Eduardo Ruiz-Healy
“Se calcula que vamos a vacunar de este mes, del mes de enero a más tardar al mes de abril, a 15 millones de adultos mayores”, aseguró ayer el presidente Andrés Manuel López Obrador durante la conferencia de prensa en donde, por fin, se dio a conocer un plan logístico, el que empezó a funcionar ayer mismo con el objeto de distribuir y aplicar 439 725 dosis de la vacuna Pfizer a médicos, enfermeras y otras personas que trabajan en los hospitales Covid del país. Si las mermas de dicha vacuna se pueden mantener en un máximo de 10% podrán ser vacunadas 395 752 personas.
Fue el secretario de la Defensa Nacional, Luis Cresencio Sandoval, quien explicó con lujo de detalles el plan que diseñaron los militares expertos en logística que trabajan bajo sus órdenes.
Hay que reconocer que es y será muy complicado distribuir y aplicar las vacunas anticovid a casi 100 millones de mexicanos distribuidos en todo el país. En vista de que la mayoría de las vacunas que se han desarrollado requieren de dos dosis por persona, algunas con un intervalo de entre 21 a 28 días, el plan que ayer se dio a conocer deberá volverse a ejecutar íntegramente dentro de 21 a 28 días a partir del primer día en que se empezaron a aplicar las 439 725 dosis menos el 10% de mermas.
El plan que ayer empezó a ejecutarse, como lo explicó Ballesteros, se escucha como algo fácil pero es de una gran complejidad.
Las 439 725 dosis llegaron a las 9 de la mañana de ayer al aeropuerto de la Ciudad de México. Una hora y media después, luego de pasar por la revisión aduanal del SAT y sanitaria de la COFEPRIS, fueron colocadas en vehículos de la empresa DHL y llevadas al INCAN, a donde llegaron a las 11:20 horas. Ahí, durante las siguientes dos horas se armaron los distintos lotes que serían enviados a todos el país y se recargaron con hielo seco las cajas desarrolladas por Pfizer para mantener las vacunas a una temperatura de -70 grados centígrados.
A las 13:20 horas las vacunas junto con los insumos necesarios para aplicarlas (jeringas, solución inyectable de cloruro, etc.) fueron enviadas por tierra a 69 hospitales Covid en la ciudad de México y a centros de distribución en Estado de México, Hidalgo, Morelos, Puebla y Tlaxcala y de ellos a losa hospitales Covid en cada uno de esos estados.
Las dosis que no fueron enviados a la CDMX y a los seis estados cercanos a ella fueron enviadas del INCAN a la Base Aérea No. 19 que se localiza en el Aeropuerto Internacional de la Ciudad de México, a donde llegaron a las 14:20 horas. 40 minutos después fueron enviadas a 31 ciudades en 25 estados del país.
Para ello, se diseñaron ser distribuidas por medio 8 rutas aéreas y de las 31 ciudades se enviarían las correspondientes a los hospitales Covid en cada estado. La distribución aérea concluyó anoche a las 23:30 horas.
Así, a partir de hoy el plan señala que en tres días se aplicarán las 439 725 dosis menos el 10% de mermas. Es decir que el viernes habrá concluido el plan.
Pronto sabremos qué tan exitoso o no fue el plan llevado a cabo. Ojalá lo haya sido porque ese es el patrón que deberá seguirse para lograr vacunar al 75% de la población y crear así el efecto rebaño o comunitario que se requiere para acabar con la pandemia.
SI LO HICIERON CON TRUMP, PODRÁN CON
OTROS QUE ABUSEN DE LA LIBERTAD DE EXPRESIÓN
Twitter: 91 millones; Facebook: 35 millones; Instagram: 24.6 millones; YouTube: 2.74 millones; Twitch: 152 100.
Los de arriba son los números de seguidores que hasta hace unos días tenía Donald Trump en cada una de estas redes sociales. A través de ellas, desde antes de ser candidato y hasta el viernes de la semana pasada, cuando sus cuentas fueron canceladas por las empresas propietarias de estas plataformas, el casi expresidente estadounidense insultó y humilló a sus adversarios, se mofó de diversos países (entre ellos México), distorsionó mil hechos, mintió una y mil veces (casi 25 mil desde que asumió la presidencia), promovió teorías conspirativas, difundió sus ideas racistas, sexistas y xenofóbicas, lanzó amenazas a diestra y siniestra, promovió el odio contra el islam, y explotó en su beneficio las profundas divisiones que existen en su país sin que le importara que, al hacerlo, contribuía a ahondarlas aún más.
Estoy seguro de que nadie, incluyendo el mismo Trump, jamás imaginó que las empresas tecnológicas se atreverían a cancelarle sus cuentas con el objeto de aislarlo de sus seguidores.
Pero lo hicieron.
Y fue el propio chiflado que dentro de ocho días desocupará la Casa Blanca quien les dio el pretexto y la justificación para hacerlo: el ataque contra el Capitolo en Washington, el miércoles pasado, que se dio después de que Trump le pidiera a sus seguidores que marcharan a la sede del poder legislativo para impedir que los senadores y representantes avalaran la elección presidencial de noviembre pasado que por poco más de siete millones de votos ganó el demócrata Joe Biden.
Ese día, Trump no solo les pidió que marcharan sino que les aseguró que él mismo iría al frente de ellos, lo cual fue una más de sus mentiras porque al terminar su discurso se subió a su camioneta blindada y se fue a la Casa Blanca, desde donde vio por la tele los hechos violentos que coronaron sus esfuerzos para invalidar la elección y quedarse otros cuatro años en el poder.
Además de cancelarle sus cuentas a Trump, las diferentes redes sociales están cancelándoselas a aquellos que defiendan sus falsedades, difundan mensajes de odio similares a los del presidente o amenacen de cualquier manera a los senadores, congresistas y demás políticos, sean demócratas o republicanos, que perciban como sus enemigos.
Nadie puede decir que Trump no se la buscó, porque desde hace meses arremetió, sin lograrlo, dañar y debilitar a las empresas tecnológicas, sobre todo a Twitter y a Facebook, después de que estas decidieran calificar sus mensajes que a su juicio eran mentirosos o manipuladores. Ahora, al verlo debilitado como consecuencia de sus propios errores y excesos, decidieron impedir los medios para comunicarse con sus millones de seguidores.
Después de lo que le ocurrió a Trump, cualquier gobernante alrededor del mundo debe ponerse a pensar dos veces la manera en que utilizará sus redes sociales porque si a través de ellas miente, desinforma, promueve la satanización de sus adversarios, manipula la realidad y abusa de cualquier maneras de su libertad de expresión para causarle un daño a otros, corre el riesgo de que sus cuentas sean canceladas.
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