Trump vulgarcito


Miguel Marín Bosch/La Jornada

Cuando pensábamos que la insólita campaña presidencial en Estados Unidos había tocado fondo tras el primer debate entre Hillary Clinton y Donald Trump, el 26 de septiembre, el pasado viernes The Washington Post se apresuró a decirnos que no era cierto. Difundió un video de 2005 en el que Trump habla de forma indecente y vulgar acerca de las mujeres. Confieso que nunca me imaginé que The New York Times publicara en primera plana (como lo hizo el sábado) palabras tan soeces como las que salieron de la boca del candidato presidencial republicano.

Han sido unas semanas de intensa y sorprendente actividad política en Estados Unidos. En ese primer debate Trump empezó bien, pero luego se descarriló cuando Clinton empezó a provocarlo. Además, dejó en claro que no había hecho su tarea y no se preparó para el debate. Clinton, en cambio, mostró que conocía bien los temas, aunque para muchos sus intervenciones fueron aburridas. Al final, Clinton le lanzó un dardo a Trump al referirse a los insultos que le había dirigido a Alicia Machado, la venezolana ganadora del premio Miss Universo en 1996, cuando el propio Trump presidía dicho certamen.

Trump se pasó varios días obsesionado con el tema, cosa que desesperó a los dirigentes de su campaña. Pero cada vez que uno piensa que Trump se va a concentrar en los asuntos de fondo, surge algo que desvía la atención del candidato republicano. Con ello va cayendo en las encuestas. ¿Cómo explicar lo anterior?

Personas que conocen a Trump desde que vestía de pantalón corto aseguran en entrevistas que no ha cambiado. Sigue siendo malcriado, abusivo, mentiroso, egocéntrico, intolerante, dogmático, interesado en el dinero, poco culto y capaz de cualquier cosa para llamar la atención.

En el segundo debate, que se llevó a cabo el domingo pasado, Trump estuvo mejor y pudo sobrevivir políticamente. Fue un pequeño milagro, ya que dos días antes The Washington Post había difundido el video de 2005. Logró que se hablara del asunto apenas unos cuantos minutos de los noventa que duró el debate. Para entonces muchos republicanos ya habían denunciado a Trump y parecía que lo iban a sustituir como candidato a la presidencia.

Pero Trump logró hacer algunos planteamientos atinados mientras Clinton estuvo un poco distraída. Quizás estaba incómoda porque Trump había invitado y sentado en primera fila algunas mujeres que en el pasado habían acusado a Bill Clinton de acoso sexual.

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El hecho es que, contra todos los pronósticos, Trump ha logrado sobrevivir un escándalo que hubiera hundido a cualquier otro político.

En esta semana las cosas han cambiado radicalmente para el magnate. Los ataques en su contra se han multiplicado. Paul Ryan, el líder de la mayoría republicana en la Cámara Baja, ha denunciado a Trump, y un creciente número de senadores y diputados republicanos también se han distanciado de él. Algunos grupos religiosos han hecho lo propio.

La prensa en general lo detesta. Y Trump tiene razón cuando se queja del mal trato que recibe de algunos medios de comunicación. Pero también es cierto que se la pasa insultando a periodistas y soltando frases impropias de un candidato serio a la presidencia de su país.

No pocos republicanos sin duda esperan que Trump pierda en noviembre, para luego reconstruir su partido sin él. Habrá que ver si Trump logra sobrevivir hasta noviembre. Su eventual fracaso político tendrá un impacto duradero en Washington. No es descabellado pensar que los demócratas logren mayoría en el Senado y quizás hasta en la Cámara de Representantes. Se dice que hay muchos republicanos que irán a las urnas para emitir un voto de castigo contra Trump y todo aquel candidato que haya buscado su apoyo.

La situación de Hillary Clinton en las encuestas ha ido mejorando en estas últimas semanas. En cierto sentido ha tenido suerte de que su contrincante sea Trump. Ella no ha logrado despertar el entusiasmo entre el electorado, sobre todo los jóvenes, como hizo Barack Obama en 2008 y 2012, y como hizo este último año el senador Bernie Sanders.

Clinton también ha sido muy criticada por su manejo del correo electrónico del Departamento de Estado. También se le tacha de oportunista, al hacer suyas algunas propuestas de Sanders, incluyendo su ahora oposición a los tratados de libre comercio.

La campaña de Clinton ha sido gris, pero es la única alternativa a Trump que tiene el electorado estadunidense. En un año, el abanderado republicano ha logrado algo que se antojaba imposible: destruir uno de los principales partidos políticos de Estados Unidos. Es más, ha causado un cortocircuito en el orden político de Washington. Ha parado de cabeza al Partido Republicano y ha cambiado la forma de hacer política en ese país.

En un principio muchos dudamos de que Trump tuviera éxito. Pero ahí sigue pese a sus reiterados intentos por autodestruirse con propuestas descabelladas o comentarios impertinentes. Esta última semana ha declarado la guerra a todo republicano que deje de apoyarlo. Ha dicho que los castigará cuando sea presidente. Pronto veremos el final de la película.

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