Política Inconfesable: Inmensa red de mentiras en campañas electorales


Rodrigo Villar

El drama nacional ya es tangible, todos los ciudadanos de a pie nos topamos cada día con una maraña de violencia institucional cotidiana que permea hasta en nuestros círculos cercanos y familiares.

Este fenómeno tiene un origen muy concreto en la injusticia que se manifiesta en el desproporcionado reparto de la riqueza, la corrupción rampante, la impunidad que se deriva de la omisión de las leyes que son cada vez mas selectivas y sólo benefician a muy pocos.

Y cuando nos referimos en este espacio a la injusticia, no exponemos que el mundo sea injusto per se. La injusticia se nos expone como una cultura de sometimiento y subyugación que los más poderosos alimentan para controlar las conciencias y la inconformidad social a través del uso indiscriminado de la fuerza.

Se ha integrado una estructura de control del sistema político- económico que sólo tiende a preservar y garantizarle vida al status quo. Y en ese perfecto engranaje caben un capítulo que además de costoso y demagógico, representa una burla para los habitantes de este país: las elecciones de candidatos al Congreso Federal, a nueve gubernaturas y congresos locales.

Al reflexionar en torno a lo que significa para nosotros, que los políticos se ostenten como los representantes de nuestros intereses y necesidades, caemos en la cuenta que no es así.

Nos percatamos que enarbolan banderas de hipócritas y mentirosas. Que solo se les ocurre visitar nuestras comunidades, pueblos o ciudades cuando se le ofrece que vayamos a emitir nuestro voto.

Los vemos sudorosas o sudorosos haciendo campaña, sonriendo, entregando gorras, playeras, botellines de agua, prometiendo que por ellos mejoran nuestras condiciones de vida. Eso si bien robustos y muy bien vestidos nos juran que si votamos por ellos todo cambiará.

 

Y todo es una vil mentira, nosotros no les importamos, a pesar de sus juramentos de que para ellos somos el motivo de su vida de servicio. Se autoproclaman como las madres y los padres que habrán de recurrir a salvarnos en nuestro permanente estado de desesperanza.

No se creen ni ellos mismos. Viven una vida de simulación con el pernicioso objeto de engordar sus absurdas riquezas (lo digo por el tamaño y la cuantía, pues ni en diez vidas podrán gastarse lo que vienen acumulando), de mantener sus privilegios y heredar a sus proles no solo el control de la política, de sus dineros, sino de dejarles como beneficiarios de sus posiciones en la política o las empresas que han construido abrigados en sus actividades corruptas.

Alrededor de los políticos y los empresarios se ha construido una cultura del engaño y la mentira que hoy mantienen en la postración al país.

Esa es la tragedia nacional. La verdad se ha alejado de nuestras vidas. Porque no hay tientas medias ni mentiras o verdades a medias, o es verdad o no lo es. En nuestras vidas cotidianas la mentira se presenta a cada momento, no somos capaces de actuar con honestidad ni lealtad para el otro que tenemos enfrente.

Entonces si observamos mas allá, al entorno de nuestros dizque representantes populares, si aquellos que se hacen llamar con mucho orgullo: políticos descubrimos un gran déficit en el trato con sus representados.

Todos los días que los partidos políticos tienen sus propios intereses, es decir su agenda política nacional, que depende del poder político para ganar multimillonarios contratos de publicidad –pagados con el dinero de usted y yo, porque se obtienen de los presupuestos públicos que todos estamos obligados a pagar-, y atiende, que no obedece, a los políticos, porque ambos defienden lo mismo: sus nefastos y enormes intereses millonarios, nos enteremos de declaraciones que nos hablan de que el país va bien, que en materia de macroeconomía tenemos el noveno lugar mundial.

¿¡Pero para quien va bien!? Esos es una mentira, es absurdo, tenemos escuchando mas de 30 años que la economía macroeconómica es un importantísimo sostén, que crecemos y somos más modernos.

Podremos seguir creyendo en eso. Podremos seguir creyendo en los políticos que solo se aparecen para pedirnos nuestro voto, y después ni sus luces. Es hora de que entendamos que somos unos imples objetos para ellos, que no les importamos, y que de seguir así este país dejará, en poco tiempo de tener viabilidad.