Gran Angular: Grilla, corrupción y negligencia.


Crisis ambiental en el Valle de México 

Raúl Rodríguez Cortés

La mayoría de los centros de verificación vehicular que operan en el país están fuera de norma y autorizan, en consecuencia, la circulación de vehículos con emisiones contaminantes que están por arriba del mínimo autorizado. Esta es, a no dudarlo, una razón más por lo que se ha disparado la contaminación ambiental en la zona metropolitana del Valle de México, hasta llevarnos a esta que duró tres días y que, venturosamente, fue levantada anoche.

Más allá de la corrupción en los Verificentros, donde todos hemos escuchado la opción de “con brinco o sin brinco”, es decir, el pago de un extra para superar la prueba, mayormente los propietarios de vehículos con más de diez años de antigüedad que pudieron optar por el holograma cero, está ahora el hecho de que no se ha respetado la norma oficial.

El 26 de noviembre de 2014, se publicó la norma oficial mexicana NOM-047-SEMARNAT-2014 con las nuevas características del equipo y el procedimiento de medición para verificar los límites de emisión de contaminantes de automotores a gasolina, gas licuado de petróleo, gas natural u otros combustibles alternos. Es la que hoy está vigente y que sustituyó a la rebasada NOM-047-SEMARNAT-1999, publicada el 10 de mayo de 2000.

La norma vigente (NOM-047-SEMARNAT-2014), establece en sus  numerales 8.16.1.1 al 8.16.2.3, que  el dinamómetro (el juego de cilindros en que se hace la medición de las emisiones del vehículo y que es una tecnología obsoleta desde hace 20 años en Estados Unidos y Europa), requiere de una calibración estática cada 24 horas y debe ser  auditado cada año por un laboratorio aprobado y acreditado, sin lo cual no podrá ser utilizado para verificar las emisiones. Además, el dinamómetro debe someterse a otra una calibración dinámica cada 30 días o cuando no se apruebe la calibración estática y debe ser auditado cada seis meses por un laboratorio aprobado y acreditado conforme a la Ley Federal sobre Metrología y Normalización.

Pues resulta que estas especificaciones no se cumplen por la simple y sencilla razón de que el Centro Nacional de Metrología (CENAM) no ha terminado los protocolos correspondientes ni autorizado a laboratorio alguno para realizar las calibraciones exigidas a los dinamómetros.

Esto fue confirmado por la Entidad Mexicana de Acreditación (EMA), una asociación civil de gestión privada, reconocida por la Ley Federal sobre Metrología y Normalización, que tiene como objetivo acreditar a los Organismos de la Evaluación de la Conformidad, que son los laboratorios de ensayo, laboratorios de calibración, laboratorios clínicos, unidades de verificación (organismos de inspección) y organismos de certificación, Proveedores de Ensayos de Aptitud y a los Organismos Verificadores/Validadores de Emisión de Gases Efecto Invernadero.

“Actualmente no existe ningún laboratorio que esté acreditado para realizar esta prueba (la calibración de dinamómetros)… aún se está desarrollando un sistema para realizar la calibración dinámica que se estima esté listo en unos tres meses”, respondió Ismael Castelazo Sinencio, director general de Servicios Tecnológicos de la EMA.

Cabe precisar que no todos lo verificentros operan con dinamómetro, pero sí la mayoría. Estos argumentan que si aplican la norma, pero todo indica que es la de 1999, no la de 2014. Por lo tanto están violando la Ley Federal de Metrología y Normalización, y son acreedores a una sanción que podría llegar a un millón y medio de pesos.

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COMO EL CANGREJO

Fueron tres días de contingencia Fase 1, decretada por primera vez en 14 años, lo que ha desatado una controversia que debió darse desde meses atrás,  cuando por una decisión de la Corte, empujada por el PAN del Distrito Federal,  se relajaron los programas de restricción vehicular que ya formaban parte de la cotidianidad capitalina.

¿Para qué dar marcha atrás a un programa exitoso contra el que ya nadie protestaba? Veamos: el programa “Hoy no Circula” surgió en el entonces Distrito Federal (qepd) a finales de 1989 y logró con éxito reducir la circulación diaria de la quinta parte del parque vehicular en la capital.

Originalmente se aplicaría sólo en el invierno, pero un año después las autoridades decidieron establecerlo en forma permanente. No recuerdo grandes protestas que pusieran en riesgo esta difícil decisión de gobierno.  Más aún, poco a poco los habitantes de esta ciudad nos fuimos acostumbrando e incluso se hizo parte de nuestra vida diaria.  No era nada raro, al contrario, escuchar una petición para, por ejemplo,modificar una cita “porque ese día no circulo”.

Es obvio  que el parque vehicular creció durante esos años cuando las familias económicamente más holgadas compraron un segundo o hasta tercer automóvil para cubrir el déficit familiar de transporte por los días de veda, pero ello no pareció afectar mayormente la circulación salvo -¡válgame Dios!- los insoportables sábados de infernal tráfico.

El programa fue sufriendo adecuaciones, pero la más relevante antes del año pasado  llegó en 1997, cuando se brindó la opción de otorgar la famosa calcomanía “cero”, de tal manera que los autos más nuevos equipados con el convertidor catalítico de moda pudieran circular libremente todos los días.  Como pasa con toda iniciativa que trasciende el tiempo, también se incluyeron otras modificaciones para determinar vehículos más o menos contaminantes y extender ciertas restricciones a los fines de semana.

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Sin embargo -¡qué necesidad!- un amparo que alegaba violentar derechos por exclusión de la posibilidad de obtener la calcomanía “cero” a vehículos de más de 10 años de antigüedad que demostraran buenas condiciones mecánicas y no emisión de contaminantes más allá de lo permitido, derivó en una determinación judicial que permitió a más de 600 mil vehículos particulares y utilitarios migrar de calcomanía “uno” a la “cero”, a finales de 2015.

No quiero herir susceptibilidades de quienes, quizá con razón, apelan a su derecho de demostrar condiciones mecánicas adecuadas independientemente de la antigüedad de su vehículo  Sin embargo, nadie reparó -una excepción de Ciro Gómez Leyva- en lo que significaría regresar indiscriminadamente a las calles a ese número de automotores, que han convertido en intransitables las principales calles de nuestra ciudad durante los últimos meses.

Y es que se nos olvidaron todos los vehículos adquiridos durante los últimos 26 años para compensar las restricciones, muchos de los cuales circularán todos los días aunque las necesidades familiares estuvieran razonablemente resueltas antes de esta última y trágica medida (aquel que ya tenía programada su movilidad, ahora se lleva el “otro coche” porque “ya circula todos los días”)

Parece que el Jefe de Gobierno, Miguel Ángel Mancera (quien ahora trata de zafarse de las críticas y “compartirlas” con el resto de los municipios metropolitanos), debió pensarlo mejor y echar mano de herramientas políticas para mitigar las consecuencias de la decisión de la Corte, antes de tratar de hacer un control de daños en estos días, cuando el mundo se le ha  venido encima por el insoportable tráfico y por el aumento exponencial de los índices de contaminación metropolitana.

Ya nos habíamos acostumbrado….. ¿Para qué echarlo a perder?  ¿Fue mucha la tentación de ganar popularidad clasemediera por permitir circular a esos 600 mil coches? ¡Ah, qué daño nos hace la política electoral! Por lo pronto, en políticas públicas de circulación vehicular, parece que vamos para atrás.

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LA CUARESMA SE LLEVÓ A LULA

El celebérrimo Carnaval de Río terminó con el miércoles de ceniza, para dar paso a lo que los católicos conocemos como la Cuaresma, periodo de preparación para la Pascua o cuenta regresiva para las mundanas vacaciones de primavera.

Pues bien, a pesar de que hace poco más de un mes ya se sabía de los nubarrones en torno a la figura del ex-presidente carioca Luz Inacio Lula Da Silva, nadie imaginó que esta mítica figura de una transición brasileñaque no fue, se derrumbaría completamente en unas cuantas semanas.

Sí: estamos hablando del mismo. Lula, el obrero metalúrgico que compitió hasta 4 veces por la presidencia de Brasil hasta ganarla; el presidente que gobernó 8 años; el carismático líder de izquierda que aplicó recetas económicas liberales de derecha; el estadista que recorrió el mundo hablando bien de su país y que presumió haber sacado de la pobreza a millones de compatriotas; el incansable promotor que se llevó las codiciadas sedes de un Mundial de Futbol y unos Juegos Olímpicos de Verano; el que entregó el poder a su incondicional Dilma Rouseff  en medio de un ciclo económico negativo que arrastró la economía brasileña y que inició el principio de su fin.

A pesar de designar, al inicio de su gobierno, a un ex funcionario del Bank of Boston como presidente del Banco Central de Brasil y con ello mandar la primer señal de un gobierno que cuidaría la inflación, recortaría el gasto público y aplicaría recetas tachadas como “neolibarales”, Lula mantuvo mincólume su popularidad en la geometría política que lo llevó al poder y lo hizo famoso a nivel mundial: la izquierda.

Incluso Lula se ufanaba al decir: “el poder es como un violín: se toma con la izquierda y se toca con la derecha”, como a menudo cuenta mi buen y brillante amigo David Konzevik.

Montado en un ciclo económico virtuoso, Brasil despuntó rápidamente e incluso Lula se atrevió a criticar el modelo económico liberal cuando, al estallar la crisis del 2008, Estados Unidos permitió la quiebra del gigante Lehman Brothers y resquebrajó el orden financiero internacional.

Pero el fin de la inercia brasileña estaba cerca. Ya con Dilma en el poder y Lula enfermo de cáncer, se vinieron poco a poco abajo las variables de la economía de Brasil y -¡cosa nunca vista!- los brasileños salieron a las calles no para bailar samba y cantar, sino para protestar incluso violentamente por su angustiante situación y por los grandes compromisos económicos que implicaba la realización  del máximo certamen futbolístico del mundo y, un par de años después, de las Olimpiadas.

El propio Konzevik me dijo entonces que el fuego en las calles brasileñas no era una anécdota, sino un serio llamado de atención por el desmoronamiento de la que Lula proyectó como la nueva economía del mundo, a lo que siguió lo peor: los escándalos de corrupción en la principal empresa brasileña, la petrolera Petrobras.

La Cuaresma de 2016 -por cierto año del todavía no realizado Mundial- nos trajo de entrada una sorpresa que conmocionó al mundo: Lula había sido retenido para declarar sobre Petrobras y, aunque salió unas horas después, parecía que su estrella ya no brillaba como lo hizo durante muchos años.

Y mientras tanto, tras haber tomado distancia evidente de su protector y maestro, Dilma planeó con el propio Lula el blindaje para el escándalo, que llegó esta semana con su nombramiento como Ministro y jefe del gabinete presidencial, que fue echado para atrás por orden de un Juez para no interferir con el proceso judicial ya en marcha.

Entonces, no sin cierto pesar, lancé un tuit: “parece el fin de Lula”.

Y parece que sí: se lo llevó la Cuaresma y lo están crucificando antes del  Jueves Santo.  Veremos si resucita.   (rrodrguezangular@hotmail.com  , @RaulRodriguezC ,  raulrodriguezcortes.com.mx ).