Política Inconfesable: Nubarrones


Rodrigo Villar

El sistema económico-político imperante en México es producto de una imposición histórica desde el mercado más poderoso del mundo. Este aseveración no resulta en nada nuevo, más se relaciona con una verdad de Perogrullo. Pues la respuesta más lógica se vincula con la urgencia nacional por insertarse, desde hace tres décadas, al mercado mundial y no permanecer en el ostracismo de las barreras proteccionistas.

Como discurso justificatorio suena bien. Incluso es pretencioso porque nos traslada como economía –en el imaginario- al mundo global, donde las barreras no existen, y en el que se abre de extremo a extremo las puertas para la libre competencia.

Y es precisamente ahí, en la libre competencia donde nuestra economía se tropezó con mercados voraces, que aguardaban a la ingenuidad y mala fe de quienes impusieron el modelo neoliberal, para ser engullida por los grande intereses de la globalidad.

Al fin, con el ingreso a la ronda del GATT y la firma de mas de 40 tratados de libre comercio –iniciando con el norteamericano que en 1994 firmó con bombo y platillo el gobierno del país con  Estados Unidos y Canadá-, los mexicanos saciábamos las ansias de pertenecer al club de los ricos, lamentablemente con la economía mas dependiente de ese espectro de naciones.

Desde entonces el destino de nuestro país se marcó con el signo de la dependencia, la aceptación unívoca de un sistema económico que no libera sino esclaviza.

Sólo se abrió oportunidad a un reducido sector de la población, conformado por la clase empresarial y su cola, la política, con capacidad de inversión para los grandes y medianos negocios.

Generando la disparidad social que hoy arroja una realidad espeluznante: la mitad de la población (de un total de 120 millones de personas en México) viven en condición de pobreza. Y eso sólo, en sí, es un hecho que avergüenza, pero lo mas peligroso para la estabilidad del país es que nadie, ¡nadie! Ha sido capaz de detener el crecimiento de esta enorme escuela de pobres, en que se ha convertido nuestro país.

inconfesable  brecha entre ricos y pobres.

DISCIPLINARSE O RENUNCIAR

Por tal circunstancia, innegable para todos, las autoridades aquí en Oaxaca y en el país entero se enfrentan a una disyuntiva que implica el mantener el sistema económico, o renunciar a él.

No pretendo ser pesimista, no obstante los que hemos vivido en los últimos 30 años: el distanciamiento entre pobres y ricos (digo esto no como el rompimiento de una relación; ni pobres ni ricos han estado unidos nunca por un propósito común) a mi parecer seguirá ahondándose.

 inconfesable  ricos y pobres....

NO HA PASADO NADA, NI PASARÁ

Así conviene al sistema político-económico, y sin afán de ser pitoniso, puedo advertir que desde el núcleo del poder el destino de nuestra economía no variará. Las diferencias continuarán acrecentándose. Y la sombra de la pobreza se mantendrá cada día más cerca de la enorme mayoría que aún no toca.

Tan sólo imaginemos que en los próximos años decidiéramos como país, arrebatarnos de la tutela de Estados Unidos y de las potencias económicas. Las voces que siempre han defendido el estatus quo, emitirán un grito desgarrador a los cuatro vientos porque habríamos equivocado el rumbo, y los mercados nos castigarían sin piedad por tal acto de rebeldía.

Serían una decisión trascendental, si continuamos en la imaginería, nos daríamos la oportunidad de transitar por lo desconocido con la consecuentemente presión del Big Brother (el gran hermano), para castigarnos punitivamente y de paso hacernos regresar al redil de los países alienados y dependientes de sus políticas retrogradas.

Estamos en un ejercicio de imaginación, porque eso nunca sucederá, el sistema nos tiene cautivos y lo peor es que no ideamos más nada para liberarnos de sus garras.

Garras que sólo han producido má pobres, mas disparidades que hoy se reflejan con las reacciones virulentas de diversos sectores a la acción del gobierno por estabilizar y mantenernos en esa paz (cuasi porfiriana) que tanto gusta presumir a los dueños del poder político-económico.

Al día de hoy, lo que estamos viviendo son esos nubarrones cargados de agua, que presagian tormenta. Y en momentos tan revueltos lo que la razón llama es a la reflexión del cambio de paradigmas, o el cambio cosmético que alargue nuestras pesadillas