¿Quiere anular su voto?


Jorge Alcocer/Reforma

Quienes promueven el voto nulo lo hacen con argumentos cargados de emotividad, sin medir los efectos que puede tener sobre dos asuntos cruciales: el registro de partidos, y más importante, la integración de la Cámara de Diputados.
Para medir es indispensable poner números en el análisis.
La lista nacional de electores es de 83’563,190 ciudadanos (INE, corte al 15/04/15).
La participación estimada por la encuesta que el INE encargó a la doctora Ana Cristina Covarrubias (marzo de 2015) es del 38%, eso equivale a un total nacional de 31’754,012 votos, que sería la «votación total emitida» (VTE).
Si los votos nulos representan el 8% de la VTE, alcanzarán la cifra de 2’540,321 (en 2009 fueron el 5.4% y en 2012 el 5%). A los nulos, por error o decisión del elector, hay que sumar los votos por candidatos no registrados (que también son nulos), que por la evidencia estimaré en el 0.2% de la VTE (63,508), para un total de 2’603,829 votos nulos.
A la VTE hay que restar los votos nulos para obtener la «votación válida emitida» (VVE), que siguiendo los números anteriores será de 29’150,183; esa es la cifra que cuenta para determinar los partidos que alcanzan, al menos, un 3% de la VVE y por tanto conservan registro. Con los números anteriores, para conservar registro se requieren, al menos, 874,505 votos.
Un primer efecto es que entre mayor sea el total de votos nulos aumentará la posibilidad de que los partidos chicos conserven registro. Veamos un caso hipotético: uno de esos partidos obtiene el 2.8% de la VTE, con la norma legal previa a 2014 perdería registro; pero gracias a la reforma de ese año, que establece que el 3% debe calcularse, para esos efectos, sobre la VVE (que descuenta los votos nulos) el 2.8% se convierte en 3.05%, el partido en cuestión salva registro. (Artículo 94 de la LGPP).
Pasemos ahora a ver el efecto que el voto nulo puede provocar en la integración de la Cámara de Diputados (2015-2018). Para hacer el cálculo hay que considerar otra base, denominada «votación nacional emitida» (VNE), que resulta de restar a la VTE los votos de los partidos que pierden registro, los votos por los candidatos independientes a diputados federales (22 en 2015) y los votos nulos.

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Supongamos que 4 de los 10 partidos nacionales pierden registro, y que en conjunto su votación represente el 6.3% de la VTE, es decir, 2 millones de votos, a los que debemos sumar los votos por candidatos independientes, que por economía de cálculo supondré que alcanzan 158,770 votos; hay que restar a la VTE 4’762,599 votos, para llegar a la VNE, que será de 26’991,413 votos; esa es la cifra que servirá de base para asignar las curules de representación proporcional, para lo cual, el número total de votos obtenidos por cada partido, que conserva registro, debe dividirse entre la VNE para obtener el porcentaje final de votación de cada partido. (Artículo 15 LGIPE).
Para estimar el efecto del voto nulo la inevitable referencia es el PRI, por ser el que en las encuestas aparece primero. Si el PRI alcanza el valor más alto que el Modelo Prospectivo de Voz y Voto (junio de 2015) le asigna: 33.6% de la VTE, lo que equivale a 10’669,348 votos, 39.5% de la VNE; tiene un incremento de 5.9 puntos porcentuales a su favor. (Igual funciona si el PAN obtiene ese número de votos).
Al partido con más votos la Constitución permite una sobrerrepresentación de 8 puntos porcentuales, por tanto el PRI (o el PAN) entraría al reparto de las curules pluris con el 47.5% de la VNE (39.5 + 8). ¿Cuántas pluris obtendrá? Eso depende de cuántos distritos haya ganado por mayoría; entre más diputados de mayoría gane, menos pluris tendrá y a la inversa.
En 2012, con el 39.9% de la VNE, el PRI obtuvo 163 diputados de mayoría y 49 plurinominales; si hacemos un cálculo elemental -pero válido- en 2015 podría obtener un total de 238 diputados, el 47.5%de 500; le faltarían 13 para alcanzar 251 (mayoría absoluta), para eso está el Partido Verde. Hay que hacer las cuentas.
Si los promotores del voto nulo tienen éxito, luego no se quejen.
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