Ubaldo Díaz
La democracia mexicana, la más costosa del mundo, con resultados que dejan mucho que desear, todos cuestionan su trabajo, “vigilan los procesos electorales”, pero cómo cobran. Para las elecciones del 2018, pidió una partida de 25 mil millones de pesos, una presupuesto del mismo nivel que el que tiene la Universidad Nacional Autónoma de México, sólo que ésta tiende la educación de medio millón de estudiantes.
Pero el INE ya resolvió que se rebasaron los topes de gastos en las elecciones de Coahuila y con eso se perfila a la cancelación de los pasados comicios.
Sin embargo, todo indica que a Ricardo Anaya no le alcanzará para que se cite a nuevas elecciones, y prueba de ello es que el Presidente Peña Nieto recibió en los Pinos al gobernador electo, Miguel Ángel Riquelme.
PRI y PAN acudieron al Tribunal Electoral de Poder Judicial de la Federación, los tricolores defienden lo que ganaron y los azules para insistir que ellos fueron los triunfadores. Por lo pronto el INE volvió a quedar como el cohetero, no dio gusto a nadie, porque también los de Morena se inconformaron por el fallo de que en el Estado de México no se rebasaron los gastos. Lograron anular poco más de 500 casillas, que serán sometidas a un nuevo conteo pero no alterara el resultado, pues Alfredo del Mazo fue el triunfador.
Así es la historia electoral de nuestro país: nadie queda conforme con su derrota y muchas veces lo que pretenden es sembrar desconfianza en las instituciones electorales porque no presentan pruebas que acompañen a sus acusaciones, como regularmente lo ha hecho Morena de Andrés Manuel López Obrador.
Del 2006 a la fecha, cada vez que hay elecciones locales y ferales los perdedores no quedan conformes y aprovechan cualquier recoveco legal para reclamar su triunfo o declarar fraudulentos los comicios. Muchas veces vemos que sólo siembran desconfianza y desacreditan el sistema electoral, además de culpan al INE de todos los males.
Así fue en las pasadas elecciones de junio en Nayarit, Estado de México y Coahuila. En el primer estado no hubo reclamos. Los ganadores (PAN-PRD) derrotaron al PRI y sus aliados, que aceptaron su derrota. Sin embargo, en los otros dos estados, los resultados no les favorecieron y levantaron la voz para gritar que hubo fraude y que los ganadores del PRI hicieron trampas.
Se han hecho diferentes reformas al sistema electoral, pero ninguna ha servido para la transparencia y legalidad que quieren ver los perdedores, que sólo acusan pero no presentan pruebas y mucho menos tienen la civilidad política para reconocer su derrota y levantarle la mano al ganador.
¿QUIÉN TIENE LA RAZÓN?
El secretario de Comunicaciones y Transportes, Gerardo Ruiz Esparza, arropado por el líder priista, Emilio Gamboa, en su comparecencia ante los legisladores en el Senado de Pablo Escudero, les dejó en claro que la principal responsabilidad de su dependencia es llegar a las últimas consecuencias en el caso de socavón y evitar que haya impunidad. Pero el gobernador Graco Ramírez culpa directamente al funcionario, pues dice el mandatario de Morelos que él le comunicó que el tramo carretero tenía desperfectos. Ambos dicen tener la razón.
Obviamente tendrán que esperar los resultados de la Secretaría de Función Pública de Arely Gómez para conocer quiénes son los culpables, sean servidores públicos o empresas y obligarlos a asumir su culpa, pero nadie cree que ellos vayan a ser los culpables, siempre habrá un funcionario menor para culparlo y pague los platos rotos.
Que no se solapará a nadie, trátese de quien se trate, pues la SCT no los encubrirá. Bueno, el tema desnudó datos de testigos que direccionan negligencia del gobernador Graco Ramírez y del propio titular de la SCT.
UN PAN INFLADO Y DIVIDIDO
El PAN inflado y divido. La euforia presidencialista de Ricardo Anaya, quien le apostaba a triunfar en Edomex, Coahuila y Nayarit, está por agotarse. Todo parecía un camino lleno de flores, directo a Los Pinos con el gane de 7 gubernaturas en 2016, se le está convirtiendo en un túnel sin salida al joven maravilla.
Al queretano todo se le complica. Logro medio salir de las acusaciones de sus gastos millonarios -no totalmente aclarados por sus viajes a EU-, a donde tenía viviendo a su esposa e hijos; enfrentado con Margarita Zavala, Rafael Moreno Valle, los senadores Ernesto Ruffo Appel y Juan Carlos Romero Hicks, y con el ex canciller Ernesto Derbez por portar la doble cachucha de dirigente nacional del PAN y precandidato mayor panista para el 2018.
Anaya se había mantenido con actitudes entre cínicas y ni los veo ni los oigo y su verborrea triunfalista falsa. Repitiendo una y otra vez, ese engorroso discurso de los “mexicanos estamos mal”, el “país no camina” adecuadamente. Ciento de miles de spots se han escuchado por todo el país, le han pedido piso parejo, pero él se hace el desentendido.
