El Diluvio: Mujeres del espectáculo


Rafael Cardona

Cada una en su ámbito, una en la exhibición escabrosa de las porquerías humanas. La otra en la pasarela de su belleza apabullante como actriz y villana de telenovela. Mujeres ambas, escándalos por todas partes.

Venga, vea los casos recientes de juzgados, tribunales, procesos y barandillas, venga, vea y juzgue.

Como todos sabemos una diputada (Juárez) del Partido Acción  Nacional ha solicitado la aplicación del artículo 33 de la Constitución en contra de Laura Bozzo para expulsarla de México. No lo creo justo, con sacarla de las pantallas de la televisión  sería suficiente y si se le puede ayudar con un puesto de verduras en La Merced, sería justa retribución a su talento.

Y en cuanto a la señora Pezet, cuya historia ocupa la segunda parte de esta colaboración, pues el asunto habla por sí mismo.

Yo inscribiría a Laura Bozzo en el catálogo de los grandes inventores de la humanidad.

Y si no inventores, por lo menos de los grandes transformadores de la comunicación en el mundo porque antes de Laura Bozzo, la televisión era, simplemente la caja idiota; después de Laura Bozzo se volvió la caja repugnante.

Yo no conozco algo peor en la historia de la televisión mexicana, y ha tenido cosas horribles, pero no se de nada peor sobre esta señora.

Esta mujer cuya permanencia, y desde su llegada a este país es algo poco claro, porque lo último conocido  de ella en el Perú eran sus líos con la justicia porque ella era una gente de Vladimiro Montesinos.

Y Montesinos era el hombre detrás del podrido poder de Alberto Fujimori, y mantenía una red con muchos elementos de corrupción asociados con el mal ejercicio del poder.

Entonces, bueno, todos sabemos cómo fue el gobierno de Fujimori; todos sabemos la historia del corrupto Montesinos. Ahí está, para los amantes del YouTube y todo eso, ahí lo pueden googlear o buscar, y ahí aparece Montesinos en sus orgías, en sus fiestas, patrocinadas con dinero público.

Pero también esta la historia de la señora cuyo grado de alfabetización no conozco. Ella se dice es abogada y poseedora de una carrera universitaria. No sé, no sé en cual  academia de palmípedo fue educada, por lo menos, en la materia constitucional mexicana, porque está invocando los códigos civiles del Distrito Federal para demandar a una diputada con fuero constitucional y eso no puede ser.

Además su trabajo no refleja el menor respeto por el intelecto, ya no digamos por la ley. Viola todos los ordenamientos de la Ley Federal de Radio y TV, sobre todo en apología de la indecencia y la escasez de contenido educativo o cultural de sus emisiones.

Ojalá alguien, por piedad, le regale a esta señora una Constitución o que se la lea, porque a lo mejor ella sola no puede. Que se la lea y se la explique, porque los diputados, los miembros del Congreso mexicano no pueden ser reconvenidos, de ninguna manera, por las opiniones que expresen en el ejercicio de su función.

Y una diputada que, en el nombre de sus representados, va y pide que a una persona que está haciendo mal uso de la libertad de expresión se le expulse de este país, no está pidiendo algo fuera de la ley, está pidiendo la aplicación de otro artículo constitucional.

Ya la autoridad, el Ejecutivo, sabrá si aplica o no aplica lo que la diputada invoca, pero no está invocando un capricho, está invocando un artículo de la Constitución.

Algunos dicen que el trigésimo tercer artículo constitucional debería desaparecer. Pues sí, a lo mejor debería desaparecer pero, mientras no desaparezca, está vigente y, si está vigente, puede ser aplicado.

Se aplicó, durante el Gobierno de Zedillo, a los expertos en agitación transnacional en torno del  señor subcomandante Marcos, y se expulsó del país a varios profesionales del turismo revolucionario.

¿Cuál es la diferencia de la agitación política y la transmisión cotidiana de las miserias humanas y los peores momentos, y los peores instintos de gente, evidentemente necesitada, culturalmente un poco desvalida?

¿Eso no tiene ningún impacto social? ¿Eso es, como dice la Ley de Radio y Televisión, eso es educativo, y formativo? Ni es educativo, ni es formativo; deforma y maleduca.

Entonces, no se puede presumir una televisión del primer mundo cuando se tiene a una señora vociferando y exhibiendo los horrores de la conducta de la gente más necesitada, es la lumpen televisión al servicio de las peores circunstancias del lumpen proletariado.

Eso lo entendemos todos, menos quienes lo deben de entender.

Yo no estoy de acuerdo con la diputada Juárez. Soy juarista, pero no de esos Juárez. Pero tampoco estoy de acuerdo en que una señora diga en tono de amenaza: «cuando yo me harto, y ya me harté porque yo ya estoy cansada».

El virreinato del Perú queda un poquito más al sur, y alguien también se lo debería de decir a esta señora quien fue una valida en el virreinato de Montesinos y Fujimori. Que la regresen a sus procesos judiciales de allá antes de que ella pretenda someter a la justicia mexicana a una diputada del Congreso nacional porque, además, no va a poder.

cardona  marcela pezet

SE LLAMA MARCELA PEZET

Se llama Marcela Pezet. De ella dice el sitio “Novela lounge.com:

“La ultima telenovela en la que vimos a la actriz Marcela Pezet fue en “Emperatriz” que protagonizo Gabriela Spanic. A la actriz la conocemos mejor por su participación en la exitosisima (sic) telenovela de Paloma Productions, “Te Amare En Silencio” con Eduardo Yáñez, cuya producción se llevó acabo en Los Ángeles, California.

“Anteriormente sus participaciones en telenovelas como “La Revancha” y “Marea Brava” la hicieron una de las villanas mas (sic) temibles de la pantalla chica…”

Quienes vivimos lejos de ese mundo de proyectos y futuras producciones no conocemos los planes de Marcela Pezet pero si un litigio promovido por ella en contra de un periodista llamado Carlos Velasco quien  cometió la osadía de publicar varias fotografías suyas en la portada del “Correo de Oaxaca” (usted lo tiene en sus manos) cuando la actriz (no tan famosa ni bella como Ava Gardner, pero al fin de cuentas “villana temible”) era funcionaria de Relaciones Públicas de Gabino Cué el actual “gobernador” de Oaxaca.

No será esta ocasión para explicar la intensidad con  la cual se empeñaba la señorita Pezet en el desempeño de su labores de relacionar al gobernador, ni la hondura de los nexos profesionales entre ellos, pero sí para reflexionar sobre su artificio para vengarse de un medio “incómodo” (no se sabe si no le acomodaba a ella o al jefe).

Ahora, cuando la libertad de prensa y el derecho de la expresión pública son materia hasta de investigaciones en el Ministerio Público, como sucede en el DF, vale la prensa analizar algunas cosas.

La señorita Pezet demandó a Carlos Velasco y su publicación (9 de enero del 2012) por la edición de fotografías suyas en las cuales aparece (muy guapa) en traje de baño. A la mano no había ninguna en su escritorio de funcionaria pública de las relaciones públicas.

La acusación fue por “lucrar” con  su imagen. La demanda fue ante el Instituto Mexicano de la Propiedad Industrial Y ahora el IMPI le ofrece la razón en contra de lo establecido por la Constitución.

Si el IMPI estuviera en lo correcto al aplicar este criterio en una actividad constitucionalmente garantizada (el periodismo), todas las fotografías o videogramas  divulgadas en los medios de información caerían en la misma categoría: imágenes protegidas por derechos de propiedad intelectual o industrial. En esas condiciones, de sobrevivir el recurso del IMPI, todos los medios estarían sujetos a esa restricción. Nadie podría publicar a nadie. Los personajes públicos dejarían de serlo y los medios serían “piratas” todo el tiempo.

Pero esa discusión se presenta ahora en los medios judiciales. Carlos Velasco acudió al juez de Distrito en Materia Administrativa en el DF (Sala Especializada en Materia de Propiedad Intelectual del Tribunal Federal de Justicia Fiscal y Administrativa) para pedir amparo de la justicia ante el “abuso de poder y posible tráfico de influencias en el Instituto Mexicano de Propiedad Industrial”.

Si el IMPI logra imponer el criterio de igualar labor editorial con lucro automático y malicioso (si todo lo publicado dejara ganancias, los periodistas no quebrarían nunca sus editoriales) se habrá sentado un precedente funesto: la censura, constitucionalmente prohibida en México (artículos 6º y 7º), se daría simplemente a través de las demandas “por (violaciones al ) derecho de autor, propiedad intelectual, marca registrada, etc).

Publicar una fotografía o un nombre equivaldría a una aleve utilización de lo ajeno. Y si no se quiere caer en esa tesitura, de plano plegarse a la censura previa para lograr la autorización del dueño de un  nombre o una efigie.

De ser así IMPI ya no será Instituto Mexicano de la Propiedad Intelectual sino Instituto Mexicano para el Periodismo Imaginario.