Gran Angular: Otra de corrupción e impunidad


Raúl Rodríguez Cortés

Los hermanos Francisco Javier Oscar Rodríguez Borgio, ex propietarios de los casinos Big Bola y con orden de aprehensión por el fraude cometido a Banamex y a Pemex a través de Oceanografía, han adquirido una millonaria finca en Sevilla, España, donde estarían permanentemente escondidos o al menos pasan ahí largas temporadas del año. Si están ahí ¿por qué no los detienen?

La finca se llama “La Caprichosa”, tiene 152 hectáreas y un cortijo de tres mil metros cuadrados, está ubicada en Gerena (Sevilla) y es descrita por las revistas de la alta sociedad española como una “coqueta” propiedad diseñada por el afamado arquitecto Aníbal González.

    Francisco Javier Rodríguez Borgio la compró en 3.9 millones de euros a los tres hijos de Joanne Hearst Castro, nieta del legendario magnate de la prensa estadounidense William Randolph Hearst.

En los de la campiña sevillana y la sierra norte, la finca forma parte, de acuerdo con los registros españoles de la propiedad, de una sociedad creada en Madrid por el propio Rodríguez Borgio, denominada Explotaciones La Caprichosa SL, constituida en mayo de 2013 y cuyos dos apoderados son el español Antonio Cañones Amarillo y el mexicano Rodrigo Aguirre Vizzuet.

Es probable que Rodríguez Borgio esté siguiendo el patrón de su primo y socio Ángel Isidoro Rodríguez, quien mucho disfrutaba que le llamasen “El Divino”, sobre todo cuando adquirió el Grupo Financiero Asemex-Banpaís, desde donde cometió diversos fraudes, incluidos los auto-préstamos que se hizo por 400 millones de dólares. Responsable de una buena parte de la quiebra bancaria de 1994-1995 que derivó en el multimillonario salvamento del Fobaproa, a costas del contribuyente, “El Divino” huyó y se escondió en España, hasta que la Interpol los detuvo en Palma de Mallorca.

    Citi Group detectó en diciembre de 2013 varias operaciones crediticias fraudulentas cometidas por su filial Banamex, a favor de la empresa petrolera Oceanografía. La PGR informó el 28 de febrero de 2014 que Oceanografía había defraudado a Banamex con un crédito a corto plazo por 585 millones de dólares, usando como garantía pagos que esperaba de Pemex, sustentados en documentos de cuentas por cobrar con firmas falsificadas.

Setenta y cinco por ciento de las acciones de Oceanografía son de los hermanos Amado Carlos Daniel Yáñez Osuna, y con un porcentajes que no está claramente definido, también tienen acciones Martín Díaz Álvarez y los hermanos Javier Oscar Rodríguez Borgio.

Por los fraudes detectados, la PGR tiene abiertos 44 procesos judiciales por delitos que van desde el lavado de dinero, falsificación de documentos, robo y compra-venta de gasolina, fraude fiscal y delincuencia organizada, entre otros.

El presidente de Oceanografía, Amado Yáñez Osuna fue detenido en Acapulco el 20 de octubre de 2014. En sus declaraciones incriminó a su principal operador financiero, Martín Díaz Álvarez, también presidente del Consejo de Administración de Caja Libertad, de quien se asegura que llegó a manejar las firmas gracias a las influencias de su tío Francisco Gil Díaz, ex secretario de Hacienda; del despacho de abogados y destacados cuadros del PAN, Diego Fernández de Cevallos Antonio Lozano Gracia; y de los hijastros del ex presidente Vicente Fox, los hermanos Manuel Jorge Bribiesca Sahagún.

Estos últimos habrían cabildeado (magos del tráfico de influencias) las licitaciones de Pemex a favor de Oceanografía, mientras que al ex secretario de Hacienda se le atribuye que, como consejero de Banamex, recomendó para presidente del Grupo Financiero a Javier Arrigunaga (operador del Fobaproa), quien habría facilitado los créditos para Díaz Álvarez, sin ser escrupuloso en el procedimiento.

Arrigunaga ya fue cesado de Banamex por el bombazo que el caso Oceanografía le ha asestado al banco y cuyos efectos aún no terminan.

Yáñez Osuna también acusó en la indagatoria UEIORPIFAM/AP/115/2014, a sus ex socios los Rodríguez Borgio quienes se asegura que se desprendieron de sus gasolineras (acusadas de comprar y distribuir combustible robado), para entrarle al negocio de Oceanografía, aunque mantuvieron sus casas de juego Big Bola.

GRAN ANGULAR  JAVIER RODRIGUEZ BORGIO...

EL PERMISO FALSO Y LOS SOCIOS

La concesionaria de juegos Big Bola, de los hermanos Rodríguez Borgio, con presencia en Boca del Río, Tlalnepantla y Querétaro, empezó a operar en 2005 con la licencia DGG723/1997, presumiblemente falsa, según se denunció en esta columna desde septiembre de 2010 (http://goo.gl/de2Pq6  ).

La licencia fue expedida el 18 de diciembre de 1997 a favor de Comercial de Juegos de la Frontera, con sede en Ciudad Juárez, comercialmente conocida como UNO y presidida por Miguel del Río Liquidano. Éste entró en conflicto con su socio Javier Rodríguez Borgio quien finalmente ganó el juicio civil que le dio la titularidad del permiso.

El permiso se supone falso porque su vigencia es permanente y la legislación correspondiente obliga a que las licencias sean por un determinado período; y porque cuando se hizo valer para amparar la operación de UNO y Big Bola en 2005, el funcionario que la firmó, Juan Burgos Pinto, en su momento jefe de la Unidad de Gobierno de la SEGOB, llevaba dos años muerto.

El caso es que los hermanos Rodríguez Borgio, con varios pendientes con la justicia mexicana por su presunta participación en el fraude de Oceanografía como socios de Amado Carlos Daniel Yáñez Osuna, siguieron con la operación de sus casinos y buscaron el respaldo de otros permisos.

Fue así que Big Bola se asoció con los hermanos Aguirre Vizzuett, hijos de Ramón Aguirre, quien fuera jefe del departamento del Distrito Federal durante el gobierno de Miguel de la Madrid,  para operar los permisos de su empresa Atracciones y Emociones Vallarta. ´

Ésta última fue vendida al empresario Julio Ordoñez Langarica, quien ha sido denunciado ante la PGR por haber “sobre vendido” más de cincuenta permisos para casinos, entre otros el Casino Royale de Monterrey, incendiado por Los Zetas en agostos de 2011. Entre tanto, Big Bola fue puesto a la venta, pero reapareció en el extranjero. Ya prófugo de la justicia, Javier Rodríguez Borgio realizó una importante inversión  en el hotel Sheraton de Panamá donde estaría por instalar el casino Big Siete, en sociedad con el ex presidente de ese país Ricardo Matinelli.

Por otra parte, Rodrigo Aguirre Vizzuet aparece ahora como administrador de la empresa radicada en Madrid Explotaciones de la Finca La Caprichosa que, le informaba aquí en la entrega pasada, es de los hermanos Rodríguez Borgio.

Parte de Explotaciones de la Finca la Caprichosa es la propiedad del mismo nombre que los Rodríguez Borgio le compraron a los bisnietos del magnate estadounidense de la comunicación William Rudolph Hearst por 3.9 millones de euros, en Gerena, Sevilla.

La Caprichosa estaba siendo amenazada por “impagos” a grado tal que, para salvarla, los bisnietos de Hearst tuvieron que vender sus caballos hispanoárabes e irlandeses, además de varias piezas de arte, para hacer frente a las indemnizaciones de los empleados que fueron despedidos.

Y es que la finca, entre muchos otros detallitos, cuenta con veinte recámaras, quince baños y una ermita en sus 152 hectáreas que incluyen un cortijo de tres mil metros cuadrados.

Los Rodríguez Borgio no son los únicos mexicanos que han adquirido propiedades de esta naturaleza en España. Ya son varios y allá los conocen como el mexican power.

 

Mexican power

  Así se refieren en España al grupo de mexicanos que han adquirido lujosas propiedades en lo que, acaso exageran, sería una contra conquista. Pero el valor de esas propiedades y los negocios a ellas asociados, sí remiten a muy importantes flujos de inversión en los que algunos llaman “la ebullición de las fincas prémiun.

Aquí le informe de la finca La Caprichosa, en Sevilla, que los hermanos Rodríguez Borgio, prófugos de la justicia, les compraron en 3.9 millones de euros a los bisnietos del magnate de la prensa norteamericana, William Randolph Hearst. No son, por supuesto, los únicos, sin que eso quiera decir que los otros tengan necesariamente pendientes legales.

El torero español Miguel Baéz “El Litri” (hijo) y su esposa Carolina Adriana Herrera, hija de la famosa diseñadora, llevaban un rato tratando de deshacerse de su finca “Los Guateles” en Aliseda, Cáceres. En 2012 parecía haber cerrado trato con un empresario francés vinculado al grupo Danone, pero la operación se le cayó.

Fue así que “ElLitri” decidió agotar todos sus contactos en América Latina y encontró a un interesado: el mexicano Alberto Bailleres. El segundo hombre más rico de México con una fortuna superior a los 13 mil millones de euros según la revista Forbes, se había convertido en el nuevo apoderado del diestro Morante de la Puebla y buscaba extender sus dominios por España.

De manera que el dueño del poderoso Grupo Bal, dueño de la mayor productora de plata del mundo, de almacenes (Palacio de Hierro), marcas prémium (Hermes y Mango), y muy importantes posesiones ganaderas, cerró la operación en once millones de euros.

Bailleres formalizó la compra venta en septiembre de 2014 de una hacienda de mil 400 hectáreas, idónea para la caza mayor y la cría de ganado bravo. El espacio, aseguran, ha dado cabida a la prestigiosa  ganadería de Fernando Domecq, mil reses de Zalduendo.

La finca tiene también un helipuerto que ordenó construir su primer dueño (Enrique Zóbel), valor agregado para un hombre que gusta de recorrer el mundo en su jet privado.

rrodriguezangular@hotmail.com , @RaulRodriguezC , raulrodriguezcortes.com.mx )