y sobrinos, si tienen agua, ya saben qué hacer.

Bye.

Javier Lozano